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miércoles, 2 de abril de 2014

¿PODEMOS TENER AMIGOS EN EL TRABAJO SI SOMOS LOS JEFES?






Peter Bregman, director general de Bregman Partners, Inc, empresa de consultoría especializada en desarrollo de liderazgo y autor de diversos libros sobre el tema, en un artículo publicado recientemente en Harvard Business Review , planteaba cómo se pueden tener amigos en el trabajo cuando eres el jefe.

La experiencia muestra que el trato que damos a los amigos, cuando somos jefes, normalmente  no es equitativo con respecto al  que ofrecemos al resto de profesionales a nuestro cargo. En ocasiones éstos pueden aprovecharse  de esta circunstancia, no hacer lo que se les pide y no responder con el desempeño adecuado. El resultado es que estas conductas dañan tanto a la organización como  a la reputación del directivo. Los profesionales se sienten desmotivados ante la aparente injusticia en el trato y su compromiso se resiente. El problema surge porque el directivo puede sentir empatía y trata de justificar la actuación de sus amigos porque se preocupa por ellos, mostrándose ciego a las repercusiones negativas que tiene su comportamiento. 

Numerosas investigaciones apoyan la idea de que tener amigos en el trabajo hace que nos sintamos más felices en el mismo y más comprometidos. Pero estos estudios no abordan el hecho de que las amistades en el trabajo pueden ser complicadas, especialmente si una de las partes es el jefe de la otra. Los líderes experimentados procuran no tener amistad con sus subordinados. 

Bregman propone 4 reglas para ayudar a los altos directivos a mantener su liderazgo mientras conservan sus amistades en el trabajo:

1.-  Tener un compromiso claro y fuerte con los objetivos de la organización. De esta forma se facilita la toma de decisiones duras alineadas con el propósito  de la misma. Mantener una actitud abierta, transparente y apasionada sobre ese compromiso, siendo conscientes de que algunas personas, probablemente amigas, no van a estar de acuerdo con nosotros.

2.- Estar cómodo con las emociones fuertes. Esto incluye tanto las propias como las de los demás. Si actuamos de acuerdo con nuestros compromisos con la organización con integridad, en ocasiones los que nos rodean se enfadarán con nosotros, se sentirán ofendidos, se replegarán o adoptarán una conducta pasivo-agresiva. Aunque parezca una actitud insensible ante estas situaciones tenemos que aceptar que nos es nuestra obligación arreglarlas y que podemos escuchar, mostrar empatía y apoyo, pero que no vamos a ser tan dependientes de sus sentimientos que no vamos a liderar la organización de la forma que creemos debemos hacerlo.

3.- Desarrollar las  habilidades necesarias para la amistad. Necesitamos dominar las capacidades que nos puedan permitir mantener las amistades a pesar de los desacuerdos y simultanear los roles de amigo y directivo. Entre ellas destacan la integridad inquebrantable, la escucha con empatía y el mantenimiento de fuertes límites.

4.- Estar preparado para perder amigos. Es importante aceptar que no podemos controlar lo que va a pasar con una amistad, ya que aunque actuemos de acuerdo con las recomendaciones anteriores la otra persona puede no estar de acuerdo con nuestras decisiones. En estos casos tenemos que experimentar tristeza por la pérdida y seguir adelante. Para paliar los efectos de esta desilusión el autor recomienda procurar tener muchos amigos que ayuden a  mitigar el impacto de perder a uno que no es capaz de comprender nuestras decisiones.

Estas recomendaciones son difíciles de seguir. Para Bregman la habilidad clave que subyace en todas es el coraje emocional o el deseo de actuar de forma serena al enfrentarnos a emociones profundas.

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