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domingo, 5 de mayo de 2024

CONSEJOS PARA LOS DESMOTIVADOS

 


Robin Abrahams y Boris Groysberg en la edición de mayo – junio de Harvard Business Review plantean que en algún momento de nuestra carrera profesional llega un momento en el que la motivación y el interés se esfuman. Las tareas habituales se vuelven tediosas y resulta difícil reunir energía para nuevos proyectos. Aunque realizamos lo que tenemos que hacer para continuar siendo buenos profesionales o directivos, no estamos realmente presentes. Nos convertimos en fantasmas o zombies: “los muertos vivientes”.

William Kahn de la Universidad de Boston diagnosticó este problema como de “distanciamiento o retiro” en la década de los noventa del siglo pasado y tres décadas más tarde sigue rampante. Según la encuesta Gallup más reciente solo el 23% de los trabajadores en el mundo se sienten comprometidos con su trabajo. Un 59% no están comprometidos por lo que se esfuerzan lo menos posible y se sienten psicológicamente desconectados de su empleador, mientras un 18% están abiertamente descomprometidos, llegando a actuar deliberadamente contra los intereses de sus organizaciones.

Una encuesta reciente de la Asociación Americana de Psicología encontró que el 31% de los trabajadores encuestados se sentían exhaustos emocionalmente, el 26% no se sentían motivados para hacer las cosas lo mejor que podían, el 25% sentían ganas de no involucrarse y el 19% sentir irritabilidad, e incluso ira contra sus compañeros y clientes.

El desinterés y la falta de compromiso no solo se pueden considerar como experiencias desagradables, sino que pueden conducir a comportamientos autodestructivos como el cinismo, el retiro o abandono social y la indefensión aprendida, loe cuales impiden que las personas realicen cambios positivos en sus vidas.  

La mayor parte de los consejos dirigidos a abordar este problema se centran en los directivos y líderes organizacionales que tienen el poder de influir en los factores que promueven el compromiso, pero, también, es posible, que las personas a nivel individual, actúen para mantener su motivación o para recobrarla tras un periodo de profunda falta de compromiso, hasta en los casos de los trabajos más aburridos y tediosos.

Los autores, tras sintetizar diversas investigaciones sobre motivación en entornos laborales y de experimentar con varias estrategias, han desarrollado un proceso de cuatro pasos para recuperar la energía, al que llaman DEAR ( detachment, empathy, action and reframing) para interrumpir el ciclo de adormecimiento y parálisis y restaurar nuestras capacidades para abordar estos retos.

I.- INDIFERENCIA O DESAPEGO

Es importante dedicar tiempo a dar un paso hacia atrás para analizar de forma objetiva nuestra situación y los sentimientos que nos despierta. Cuando las personas se sienten infelices , en el trabajo o en general, tienden a interpretar los hechos y la información de forma negativa. Las cosas malas parece que son peores de lo que son, creen que van a durar siempre y que van a seguir pasándoles cosas malas independientemente de lo que hagan.

Es necesario tomar distancia y perspectiva para realizar elecciones inteligentes, para no estar reaccionando en modo lucha o huida. Uno de los mayores errores que se pueden cometer en el trabajo es dejar un trabajo y coger uno nuevo solo para escapar del anterior. Las prácticas siguientes pueden servirnos para liberarnos de las distorsiones cognitivas que están nublando nuestra toma de decisiones:

1.- Reflexionar y después separarnos

Al final del día debemos revisar lo que fue bien y tuvo importancia para nosotros. Esta práctica se ha visto que es útil para mejorar el estado de ánimo y el compromiso de las personas. Posteriormente desconectar mentalmente del trabajo, por ejemplo con un ritual físico como ordenar nuestra mesa, guardar el ordenador en un armario o fichar en el correo corporativo. Luego debemos intentar no pensar en el trabajo durante el resto del día para darnos tiempo para restaurar nuestra energía mental. Diversas investigaciones muestran que hacer esto incrementa el bienestar y reduce el agotamiento, mejorando nuestra resiliencia el día siguiente.

2.- Meditar

Estudios realizados por Herbert Benson demostraron que realizar durante 10 a 20 minutos una sencilla meditación dos veces al día produce una respuesta de relajación en el organismo que mejora tanto la salud física como mental y reduce la respuesta de lucha-huida. No necesitamos seguir técnicas complicadas; solo reservar tiempo para concentrarnos en una imagen o en una frase determinada mientras estamos sentados quietos o moviéndonos de forma rítmica. Cuando pensamientos que intenten distraernos traten de entrometerse debemos responder fortaleciendo nuestro foco.

3.- Mover nuestro cuerpo

Numerosas investigaciones muestran que el ejercicio, aunque sea una sola sesión, reduce el estrés y mejora el estado de ánimo y la función cognitiva. El movimiento físico recarga nuestra energía psicológica, lo que nos ayudará para volver a comprometernos con el trabajo. Solo un breve paseo por la oficina, mejor si puede ser en el exterior, puede marcar la diferencia. Algunas actividades pueden tener propósitos múltiples: prácticas como yoga o  tai-chi, pueden combinarse con meditación y actividades al aire libre o deportes pueden ser oportunidades para socializar.

3.- Pensar en tercera persona

Por extraño que pueda parecer cuando las personas se refieren a sí mismas de esta forma obtienen resultados beneficiosos. Estudios muestran que cuando las personas utilizan sus nombres, títulos o un pronombre de tercera persona en lugar de “yo” o “mi” en sus monólogos internos, son capaces de controlar mejor sus pensamientos, sentimientos y comportamientos ante una situación de estrés. Esta técnica ayuda a engañar al cerebro para que contemple nuestros problemas como si fuesen los de otras personas, lo que genera menos ansiedad que si son  los propios.

Ayudar a los demás es una de las mejores formas de sentirnos empoderados y hacer que el trabajo tenga más sentido, también se ha visto que reduce el burnout más que el recibir ayuda.

II.- EMPATÍA

Cuando nos sentimos desmotivados en el trabajo podemos culparnos por nuestra falta de interés y ambición. Pero mostrar compasión con nosotros mismos es crucial para volver a comprometernos. También es importante resistir el impulso de alejarnos de nuestro jefe y compañeros. Todos tenemos necesidades psicológicas, de interacción social, satisfacción intelectual y sentimientos de logro, entre otros y una  de las formas más fáciles de satisfacer estas necesidades consiste en ayudar a que los demás satisfagan las suyas.

Para desarrollar empatía los autores recomiendan:

1.- Practicar el autocuidado

Tenemos que recordar que nuestros pensamientos, sentimientos y valores importan y que no somos un recurso humano intercambiable útil para alcanzar las metas de la organización, por lo que debemos reconocerlos y mostrarnos  amables con nosotros mismos.

2.- Tratar a las personas como personas

Independientemente de cómo nos sintamos, siempre podemos mejorar nuestras interacciones con los compañeros y clientes si miramos a los ojos, observamos las sutilezas sociales  y apreciamos la contribución de cada persona. Una señal de la falta de compromiso es la despersonalización y para combatirla debemos empezar por reconocer la humanidad de los demás.

3.- Hacer preguntas

La empatía requiere sentir curiosidad por los demás, lo que implica observar su comportamiento, escuchar lo que dicen, hacer preguntas y prestar atención a sus respuestas. Debemos intentar entender las distintas formas de pensar y conocimientos de los que nos rodean, ya sean nuestros clientes, jefes y compañeros de nuestro departamento y de otros. Buscar, deliberadamente, nuevas perspectivas incrementa el compromiso intelectual, ayuda a crear relaciones en el trabajo y puede conducir a nuevas formas de cambiar o rediseñar un trabajo ingrato.

4.- Buscar amigos

Tenemos que intentar encontrar personas que nos gusten en el trabajo. Uno de los 12 elementos que Gallup ha descubierto que contribuyen al compromiso en el trabajo es: “tener un mejor amigo en el trabajo”. Por tanto, debemos buscar personas que conecten personalmente con nosotros y tenemos que procurar construir una amistad real con ellas. La idea es que de esta forma el entorno laboral será más divertido e interesante aunque el trabajo en si pueda resultarnos frustrante.

5.- Ayudar a los demás

Esta es una de las mejores maneras de sentirnos empoderados y de hacer que nuestro trabajo tenga más significado. Podemos hacerlo como parte de nuestro trabajo o de forma más “extracurricular” como, por ejemplo, organizando la nevera de la oficina, explicar el funcionamiento del correo al nuevo compañero o haciendo labores de mentor con un colega con menos experiencia.

III.- ACCIÓN

Diversas investigaciones muestran que los trabajadores que no se sienten comprometidos con frecuencia buscan vías de escape a través del alcohol o las drogas, dedican muchos tiempo a navegar por internet o a atender sus asuntos personales en el trabajo y pueden llegar a comportarse de forma poco profesional. Pero, esta energía improductiva puede canalizarse de manera más positiva. Entre las formas de hacerlo tenemos:

1.- Abordar las pequeñas tareas

Estudios muestran que cuando hacemos progresos hasta  en tareas que podemos considerar como  triviales o menores nuestro estado de ánimo mejora, así como nuestras posibilidades de que seamos capaces de abordar tareas más importantes. Teresa Amabile llama a este fenómeno: “el poder de los pequeños triunfos”, que son, finalmente, movilizadores clave del compromiso. Por lo que aunque la mejor práctica sea enfrentarnos primero al trabajo más importante, aquellos a los que les falte motivación pueden comenzar por tareas más sencillas que tengan en su lista.

2.- Dedicar tiempo a actividades ajenas al trabajo

Múltiples estudios muestran que realizar  actividades ajenas al trabajo que consideremos gratificantes consiguen que las personas se sientan menos distraídas y  tengan más energía para abordar trabajos poco satisfactorios. El compromiso y la falta de éste tienden a transferirse de un entorno a otro. Hobbies, trabajos de voluntariado, etc, nos pueden ofrecer un sentimiento de empoderamiento y reconexión que se transfiere, también, ,a nuestro trabajo. Si nuestro trabajo no nos resulta satisfactorio encontrar externamente aquellas actividades que si son gratificantes va a hacer que éste sea más tolerable.

3.- Rediseñar nuestro trabajo

Muchos trabajadores cuentan con cierta libertad para redefinir sus trabajos para adaptarlos a sus fortalezas y pasiones. Puede ser aditivo (luchar por responsabilidades más interesantes o mejores recursos) o consistir en intentar sustraer intentando minimizar la carga de trabajo o el impacto emocional y cognitivo de nuestro trabajo. Debemos hacerlo de forma estratégica ya que estrechar nuestro foco hacia tareas críticas relacionadas con la misión puede ser necesario para mantener nuestro desempeño en un rango aceptable pero puede bloquear el tipo de curiosidad y de construcción de relaciones que son necesarios para nuestro bienestar.

4.- Gamificar

Hasta las tareas con menos sentido pueden ser extrañamente motivadoras si las convertimos en un puzle o competición. Por tanto podemos intentar juegos mentales para despertar nuestro instinto competitivo o ponernos límites en el tiempo o concedernos estrellas de oro si alcanzamos nuestras metas. Estos juegos no tienen que referirse exclusivamente a recompensar la productividad, puede ser, por ejemplo,  algo como Buzzword Bingo que nos mantenga despiertos durante una reunión aburrida.

5.- Pretender que somos otros

Investigaciones muestran que solo imaginar que somos otra persona puede mejorar nuestro desempeño, al menos en un corto plazo. Preguntarnos cómo un mentor favorito o un personaje de ficción gestionaría una situación puede interrumpir ciclos mentales negativos, así como reconectarnos con nuestra faceta más juguetona e imaginativa.

6.- Vestirnos para el papel

Estudios indican que la forma en la que vestimos nos puede ayudar para entrar en el personaje que tenemos que desempeñar en el trabajo. La ropa especial para el trabajo puede hacer que nos sintamos más profesionales y seguros y ayuda a transmitir esta confianza a los demás.

IV.- REFORMULAR

Podemos reformular nuestros pensamientos sobre el trabajo de esta manera:

1.- Examinar nuestra identidad en el trabajo

Muchas personas tienen roles informales en el trabajo, por ejemplo: maestro, visionario, persona lógica. Tenemos que identificar cuáles son y con cuáles nos sentimos auténticos y cómodos para luego tratar de ponerle un nombre que describa nuestro rol especial o estilo de trabajo. Esto nos va a servir para ayudarnos a reconocer los elementos más significativos y gratificantes de nuestro trabajo.

2.- Ampliar nuestra visión

Tenemos que concentrarnos en el propósito más elevado de nuestro trabajo, como se recoge en el relato de un hombre poniendo ladrillos y otro ayudando a construir catedrales. Múltiples estudios han mostrado que las personas podemos tener un mejor desempeño y durante más tiempo aunque las tareas sean aburridas o desagradables si conocen cómo esas tareas están conectadas a una meta más importante. En lugar de centrarnos en el cómo y el qué del proceso de una tarea debemos centrarnos en el porqué: la razón para hacerla.

3.- Considerar cómo otros se benefician de nuestro trabajo

Esta es una de las formas más eficaces de reformular nuestro trabajo. Podemos ayudar a los demás inherentemente al hacer nuestro trabajo o al ser la persona que aporta el dinero en nuestra familia, por ejemplo. Gran cantidad de investigaciones han mostrado que este objetivo puede ayudar a motivar a las personas cuando tienen que realizar tareas desagradables.

 

 

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