En dos entradas
anteriores hemos visto las ideas que plantea Olivia Fox, en su libro “El mito del carisma”, sobre el concepto del carisma y los obstáculos con los que nos
encontramos a la hora de su desarrollo. La autora propone que tras conocer
éstos es el momento de crear los estados mentales adecuados que nos ayudarán a
alcanzar todo nuestro potencial carismático, al mismo tiempo que aprendemos a
aumentar nuestra confianza y a transmitir cordialidad y poder, dos de los tres
componentes cruciales del carisma según Fox.
La estrategia a
desarrollar es:
I.-
VISUALIZACIÓN.
Es una de las
herramientas disponibles más eficaces para potenciar el carisma, dados sus
poderosos efectos mentales y fisiológicos. Una visualización acertada puede
ayudarnos a aumentar nuestra confianza interna, así como nuestra habilidad para
proyectarla. Simplemente utilizando las imágenes mentales adecuadas, nuestra
mente subsconsciente enviará, por todo el cuerpo, una reacción en cadena de
señales de seguridad en nosotros mismos. Olivia Fox sugiere los siguientes PASOS PARA PRACTICAR LA VISUALIZACIÓN DE LA CONFIANZA:
1.- Cerrar los ojos y procurar relajarnos.
2.- Recordar una
experiencia del pasado en la que sentimos una sensación de triunfo absoluto, como por ejemplo ganar un
premio por nuestra actividad.
3.- Escuchar los
sonidos que hay en la estancia: el murmullo de aprobación, la oleada de
aplausos,…
4.- “Ver” las sonrisas
y expresiones de cordialidad y admiración en la cara de la gente.
5.- “Sentir” los pies
afirmados en el suelo y los apretones de mano con que le felicitan.
6.- Experimentar, sobre
todo, los sentimientos que estamos sintiendo: la sensación de confianza que
está creciendo en nuestro interior.
Con esta técnica
algunas personas alcanzan grandes resultados desde su primera visualización y
otras no tanto, por lo que hay que continuar practicando procurando crear cada
vez imágenes más detalladas.
Otra alternativa
consiste en la utilización de frases clave seleccionadas para que nos centremos
mentalmente en ellas e intentemos
conseguir la calma y serenidad. Entre ellas tenemos:
“Dentro de una semana o
de un año, ¿algo de esto tendrá importancia?”
“También esto pasará.
Sí, pasará”.
“Busque pequeños
milagros que suceden en este mismo momento”.
“Disfrute con la
confusión”.
“¿Y si pudiera confiar
en el universo, incluso con esto?”
Pueden ser útiles en
momentos de pánico en los que nuestro cerebro se queda en blanco y lo único que
podemos recordar son frases sencillas.
También podemos añadir
un elemento sensorial real a nuestras visualizaciones como por ejemplo escuchar
música mientras verbalizamos estas frases, eligiendo canciones que sabemos nos
darán energía y confianza especiales. Si añadimos movimientos como los gestos que reproducen los que
hacemos cuando conseguimos algo reforzaremos emociones específicas. En casos de ansiedad puede ser útil visualizar
el abrazo de una persona querida.
II.-
DESARROLLO DE LA CORDIALIDAD.
La cordialidad, como ya
hemos visto, es uno de los componentes
clave de la conducta carismática. Puede hacer que los demás confíen en nosotros
y quieran ayudarnos. Es una cualidad difícil para muchas personas porque no es
algo natural para ellas. Fox propone, en estos casos, utilizar una serie de
pasos para desarrollarla potenciando:
1.-
LA GRATITUD. Es el primer paso y nos sirve para
entrar en contacto con la cordialidad dirigida a la vida en general y a nuestra
vida en particular. Tiene la ventaja para los que se sienten incómodos para
conectar con los demás y es que nos brinda la oportunidad de ofrecer una
cordialidad carismática sin tener que conectar con nadie.
Pocas cosas destruirán
nuestras oportunidades de alcanzar algo como el dar la impresión de
desesperación, necesidad o resentimiento. La gratitud es un gran antídoto
contra todos estos sentimientos negativos porque surge al pensar en cosas que
ya tenemos, desde artículos materiales o experiencias hasta relaciones. La
gratitud puede actuar como un gran conductor de carisma al devolvernos al
presente y darnos acceso inmediato a sentimientos de confianza y cordialidad.
El problema está en que
para la mayoría la gratitud no resulta fácil porque los seres humanos estamos
programados instintivamente para la adaptación hedonista que es la tendencia a dar por sentado lo
bueno que tenemos. Decirnos a nosotros mismos que deberíamos estar agradecidos
suele ser contraproducente, ya que sólo puede producir culpabilidad.
La autora recomienda
las siguientes TÉCNICAS PARA PONER EN
PRÁCTICA LA GRATITUD:
a).-
Centrarse en el presente: cuando nos moleste algo de menor
importancia debemos recordar que dejar que nuestra mente se concentre en esa
molestia puede perjudicar nuestro lenguaje corporal y para contrarrestarlo debemos:
1a).- Recorrer nuestro
cuerpo de la cabeza a los pies y encontrar tres cosas que aprobemos. Podemos
estar agradecidos por tener pies y dedos que nos permiten caminar u ojos que
nos permiten leer.
2a).- Observar nuestro
entorno. Mirar alrededor y encontrar tres cosas agradables a la vista, incluso
las más pequeñas.
b).-
Usar la óptica de una tercera persona: para esta técnica
necesitamos sentarnos para escribir y seguiremos los siguientes pasos,
dedicando todo el tiempo que sea necesario, ya que limitarnos a pensar en el
relato y no escribirlo no resulta tan efectivo:
1b).- Empezar por describir
nuestra vida como si fuésemos un observador externo, centrándonos en todos los
aspectos positivos que se nos ocurran.
2b).- Escribir sobre
nuestro trabajo y sobre las personas con las que trabajamos. Describir nuestras
relaciones personales y las cosas buenas que los amigos y familiares pueden decir de nosotros.
Mencionar unas cuantas cosas positivas que nos hayan ocurrido ese día y las
tareas que ya hemos completado.
2.-
LA BENEVOLENCIA Y LA COMPASIÓN. Constituyen el segundo
paso para desarrollar la cordialidad que se va a centrar en los demás. La buena
voluntad es una manera muy eficaz de tanto
de proyectar cordialidad como de crearla en los demás. Cuando nos concentramos
de verdad en el bienestar de alguien, nos sentimos más conectados a ellos y los
demás nos perciben como alguien lleno de cordialidad, disparándose nuestro
cociente de carisma.
Utilizar la
benevolencia, entendida como el desear
lo mejor para los demás, en
nuestras interacciones diarias puede infundir más cordialidad, amabilidad,
afecto y compasión en nuestro lenguaje corporal, todas ellas cualidades muy
carismáticas. La benevolencia mejora cómo nos sentimos mientras inunda nuestro
sistema de oxitocina y serotonina que
nos producen una sensación de bienestar.
Olivia Fox sugiere
utilizar los SIGUIENTES EJERCICIOS PARA
DESARROLLAR ESTA CUALIDAD:
a).- Tratar de
encontrar tres cosas que nos gusten de la persona hacia la que queremos sentir
benevolencia. Cuando empezamos a buscar elementos positivos nuestro estado
mental cambia en consecuencia y posteriormente impregna todo nuestro lenguaje
corporal.
b).- Visualizar. Esta
técnica la propone la neurocientífica Privahini Bradoo y consiste en que en
cualquier interacción imaginemos que la persona con la que estamos hablando y
todos los que nos rodean tienen unas alas de ángel invisibles. Esto nos puede ayudar a cambiar de
perspectiva ya que, aunque sólo sea por
un segundo, el poder ver a alguien como un ser fundamentalmente bueno puede
hacer que nuestra reacción emocional hacia esa persona sea más cálida, lo cual cambiará todo nuestro lenguaje
corporal. Podemos imaginar que nosotros
también tenemos alas y que formamos todos un equipo
de ángeles que trabajamos juntos con entusiasmo.
c).- Utilizar frases.
Por ejemplo al mirar a alguien pensar que nos cae bien o tratar de recordar
esta directriz: “Ame todo lo que pueda dondequiera que esté” o esta frase: “De
todas las opciones que tengo ante mí ahora, ¿cuál aportaría más amor al mundo?”
Para la mayoría de las
personas estas técnicas al ayudar a centrarse en desear lo mejor a los demás
son suficientes para sentir cordialidad, pero para otras no basta porque puede
que la persona hacia la que queremos mostrar buena voluntad se muestre
antipática, lejana o poco receptiva o nos
sentimos resentidos o irritados con ella. En estos casos debemos procurar ir un
paso más allá de la benevolencia hacia la empatía y la compasión, teniendo en
cuenta que:
Benevolencia significa
que le deseamos lo mejor a alguien, sin que sepamos necesariamente qué es lo
que siente.
Empatía implica que
comprendemos lo que siente.
Compasión se puede
considerar como la suma de benevolencia y empatía: comprendemos cómo se siente
y le deseamos lo mejor.
Paul Gilbert, uno de
los principales investigadores en el campo de la compasión, describe el proceso
de acceder a ella de la siguiente manera: primero llega la empatía, la
capacidad de comprender lo que siente alguien, de detectar angustia; luego la
simpatía, sentirnos emocionalmente conmovidos por la angustia y después la
compasión que surge del deseo de que nos importe el bienestar de la persona que
sufre.
Fox propone seguir las
siguientes ETAPAS PARA PRACTICAR LA
COMPASIÓN hacia alguien conocido:
a).- Imaginar el pasado
de esa persona y pensar en qué habría pasado si nosotros hubiésemos nacido en
sus circunstancias y en su familia, reflexionar sobre cómo fue crecer en
esa situación familiar. Es posible que lleguemos a la conclusión de que si
nosotros hubiésemos experimentado sus
experiencias quizás seríamos ahora como ellos.
b).- Imaginar el
presente de esa persona. Tratar de ponernos en su lugar en este momento y
pensar lo que puede estar sintiendo.
c).- Mirarla y
preguntarnos, en caso de que sea necesario: ¿Y si fuera su último día de su
vida? ¿Cómo reaccionaríamos?
3.-
LA AUTOCOMPASIÓN. Es el tercer paso y es la clase de cordialidad
menos cómoda: la cordialidad hacia nosotros mismos. La autora al hablar de este
tema plantea primero la distinción entre tres conceptos que considera clave:
La autoconfianza
entendida como la fe en nuestra capacidad para hacer algo o aprender a hacerlo.
La autoestima
considerada como el grado de nuestra aprobación o valoración de nosotros
mismos. Con frecuencia es una evaluación comparativa con respecto a otros.
La autocompasión o
cordialidad que sentimos por nosotros mismos, especialmente cuando pasamos por
una experiencia difícil.
Es posible tener una
gran autoconfianza, pero una autoestima y una autocompasión muy baja. Recientes
investigaciones sobre ciencia conductual indican que puede ser más saludable
centrarse en la autocompasión que en la autoestima, ya que la primera se basa
en la aceptación de nosotros mismos y la segunda en ala autocomparación y
valoración social.
Las personas con una
autocompasión elevada presentan una resistencia emocional mayor ante las
dificultades diarias y menos reacciones negativas ante las situaciones
difíciles. Los errores personales les generan menos autocrítica por lo que
están más dispuestos a reconocerlos. Cuanto
más alto es el nivel de autocompasión , más bajo es el sentimiento de pena por
nosotros mismos, ya que la autocompasión es sentir que lo que nos ha sucedido
es desafortunado, mientras que la lástima por nosotros mismos es sentir que es
injusto, lo que nos conduce al resentimiento y a la amargura y a sentirnos más
aislados y alienados.
La autocompasión nos
ayuda a perdonarnos cuando no hemos dado la talla e impide que las críticas
internas nos dominen y se evidencien en nuestra cara destruyendo nuestro
potencial carismático. Aporta un gran número de beneficios entre los que
podemos destacar: disminución de la ansiedad y la depresión, mejora de las
relaciones y mayores sentimientos de conexión social y satisfacción con la vida
o aumento de la capacidad de manejar acontecimientos negativos.
Kristen Neff, una de
las investigadoras más destacadas sobre este tema la define como un proceso en
tres pasos:
1º).- Darnos cuenta de
que tenemos dificultades.
2º).- Responder con
bondad y comprensión hacia nosotros mismos cuando suframos o nos sintamos incompetentes,
en lugar de criticarnos duramente.
3º).- Comprender que
sea lo que sea que estamos pasando lo mismo lo experimentan comúnmente todos
los seres humanos y recordar que todos pasamos por tiempos difíciles.
Olivia Fox recomienda
las siguientes TÉCNICAS PARA PONER EN
PRÁCTICA LA AUTOCOMPASIÓN:
a).- Anotar cinco
maneras en las que ya cuidamos de nosotros cuando pasamos una mala época y
destacar las que encontramos que han sido especialmente efectivas.
b).- Metta: es una
práctica de compasión y autocompasión budista con miles de años de existencia y
que consiste en la práctica consciente de desarrollar buenas intenciones hacia
todos los seres. La metodología es la siguiente:
1b).- Sentarnos
cómodamente, cerrar los ojos y respirar profundamente dos o tres veces. Al
inspirar imaginar que atraemos masas de aire puro hacia la parte superior de la
cabeza, para posteriormente dejar que recorran velozmente todo nuestro cuerpo,
desde la cabeza a los pies mientras espiramos, llevándose con ellas todas
nuestras preocupaciones.
2b).- Pensar en alguna
ocasión de nuestras vidas en las que hayamos hecho una buena obra, grande o
pequeña, un momento de generosidad y valor. Concentrarnos en ese recuerdo un
momento.
3b).- Pensar en un ser
presente o pasado, mítico o real que pudieran sentir un gran afecto por
nosotros, puede ser una persona, una mascota o incluso un animal de peluche.
4b).- Imaginar a este
ser en nuestra mente, su cordialidad, su bondad, su compasión y sentir como su cordialidad
se irradia hacia nosotros.
5b).- Vernos a través
de los ojos de esos personajes, con cordialidad, bondad y compasión. Sentir
como nos ofrecen su perdón por todo lo que nuestro crítico interno nos dice que
está mal. De esta forma estamos totalmente perdonados.
6b).- Sentir como nos
dan su aceptación de todo corazón, tal como somos en ese momento, con todas
nuestras imperfecciones.
Pensar y repetir que
somos perfectos y que en este estadio de crecimiento somos perfectos, con todo
lo que hay en nuestra cabeza y en nuestro corazón, con todas nuestras
imperfecciones somos perfectos y que nos
aprueban plenamente tal como somos.
c).- Colgar por toda la
casa o en el despacho fotografías de personas (familiares, amigos o figuras
públicas con las que compartimos valores
como el Dalai lama o Nelson Mandela) por las que sentimos afecto y que
lleven cordialidad a nuestro corazón. También se puede utilizar la lectura y
recopilación de frases sabias que nos transmitan cordialidad.
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