William Ury, cofundador del Proyecto de Negociación de Harvard y autor de numerosos libros sobre negociación como “Getting to yes” o “The power of a positive no”, en su nuevo libro “Getting to yes with yourself (& other worthy opponents)”, que estamos comentando, plantea que el segundo paso, tras ponernos en “nuestros propios zapatos, que vimos en una entrada anterior, en el proceso de convertirnos a nosotros mismos de oponentes a aliados que él llama “llegando al sí con nosotros mismos”, es:
II.-
DESARROLLAR NUESTRA PROPIA “MEJOR ALTERNATIVA EN UN ACUERDO NEGOCIADO” INTERNA.
Si queremos llegar a
conseguirlo primero debemos superar el “juego de la culpa”, que es el patrón
que suele existir en todos los conflictos destructivos. Resulta tentador
culpabilizar a aquellas personas con las que mantenemos un conflicto, ya que
naturalmente ellas fueron las que lo originaron. Culpar a otro hace que nos
sintamos inocentes, somos los afectados, nos sentimos superiores y con todos
los derechos y al mismo tiempo de esta forma logramos eliminar cualquier residuo de remordimiento que
sintamos. Los beneficios emocionales son claros. El problema es que los costes
de este “juego” son enormes: incrementa los conflictos innecesariamente y
dificulta su resolución, envenena las relaciones y supone una pérdida de tiempo
y energía, al tiempo que disminuye nuestro poder, ya que ignoramos la parte que
podemos tener en el conflicto y nuestra libertad de escoger como responder al
ser la responsabilidad del otro.
El opuesto a este “juego”
pernicioso es el aceptar nuestra responsabilidad, considerando que
responsabilidad implica la habilidad para responder constructivamente a las
situaciones a las que nos enfrentamos en nuestra vida y en nuestras relaciones
y para comprometernos de forma incondicional en atender nuestras necesidades.
Aunque desde un punto
de vista intelectual sabemos que somos responsables de nuestras palabras,
nuestras acciones y reacciones con frecuencia miramos a nuestra vida y nos
preguntamos cómo llegamos a ser lo que somos en un determinado momento,
encontrando que la respuesta se justifica por factores externos: “No estoy
donde quisiera estar profesionalmente porque mi jefe me odia y ha bloqueado mis
posibilidades de promoción”, “No puedo viajar porque no tengo dinero”,…. En
otras palabras no ha sido mi decisión, ha sido otra persona o causas externas
las culpables de nuestra situación.
Responsabilizarnos de
nuestras vidas supone reconocer nuestros fallos y faltas igual que nuestros
éxitos y fortalezas. No significa culparnos y mirar atrás juzgando el pasado:
“Que fracaso he sido en el trabajo”, sino ir hacia delante intentando ver cómo
abordar el problema: “¿Qué puedo hacer para tener éxito en mi trabajo?” Aunque
no podamos elegir nuestras circunstancias, siempre podemos escoger la forma de
reaccionar ante ellas y en lugar de preguntarnos quién es el culpable podemos
intentar encontrar que es lo que podemos aprender de una situación. Al
enfrentarnos a la adversidad podemos culpar a los demás o a la vida o intentar
averiguar qué lecciones podemos extraer de la misma.
El autor recuerda como
en “Obtenga el sí”, el libro que escribió junto a Roger Fisher, defendía que la
fuente de poder que tiene más importancia en una negociación es conocer y tener
en cuenta el BATNA (mejor alternativa posible en un acuerdo negociado), ya que
así estamos considerando nuestros intereses y nos da la confianza de que,
independientemente de lo que ocurra en una negociación, tendremos una buena
alternativa, con lo que somos menos dependientes de la otra parte para
satisfacer nuestras necesidades. El problema surge cuando las alternativas no
son muy atractivas: “No puedo encontrar otro trabajo”, “Demandar me costaría mucho dinero que no
tengo”,…. Si nos enfrentamos a un negociador que parece ser más poderoso que
nosotros tenemos dificultades para equilibrar esa balanza de poder. En estos
casos podemos intentar incrementar nuestro poder desde nuestro interior. En una
negociación o conflicto antes de desarrollar una alternativa externa a un acuerdo
negociado podemos crear una alternativa interna y llegar a un compromiso con
nosotros mismos para cuidar nuestras necesidades más profundas
independientemente de lo que las otras personas hagan o dejen de hacer. Éste es
nuestro BATNA interno. En el ejemplo de una negociación por un puesto de trabajo, aunque el BATNA externo pueda buscar
y aceptar una oferta el interno sería nuestro compromiso con nosotros mismos de
que independientemente de que negociemos satisfactoriamente esta propuesta
procuraremos satisfacer nuestras necesidades en nuestro trabajo,
independientemente de todos. Nuestro BATNA interno es nuestro compromiso de
dejar de culparnos a nosotros, a los demás y a la vida en general, para que la
responsabilidad de satisfacer nuestras necesidades deje de estar en manos de
los demás y asumir que es nuestra y que por tanto somos capaces de cambiar
nuestras circunstancias, especialmente en situaciones difíciles o
conflictivas.
Cuanto más dependamos
de otra persona para satisfacer nuestras
necesidades, más poder le estamos concediendo. Asumir nosotros esta
responsabilidad nos ayuda también en nuestras relaciones con los demás. Lo que
tenemos que hacer es responder a la pregunta: “¿Quién es responsable de
satisfacer mis necesidades psicológicas centrales?” Si contestamos que otra
persona le estamos concediendo poder sobre nosotros, pero si respondemos que
nosotros, tendremos el poder para cambiar nuestra vida y nuestro futuro.
III.-
REDEFINIR NUESTRA VISIÓN.
Todos tenemos la
capacidad en cualquier conversación complicada o negociación de reformular para, de este modo, dar una
interpretación o sentido distinto a una situación. Podemos adoptar un enfoque
de confrontación en el que una parte gana y la otra pierde o como una
oportunidad de colaboración para resolver problemas en la que ambas partes
ganan.
Reformular no siempre
es sencillo, aunque seamos conscientes de las ventajas del enfoque ganar-ganar
en una negociación. En el fragor del conflicto es muy fácil caer en la trampa
de ver a la otra parte como un contrincante con el que luchar por recursos
escasos, sean estos económicos o relativos al poder o a la atención. La
habilidad de replantear la situación externa pasa por la de hacerlo previamente
con nuestra visión interna de nuestra vida. Si deseamos sinceramente cambiar de
una actitud de confrontación a una de cooperación en nuestras interacciones de
los demás debemos responder a la pregunta fundamental de Einstein: “¿Cuál es
nuestra creencia para actuar?” ¿Somos capaces de pensar, actuar y comportarnos
en nuestras relaciones como si el universo fuese esencialmente un lugar
amistoso y la vida estuviese, de hecho, de nuestra parte?”
Ury recomienda, para
reformular nuestra visión de nuestra vida:
1.-
Recordar nuestra conexión con el mundo. Einstein escribió que
el ser humano es una parte, limitada en tiempo y espacio, de un todo al que llamamos universo, pero se
siente y contempla como algo separado del resto, lo que es una especie de
espejismo óptico de su conciencia. Las investigaciones antropológicas
demuestran que existe una interconexión entre los seres humanos, aunque no
seamos capaces de reconocerlo en muchas ocasiones.
2.-
Construir nuestra propia felicidad. En su labor como
mediador el autor ha encontrado que una de las estrategias más eficaces en una
negociación consiste en buscar formas creativas de incrementar los recursos a
repartir. En ocasiones esto puede resultar complicado porque parece que no
existe ninguna forma de crear más valor, pero con frecuencia el obstáculo se
encuentra en la creencia de que existe un “pastel fijo” que no se puede
expandir. Para evitarla debemos comenzar por buscar formas de aumentar nuestro
“pastel interno”, antes de intentar abordar el externo.
El psicólogo Daniel Gilbert suele hacer a sus audiencias la siguiente pregunta: “¿Quién creeís que es más feliz: aquel que gana millones de
dólares en la lotería o el que pierde sus dos piernas en un accidente?” La
mayoría piensa que la respuesta es obvia, pero no lo es. La sorprendente
respuesta que da su investigación sobre el tema es que tras pasar un año ambos
tienen un nivel de felicidad similar al que tenían antes de los hechos. El
estudio sugiere que, con escasas excepciones, situaciones importantes o traumas
que han ocurrido hace tres meses, tienen poca influencia en nuestra felicidad
actual. La razón, según Gilbert, es que tenemos la capacidad de crear nuestra
propia felicidad, cambiando la forma en que vemos el mundo para así podernos
sentir mejor. Esta investigación parece demostrar que aunque pensemos que la felicidad es algo
que debemos perseguir desde fuera de nosotros, en realidad es algo que debemos
construir desde nuestro interior.
Lincoln decía” He
llegado a darme cuenta de que las personas son tan felices como deciden serlo”.
Nuestra habilidad para satisfacer nuestras necesidades más profundas es parte
de nuestra naturaleza. En la infancia lo sabemos instintivamente pero en la
edad adulta terminamos creyendo que nuestra felicidad depende de factores
externos.
Los beneficios
potenciales de esta capacidad en una negociación o en una relación son enormes,
ya que paradójicamente cuanto menos
dependemos de los demás para satisfacer nuestras necesidades de felicidad,
nuestras relaciones con otros serán más maduras y satisfactorias.
3.-
Apreciar las lecciones que nos ofrece la vida. El
autor defiende la idea de que ser feliz procede de estar agradecido a la vida.
Parece que está es la mejor puerta de entrada para encontrar la felicidad. Uno de los principales
investigadores sobre los efectos de la gratitud Robert A. Emmons dice que: “Hemos hallado pruebas científicas que
cuando las personas se esfuerzan regularmente en cultivar la gratitud experimentan una variedad de
beneficios medibles de índole psicológicos, físicos y sociales. En algunos casos las personas describen que
la gratitud les ha conducido a cambios transformadores en sus vidas. Más
importante aún, las personas que les rodean manifiestan que aquellos que
practican la gratitud parecen ser más felices y resulta más agradable estar con
ellos. He llegado a la conclusión de que la gratitud es una de las actitudes
que mejor puede cambiar las vidas de las personas”.
Sentir gratitud por la
vida no significa negar aquello que es doloroso, sino ser capaz de ver la
visión completa y al hacerlo nos abrimos a la posibilidad de experimentar lo
que el filósofo Ludwig von Wittgenstein llamaba la “seguridad absoluta”. Esta
idea surgió de sus experiencias en el campo de batalla durante la primera
guerra mundial al observar a miles de
soldados morir a su alrededor. Por “seguridad absoluta” se refería al
estado de ánimo en el que uno se siente inclinado a decir “estoy a salvo nada
puede dañarme pase lo que pase” y que él observaba que procedía de un sentido
de gratitud y admiración por la misma existencia del mundo. Nuestros cuerpos se
mantienen frágiles y vulnerables, evidentemente, pero la sensación es de
seguridad absoluta.
En “El hombre en busca de sentido” Viktor Frankl cuenta la historia de una joven paciente suya que se
encontraba muy enferma en un campo de concentración nazi y que cuando él
hablaba con ella estaba animada a pesar de saber que iba a morir próximamente.
Ella le decía:”Estoy agradecida de que el destino me haya golpeado tan fuerte.
En mi vida anterior era caprichosa y no me tomaba en serio mi vida espiritual.
“ Señalando a través de la ventana de su celda continuaba:” Este árbol es el
único amigo que tengo en mi soledad y con frecuencia le hablo”. A través de la
ventana solo podía ver una rama de un castaño en la que ya existían dos brotes
de flores. Frankl, sorprendido cuenta que le preguntó si el árbol le contestaba
y ella le respondió que sí que le decía que él estaba allí y representaba la
vida eterna. Al hacerse amiga de una rama de un árbol la joven había encontrado
la forma de conectar con la vida e intentar ser feliz en sus últimas horas. A
pesar de las durísimas condiciones fue capaz de responder de forma afirmativa a
la pregunta de Einstein y experimentar el universo como amigo, bajo la forma de
un árbol.
Como Frankl ponía de
relieve claramente en su libro, cuyo título original en alemán era “Decir sí a
la vida a pesar de todo” Ury recuerda que tenemos el poder de escoger nuestra
actitud básica con respecto a la vida, que a su vez, va a influir directamente
en nuestras actitudes con respecto a los demás.
Con el permiso de la Moderadora: Se puede bajar el libro "Obtenga el sí": http://fgarciar.webs.ull.es/materiales/Obtenga_el_.pdf
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