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miércoles, 18 de noviembre de 2020

LA ARROGANCIA Y EL EXCESO DE CONFIANZA SON CONTAGIOSOS

 


Joey T. Cheng, Elizabeth R. Tenney, Don A. Moore y Jennifer M. Logg, en hbr.org del pasado 17 de noviembre , plantean que cuando una cultura de arrogancia permea toda una organización sus profesionales, como ocurrió por ejemplo en el caso de Enron sienten que son parte de un grupo de élite y que son más listos que todos los demás, con lo que pueden tomar decisiones muy arriesgadas bajo la ilusión de su propia invencibilidad.

Los autores  han realizado recientemente una investigación para analizar las razones por las que emergen y arraigan estas culturas de exceso de confianza y sus hallazgos revelan que el contagio social puede jugar un papel crucial pero escondido.

Los equipos y las organizaciones poseen distintas culturas y exhiben valores y normas algunas de las cuales son producto de la selección de los profesionales y de los mecanismos de reconocimiento. Por ejemplo este es el caso de las compañías que ofrecen grandes incentivos a los empleados que muestren un comportamiento muy competitivo o tomen muchos riesgos, con lo que fomentan los sentimientos de invencibilidad. Pero otra fuerza igual de importante ( y menos obvia) es el entorno social de la organización. Los humanos somos seres muy sociales y aprendemos de los demás, desde el lenguaje y los rituales religiosos hasta nuestras preferencias  alimentarias o valores morales. Cuando entramos en un entorno social en el que la arrogancia es la norma tendemos a adquirir este patrón mental.

En su investigación los autores han encontrado que las personas tendemos a volvernos arrogantes cuando los que nos rodean expresan un exceso de confianza en sí mismos, con la consecuencia final de que la cultura y las normas de la compañía terminaran fomentando esta conducta.

En uno de los 6 estudios realizados los autores han examinado si este fenómeno de contagio se manifestaba fuera de los límites de los grupos y han hallado que el exceso de confianza es contagiosos cuando proviene de un miembro de nuestro propio grupo y no cuando procede de alguien externo ya que as personas tendemos a adaptarnos selectivamente a las prácticas, estrategias y creencias de aquellos que son similares y con los que compartimos una identidad social o la adscripción a un equipo. Por tanto, los hallazgos sugieren que los profesionales sienten una mayor propensión a que se les “pegue” la arrogancia de sus supervisores directos o compañeros de equipo.

Gran cantidad de investigaciones ponen de manifiesto que los líderes que muestran un exceso de confianza ponen en situación de riesgo a sus compañías. Pero como parecen mostrar los estudios de Cheng y colaboradores el caos que pueden originar se extiende más allá de su temeraria toma de decisiones ya que pueden ser la primera pieza de domino en caer arrastrando a su empleados que a su vez influyen en sus compañeros.  Inspirar una cultura de exceso de confianza de esta forma es muy peligroso. Una de las lecciones a prender de Enron es que el éxito de una organización depende de cultivar las normas y clima social adecuados, que estén enraizadas en la realidad y no en delirios de grandeza. Comprender el peligro de contar con un grupo de profesionales que muestren un exceso de optimismo que nos hacen  olvidar las cautelas e inhiben nuestra capacidad de tomar decisiones informadas y correctas nos puede ayudar a identificar las raíces de las disfunciones y a cultivar un proceso de toma de decisiones más prudente y diseñar, de esta forma,  organizaciones pujantes.

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