En la revista
correspondiente al mes de mayo de Harvard Business Review, W. Chan Kim y Reneé Mauborgne profesores de estrategia y de management en INSEAD y codirectores del
Blue Ocean Strategy Institute, proponen que, para reconducir la situación que ha puesto en
evidencia la encuesta de Gallup sobre las percepciones de los trabajadores en
Estados Unidos en 2013 (Gallup´s 2013 State of the American Workplace report): 20% de la población activa descontenta
de forma contraproducente ya que influyen negativamente en sus compañeros,
faltan al trabajo o prestan un servicio malo ( se estima que cuestan a la
economía americana aproximadamente medio
trillón de dólares anualmente) , 50% acuden al trabajo sin más y sólo un 30% se sienten comprometidos para
realizar una buena labor, se utilice el modelo de liderazgo del “océano azul”
para liberar el talento que no está explotado y la energía de los profesionales
en las organizaciones.
La mayoría de los
ejecutivos reconocen que uno de los retos más grandes a los que se enfrentan es
el de estrechar la distancia que existe entre el potencial y el talento y la
energía que liberan realmente las personas a las que lideran. El problema surge
porque, en muchas ocasiones, no saben qué medidas y qué cambios tienen que
adoptar para conseguir que sus profesionales den lo mejor de sí mismos y
consigan obtener un alto impacto.
Kim y Mauborgne
plantean que el liderazgo se puede considerar, en esencia, como un servicio que las personas
en las organizaciones “compran” o “no compran”. Todo líder tiene, en este
sentido, unos clientes que son sus jefes a los que tiene que presentar unos
resultados y unos seguidores que necesitan su guía y apoyo para conseguirlos.
Cuando estos últimos valoran sus prácticas de
liderazgo, lo “compran” y sienten
la inspiración y el deseo de lograr la excelencia y de comprometerse, pero si
“no lo compran” se desentienden y no se comprometen.
El liderazgo del
“océano azul” se centra en la realización de un proceso que consta de cuatro
etapas que permiten a los líderes obtener una comprensión clara de los cambios
que tienen que acometer para lograr que sus profesionales den lo mejor de sí
mismos, conservando su más preciado recurso: el tiempo. Estas fases son:
I.-
CONOCER LA REALIDAD DEL LIDERAZGO EN LA ORGANIZACIÓN.
Un error común que se
comete en las organizaciones es el de discutir cambios en la formas de liderar
antes de resolver las diferencias de opiniones sobre lo que los líderes están
realmente haciendo. Sin una percepción común de la situación del liderazgo y de
sus carencias no existe un argumento suficiente para justificar la necesidad de
realizar cambios. Lograr este entendimiento común es el objetivo del primer
paso. Los autores proponen la realización de encuestas (As-is Leadership
Canvases) que muestran cuáles son las actividades que los profesionales
consideran que son las que realizan los líderes y la cantidad de energía y
tiempo que piensan que éstos dedican a cada una de ellas.
La organización debe
comenzar el proceso definiendo un sondeo para cada uno de los tres niveles de liderazgo: senior, mandos intermedios y de
primera línea. Para llevar a cabo este proyecto se debe seleccionar un equipo
formado por entre 12 y 15 directivos con experiencia que tengan prestigio como
buenos líderes dentro de la organización para que el equipo goce de
credibilidad. Éste se divide en tres grupos para que se encarguen de la
selección de ítems que se van a incluir en cada nivel, para lo cual deberán
entrevistarse tanto con los directivos y subordinados relevantes para obtener
una muestra significativa.
El objetivo es
descubrir cómo se vive el liderazgo y analizar lo que los líderes hacen y lo
que deberían hacer en cada nivel. A los “clientes” de los líderes se les
pregunta cuáles son los actos y las actividades, buenas o malas, a las que sus jefes dedican su tiempo
principalmente y cuáles son claves para lograr su motivación y para un mejor
desempeño pero son descuidadas por éstos. Las conclusiones (no más de 10 a 15
acciones de liderazgo por nivel) se pueden representar gráficamente para ver lo
que los líderes hacen realmente.
El resultado con
frecuencia muestra que de un 20 a un 40 % de las acciones y actividades que
realizan los líderes, en cada uno de los niveles, tiene un valor cuestionable
para los que están a un nivel superior o inferior y que, por el contrario,
dejan de abordar las que son importantes para los entrevistados de su nivel.
II.-
DESARROLLAR PERFILES DE LIDERAZGO ALTERNATIVOS.
En esta etapa los
grupos buscan encontrar los perfiles de liderazgo eficaces para cada nivel.
Para lograrlo vuelven a reunirse con sus entrevistados y les plantean dos tipos
de preguntas:
1.- ¿De las acciones y
actividades descritas en la fase anterior cuál es el grado en el que cada una
es un “punto frio” (absorbe el tiempo del líder pero añade poco o ningún valor)
o un “punto caliente” (energiza a los profesionales y les inspira a emplear sus
talentos)?
2.- ¿Qué tipo de
acciones eficaces de liderazgo han observado fuera de su organización,
especialmente aquellas que pueden tener un fuerte impacto si son adoptadas por
los líderes internos a su nivel? Las respuestas más útiles son las que van
ligadas a las experiencias personales y profesionales previas de los
entrevistados. No se trata de hacer benchmarking.
Para procesar los
hallazgos de esta segunda fase de entrevistas los grupos utilizan una
herramienta de análisis que los autores llaman "la parrilla de liderazgo
del océano azul"
ELIMINAR
¿Qué acciones y
actividades a las que los líderes
dedican su tiempo y su inteligencia
deben ser eliminadas?
|
INCREMENTAR
¿Qué acciones y
actividades a las que los líderes
dedican su tiempo y su inteligencia
deben ser potenciadas y aumentadas?
|
REDUCIR
¿Qué acciones y
actividades a las que los líderes
dedican su tiempo y su inteligencia
deben ser reducidas por debajo de su nivel actual?
|
CREAR
¿Qué acciones y
actividades deben ser incorporadas
y adoptadas por los líderes ?
|
Con este input los
grupos analizan distintas posibilidades que exploren todos los aspectos del
liderazgo.
III.-
SELECCIONAR EL PERFIL DE LIDERAZGO PARA CADA NIVEL.
Después de estudiar y
modificar sus distintas propuestas los grupos las presentan en lo que los
autores llaman una “feria del liderazgo” en la que participan miembros del
consejo de administración y directivos de los tres niveles de la organización.
El evento comienza con
la presentación, por parte de los miembros del equipo “senior” original, del
proceso que se ha llevado a cabo y de las propuestas de perfiles. Los
participantes votan individualmente los perfiles que más les gustan (tienen 3
votos por persona) de cada nivel y explican las razones de sus preferencias.
Posteriormente se reúnen los altos directivos de la organización y analizan
toda la información recibida y seleccionan un perfil para cada nivel. La sesión
finaliza con la comunicación de las elecciones a los asistentes a la “feria”
con la justificación de sus decisiones.
IV.-
INSTITUCIONALIZAR LAS NUEVAS PRÁCTICAS DE LIDERAZGO.
Después de la “feria”
los miembros de los grupos originales de trabajo comunican los resultados a los
profesionales que fueron entrevistados y
que no participaron en la "feria".
Los perfiles son
distribuidos a los líderes de cada nivel y los miembros de los grupos se reúnen
con éstos y les explican las prácticas y actuaciones que deben ser eliminadas,
reducidas, aumentadas o creadas. Los directivos deben comunicar a sus
subordinados el mensaje y exponerles cómo estos nuevos perfiles les van a
permitir ser más eficaces. Con el fin de que no se olviden los perfiles deben
estar visibles en los despachos y los líderes se deben reunir mensualmente con
sus colaboradores para recibir feedback de cómo están incorporando a su
actividad diaria las nuevas actuaciones y analizar los resultados que se están
obteniendo.
Estos cuatro pasos se
basan en los siguientes principios:
a).- Compromiso.
b).- Explicación clara
de las decisiones.
c).- Claridad de
expectativas.
Éstos se apoyan
principalmente en las siguientes prácticas:
1.- Compromiso de
directivos “senior” de prestigio. Éste
no es ceremonial, ya que ellos realizan entrevistan y ayudan a dibujar los
perfiles.
2.- Participación de los profesionales en la definición de lo
que sus líderes deben hacer. De esta forma se logra su compromiso con sus
líderes ya que se sienten “dueños” de lo que éstos hacen.
3.- Participación de
los profesionales de todos los niveles en la decisión final. Representantes de
los profesionales a todos los niveles votan para seleccionar los perfiles.
Aunque son los miembros de la alta dirección los que tienen la última palabra
si su decisión es seleccionar una opción que no es la más votada tienen que
explicar y justificar con claridad su elección para convencer a sus
profesionales.
4.- Verificación fácil
de que las expectativas se están cumpliendo. La claridad sobre lo que se debe
modificar para ajustarse a los perfiles hace que sea sencillo monitorizar el
progreso. Las reuniones mensuales entre los directivos y sus colaboradores
ayudan a que la organización pueda realizar un seguimiento del mismo. Los
autores han encontrado que éstas sirven, también, para que los líderes tengan
que mantener una actitud honesta, se sientan motivados para continuar con los
cambios y generen confianza en el proceso y en sus sinceridad de cara a sus
subordinados. La alta dirección debe, posteriormente recibir información de
estas reuniones, para verificar que los líderes se están adaptando a los nuevos
perfiles lo que va a tener un peso importante en la evaluación anual de
desempeño.
El liderazgo del
“océano azul” consigue transformaciones con menor esfuerzo y en menor tiempo
porque los líderes no están tratando de alterar quiénes son y romper hábitos
fuertemente arraigados. Lo que cambian son las tareas que hacen.
Gracias, explicación práctica.
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