¿POR QUÉ LOS JAPONESES NO LLORAN? LECCIONES DESDE JAPÓN

En los tres últimos meses mucho se ha escrito y hablado sobre la actitud de los japoneses ante las crisis y especialmente ante una de la magnitud del terremoto del pasado marzo y de sus consecuencias posteriores ya que están dando una lección de cómo se deben aceptar las desgracias y reponerse a ellas con entereza. En todos los casos los autores coinciden en que existen unas características culturales que les ayudan a superar las dificultades y que resulta conveniente recordarlas.

En una conferencia que se tituló: “LOS JAPONESES NO LLORAN Cómo salir reforzados de la dificultad. La experiencia Japonesa”, celebrada el pasado 8 de junio, Tomás Zumárraga, presidente de la Asociación Española de Empresas Japonesas, analizó las razones del éxito del modelo empresarial y de gestión japonés, y Carlos Hernández, presidente de DOSABRAZOS, centró su exposición en las lecciones aprendidas y la visión para gestionar personas. Plantearon lo siguiente:

El éxito de Japón hay que analizarlo desde 1945 cuando destruidas las infraestructuras la sociedad japonesa tuvo que afrontar una realidad en la que carecían de petróleo no tenían materias primas y los mercados se encontraban a 30 días en barco. Contaban, sin embargo con un gran activo que eran las personas que tenían en ese momento una firme voluntad de superar la pobreza y alcanzar el bienestar.
Los valores que primaron en las empresas fueron: lealtad absoluta por parte de los trabajadores viéndose recompensados por la seguridad en el empleo, una fortísima orientación al cliente, planificación a largo plazo, trabajo en equipo y kaizen o mejora continua que les permitía ir adaptándose a las dificultades. Todas estas medidas las apoyaron con un gran apoyo a l I+I+D.

En la actualidad los valores de las nuevas generaciones van cambiando y no quieren sacrificarse como antes por la seguridad en el trabajo, ya que las empresas ya no pueden garantizarla. El plan del gobierno se ha centrado en fomentar el conocimiento en las personas a través de un alto nivel de formación para desarrollar el talento y se han volcado en I+I+D para asegurar el bienestar pero el resultado hasta el momento no es el esperado.

La sociedad japonesa tiene como símbolo el cerezo que significa pasión sosegada. Los japoneses están acostumbrados a los desastres naturales y los aceptan. Su cultura está marcada por:

La ética del confucianismo: el confucianismo ve solamente al hombre realizado en tanto ser social que ocupa un puesto y desempeña una función, no como un ser aislado. En la idea confuciana de la sociedad utópica, la jerarquía no es sólo social, sino también moral. Los valores derivados son disciplina, austeridad, fidelidad a la autoridad, trabajo y gran cortesía: no expresan las emociones personales, autocontrol y el gran valor que es la lealtad

El budismo que implica que vivir es sufrir con algunas experiencias agradables, no apetecer, ni ambicionar o codiciar. Hay que vaciar el yo egoísta hacia el todo del universo y ayudar a los demás por lo que demuestran gran solidaridad.

En la mitología japonesa, todos los comportamientos que resultan en relaciones positivas con los demás son premiados mientras que las acciones individualistas o antisociales son condenadas. Exteriorizar el sufrimiento implica cargar de energía negativa a quienes nos quieren o simplemente nos rodean, por eso se dice que “los japoneses no lloran”, cuando en realidad el sentimiento claro que está presente, el japonés es cálido pero respetuoso hacia quienes le rodean, lloran pero no en público,

El éxito del modelo de gestión japonés descansa sobre los siguientes pilares:

• La mejora continua (Plan- Do- Check - Act). Lo importante es evaluar los resultados y tomar acciones correctoras para volver a ejecutar el plan.

• Orientación al largo plazo. Para mejorar hay que medir. Se mide todo en números. La referencia es el plan, la clave es el plan y el compromiso de cumplirlo. El valor es la capacidad de mejorar la gestión. La medición de todos los KPIs (indicadores claves de desempeño) y los ratios; “lo que realmente tiene valor para el equipo es la capacidad de mejorar la gestión de la compañía en todos los KPIs y hacerlo todos a la vez. El número de personas es clave en el modelo japonés; hay que ser capaz de hacer las cosas con menos personas-

• Orientación: al cliente interno y externo y al control de calidad total. Siempre hay que buscar la satisfacción del cliente-


• Orientación al equipo: lo que tiene valor es el equipo no la persona. Si un miembro fracasa, fracasa el equipo. Harán lo imposible para que trabaje bien.

• Transparencia para facilitar la integración de las personas en el equipo y lograr que asuman los valores de la empresa.


• El poder del sentido de pertenencia: Se sienten orgullosos de pertenecer a la empresa, y ese orgullo les empuja a mejorar y superarse para mejorar y a retener la confianza del cliente y la sociedad. Les impulsa también a tener un espíritu de superación.

• Observación: filosofía 3 GENN: primero hay que observar el problema, segundo observar en el sitio real donde ocurre y tercero hay que tomar la decisión en el lugar donde ocurre el problema. Esta tiene que ser decisiva pero después de una planificación rigurosa y hay que medirla.

• Kaizen: mejorar sin emplear grandes recursos, pensando y observando. Mirar y ver, escuchar y oír para aumentar la producción y la calidad, disminuir los consumos y los desperdicios, disminuir los gastos y el número de personas dedicadas a esa tarea. Los japoneses gestionan el cambio sin parar.

• El sentido de la responsabilidad. El “hacer lo que se tiene que hacer” comprometiéndose y asumiendo las consecuencias

• La preocupación por trabajar por el bien común y su capacidad de sacrificio entendido no como dolor sino como un esfuerzo pragmático para conseguir un beneficio mayor

Carmen Morales en el blog “En evolución” completa esta visión de la cultura japonesa destacando los siguientes valores

1. La tendencia a esconder las propias emociones: como ya hemos comentado por supuesto que los japoneses son sensibles a sus propias emociones y sentimientos, sin embargo no intentan mostrar las emociones negativas, como por ejemplo tristeza o enfado, por respeto a los otros, para no hacer que se sientan incómodos o preocupados por ellos. No obstante, en ocasiones pueden expresar esas emociones negativas de maneras extrañas, como a través de la sonrisa cuando están enfadados. Los japoneses intentan esconder su tristeza y sus lágrimas en público incluso en situaciones extremas como la pérdida de un ser querido, y si lloran, lo hacen en completo silencio.

2. El “Wa” (la armonía): los japoneses sienten que la armonía es importante para no generar conflicto con los demás. Así pues, la expresión de las emociones y su lenguaje son indirectos y/o superficiales de modo que su significado no pueda ser comprendido en su totalidad por si pudiera dañar o afectar al interlocutor.

3. La ambigüedad: A veces se critica a los japoneses por no decir abiertamente un “sí” o un “no”, pero de hecho, sí transmiten sus intenciones en sus comentarios. Trabajando con japoneses te das cuenta que a través de frases ambiguas y comentarios indirectos, están rechazando tus planteamientos o propuestas… por eso, más que a nadie, hay que aprender a leerles entre líneas.

4. La modestia: En Japón la modestia consiste en ensalzar a los otros colocándoles por delante de ti y controlando la auto-afirmación. La modestia es considerada una virtud en las relaciones interpersonales. Cuando reciben un cumplido o por ejemplo un feedback positivo en su trabajo, lo niegan absolutamente diciendo que no es verdad, que es el resultado del trabajo de todos, en vez de reconocerlo y dar las gracias.

5. La humildad y la reserva: Tanto cuando hablan de ellos mismos como de su familia, los japoneses lo hacen de una manera humilde, evitando cualquier tipo de presunción.

6. La paciencia y la diligencia: la sociedad japonesa refuerza que los niños aprendan desde pequeños a trabajar de manera diligente y sin quejarse, y ser paciente lo consideran una virtud. Evidentemente esta mentalidad puede convertirse en una enorme fuente de estrés y conducir al Karoshi (muerte por exceso de trabajo), por eso en los últimos años la sociedad japonesa ha reaccionado: demanda tiempo libre y está más orientada al ocio.

7. La vergüenza: los japoneses piensan que pasar vergüenza en público o avergonzar a alguien es humillante, y por eso desde pequeñitos les enseñan a no hacer cosas que les puedan ser vergonzosas en público y a no avergonzar a nadie.

8. La puntualidad: Este es el motor que mueve a Japón: son extremadamente puntuales.


Una visión distinta sobre la cultura japonesa en la empresa la ofrece Amelie Nothomb en Estupor y Temblores libro en el que narra sus experiencias al trabajar un año en una empresa japonesa en Japón. Este libro estuvo a punto de provocar una crisis diplomática entre Japón y Bélgica, país de origen de al autora, previamente una gran enamorada de Japón, donde había vivido de niña.

Como reflejo de los valores que hemos mencionado tenemos a los muñecos Daruma que son figuras votivas sin brazos ni piernas y representan a Bodhidharma (Daruma en japonés), el fundador y primer patriarca del Zen.

Dice la leyenda que el maestro Daruma perdió los brazos y las piernas de estar tantos años escondido en una cueva meditando y sin utilizarlos.
Los colores típicos son rojo, amarillo,verde y blanco. El muñeco tiene una cara con bigote y barba pero sus ojos son blancos del todo. Los ojos del daruma se utilizan como recordatorio y motivación a cumplir metas o grandes tareas. El dueño del muñeco pinta una pupila redonda (usualmente del ojo derecho) al establecer su meta; cuando esta se ha cumplido se procede a pintar el otro ojo. Un daruma con una sola pupila suele colocarse donde este sea visible, a manera de constante recordatorio del trabajo que debe hacerse para lograr el objetivo.
Al tener una forma ovoide y su centro de gravedad bajo, algunos de ellos vuelven a su posición vertical al ser empujados hacia un lado, como un tentetieso. Esto representa simbólicamente el optimismo, la persistencia y la determinación