Manfred F.R. Ket deVries , psicoanalista y profesor de Desarrollo de Liderazgo y de Cambio
Organizacional en Insead, en el número
de abril de Harvard Business Review, plantea que los ejecutivos en ocasiones
sufren determinados desórdenes de personalidad y que al ocupar puestos con
poder pueden crear organizaciones disfuncionales en las que todos los que
trabajen en ella se sientan desgraciados. En el artículo propone que aunque
algunos directivos no van a cambiar nunca, otros con las intervenciones
adecuadas pueden superar o limitar sus efectos.
Destaca cuatro tipos de
líderes tóxicos:
I.-
EL NARCISISTA:
Es la disfunción que se encuentra con más
frecuencia en los niveles altos de las organizaciones. Todos tenemos alguna
característica narcisista en algún nivel, que nos va a permitir sentirnos bien
con nosotros mismos e imponernos un poco,
pero en exceso resulta peligroso. Movidos por sus fantasías grandiosas
sobre ellos mismos los narcisistas patológicos son egoístas y desconsiderados,
demandan demasiada atención y persiguen el poder y el prestigio a cualquier
precio.
Kets de Vries
recomienda para detectar a los jefes narcisistas analizar cómo reaccionan sus
subordinados ante ellos. Inspiran resentimiento ya que sus colaboradores son
conscientes de que están siendo utilizados para alcanzar los intereses
particulares del directivo y no generan compromiso, logrando que se produzca
una gran rotación de personal. En cuanto pueden le abandonan.
Pueden tomar decisiones
arriesgadas, sin aceptar los consejos de sus colaboradores, en su lucha por
ascender y suelen vivir en un mundo binario en el que las personas están a
favor o en contra de él. Por esta razón procura eliminar a los pensadores
independientes o a los que muestren dudas a la hora de apoyarle.
Las reglas para hacer
coaching a un narcisista son:
1.- Evitar plantear algo que pueda considerar como un ataque a su
delicada autoestima. Normalmente su "grandiosidad" es un mecanismo
heredado de su infancia para hacer frente a un sentimiento de inadecuación. Los
narcisistas puede parecer muy seguros de sí mismos, pero esa seguridad esconde
una profunda vulnerabilidad.
2.- Afianzar su
autoestima en unas bases sólidas, no destruirla. Debemos expresarles respeto y
admitir su necesidad de ser reconocidos. Aunque no debemos reforzar sus
grandiosas autopercepciones ( ya que supondrían un refuerzo de que lo están
haciendo bien), no se puede acentuar sus debilidades ( ya que asustaríamos al
narcisista). Mostrar empatía, en un inicio, para ganar su confianza y para que
podamos comenzar a enfrentarle paulatinamente con sus comportamientos
disfuncionales.
La clave se encuentra
en explotar dos aspectos de las relaciones de los narcisistas con los demás:
a).- Transferencia.
Normalmente los narcisistas muestran una tendencia binaria a idealizar y a
devaluar. Están predispuestos a transferir su deseo infantil de complacer a sus
padres a otras figuras de autoridad y el coach puede ser una de ellas. Los
"coaches" experimentados pueden utilizar esta inclinación para
establecer una relación que les permita empezar a enfrentar al narcisista con
sus disfunciones haciéndole ver cómo le están limitando.
b).- Competitividad.
Las ambiciones de los narcisistas se pueden utilizar para motivarles. El reto
está en hacerlo sin que fomentemos su tendencia a la grandiosidad. Hay que
aceptar la ambición de forma tácita y discutir que posibles acciones pueden
ayudar o entorpecer el logro de las metas del ejecutivo.
Conseguir aumentar la
autoestima es un proceso largo, pero podemos conseguir que sus comportamientos
vayan asentándose más en la realidad, y mantenido en el tiempo porque si no se
corre el riesgo de que una vez haya obtenido su objetivo vuelva a sus antiguas
actuaciones.
II.-
EL MANÍACO-DEPRESIVO:
El trastorno bipolar es
otra patología psicológica que puede afectar a los ejecutivos. Aunque pueda
variar en intensidad hasta casos muy leves pueden destrozar las vidas y las
carreras profesionales de los afectados.
Se detectan porque son
personas muy volátiles que cuando están en la fase maniaca derrochan energía y
pueden resultar muy atractivas, pero su conducta como directivos puede verse
afectada y tomar decisiones impulsivas y poco meditadas.
Con el tratamiento
adecuado responden muy bien. El problema radica en que raramente se muestran
receptivos a tomar la medicación recomendada, ya que estén en una fase maníaca
o depresiva su percepción de la realidad está distorsionada y no son
conscientes de la necesidad de hacerlo, ni de cómo actúan con respecto a los
demás.
Uno de los retos con
los que se va a enfrentar el coach es lograr que admitan que tienen un
problema. En este caso el mejor enfoque es el contrario que el utilizado para
el narcisista: hacer que los maníacos-depresivos se enfrenten a la realidad de
sus relaciones con los demás y trabajar con las personas sobre las que influyen
sus comportamientos en crear una nueva estructura en la que éstos puedan
desenvolverse con seguridad. En este tipo de situación resulta de utilidad el
recurrir a la ayuda de los demás, familiares y compañeros de trabajo, para buscar alianzas y conocer cómo les
afecta el comportamiento disfuncional y cómo le pueden ayudar a modificarlo.
III.-
EL PASIVO-AGRESIVO:
Este término describe a
una persona que expresa pensamientos negativos indirectamente y huye de las
confrontaciones. Este comportamiento se suele originar en familias donde la
expresión honesta y directa de los deseos está prohibida: los niños rápidamente
aprenden a reprimir sus sentimientos y se muestran reacios a ser asertivos. Van
por el mundo con una conducta acomodaticia pero que resulta obstructiva de
forma indirecta. Más aún sus sentimientos pueden encontrarse tan reprimidos que
no son conscientes de su falta de colaboración, por lo que se pueden sentir
ofendidos cuando los demás se molestan por su conducta porque piensan que las
causas del malestar creado son responsabilidad de los demás.
Se pueden detectar en
el trabajo porque aunque externamente asienten a todo lo que se les pide,
expresan su resentimiento no teniendo el trabajo preparado en las fechas
acordadas, llegando tarde a las reuniones, buscando excusas y hasta boicoteando
los objetivos. Tiende a usar la procrastinación, la ineficiencia y los
despistes para evitar cumplir sus obligaciones. Aunque si se les presiona se
pueden convertir en disfuncionales cuando no se sienten agobiados pueden
producir trabajo de alta calidad, lo que explica que algunos lleguen a ocupar
altos cargos directivos. Ellos son normalmente las principales víctimas de sus
comportamientos.
Los pasivo- agresivos
necesitan resolver su hostilidad ante las figuras de autoridad. Para ayudarles a
hacerlo el coach tiene que fomentar la transferencia. Si ven al coach como una
figura de autoridad pueden mostrarle su enfado y el coach puede intentar
trabajar para que pueda expresar su ira de una forma más sana. Este trabajo
implica:
a).-
Confrontación continuada: cada vez que el pasivo agresivo muestra una conducta
agresiva hacia el coach, éste tiene que señalarle las inconsistencias de su
comportamiento, sin discutir con él ni corregir sus argumentos defensivos,
dejándole que reflexione sobre los comentarios que su coach le ha hecho. Los
pasivo-agresivos tienden a considerar las discusiones como una invitación para
ser considerados las víctimas, siendo la otra parte los culpables de su
situación y de sus reacciones.
b).-
Practicar mejores comportamientos: Los pasivo-agresivos tienen baja autoestima
y el coach debe ayudarles a incrementarla. La mejor forma consiste en
preguntarles de que manera resolverían o mejorarían situaciones en las que se
encuentran con frecuencia con comportamientos con los que podrían obtener un
mayor éxito. Otra estrategia puede ser el reforzar y reconocer sus fortalezas.
c).-
Explorar sus relaciones familiares. Al analizar las dinámicas familiares pueden
llegar a comprender las razones de su conducta y de sus posibles reacciones
ante las figuras de autoridad.
Hacer
coaching a este tipo de personas es agotador. Son irritantes porque sutilmente
pueden mostrar una sensación de logro cuando han conseguido frustrar al coach.
IV.- EL DESCONECTADO EMOCIONALMENTE.
Los
tres casos anteriores implican a ejecutivos que pueden ser problemáticos pero
también carismáticos. Pero en este cuarto tipo de patología la falta de
sentimientos más que el exceso de los mismos es lo que ocasiona las
dificultades.
El
término que los psiquiatras utilizan para estas personas es “alexythimia” que
procede del griego y significa “no hay palabras para las emociones”. Se
caracterizan por mostrar poca imaginación, tener un pensamiento literal y tener grandes problemas para describir o reconocer sus sentimientos. Esta
incapacidad les dificulta el poder interpretar las complejas señales
emocionales que reciben de los demás y que por tanto, perciben como fuerzas
peligrosas y potencialmente incontrolables.
Pueden
tener éxito en organizaciones muy burocráticas en las que la rutina es la norma,
en otro tipo resultan un fracaso ya que son incapaces de inspirar o motivar a
los demás. Al no tener buenas dotes de comunicación y no comprender ni conocer lo que piensan sus colaboradores no saben cómo
actuar y no obtiene lo mejor de ellos. Al tener problemas para manejar los
imprevistos pueden interferir en el
progreso al frenar la creatividad y la innovación.
No
suelen tener muchos amigos ya que sus relaciones interpersonales son
complicadas por la falta de empatía. Con frecuencia somatizan y refieren
síntomas como dolores de cabeza, musculares,…., antes que reconocer que lo que
están padeciendo son situaciones en las que están implicadas las emociones,
como la ansiedad.
Normalmente
no suelen ser personas atractivas por lo que un riesgo al hacer coaching con
ellas es que llegan a aburrir al coach. El reto de éste es conseguir que reconozcan
y reaccionen de forma apropiada ante sus
emociones. Un método consiste en trabajar en dos etapas:
a).-
Solucionar problemas inmediatos. Para lograr establecer una relación de
confianza es útil ayudarles a aumentar su eficacia en su trabajo cotidiano.
b).-
Analizar y buscar respuestas para abordar situaciones complicadas. La
descripción debe incluir qué parte de las experiencias le están produciendo
dolor, ya que lo va a expresar con síntomas físicos. El objetivo es conseguir
que sean capaces de reconocer las relaciones entre los síntomas que presentan y
las situaciones en su vida con una carga emocional negativa que los producen ,
que aprendan a manejar y comprender las
emociones propias y de los demás. Poco a poco se va logrando que adopten una
actitud más abierta y vean los beneficios de comunicar y compartir sus ideas en
el trabajo.
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ResponderEliminar12:32
ResponderEliminarY coaching a los que sufrimos por años y nos destrozan tóxicos de éste calibre?