David A. Garvin y
Joshua D. Margolis , profesores en Harvard Business School, en la edición de enero-febrero
2015 de Harvard Business Review, plantean que buscar y recibir consejo son
actividades claves para el liderazgo y toma de decisiones eficaz, pero los
directivos rara vez lo consideran como habilidades prácticas que pueden
aprender y mejorar. Recibir consejo con frecuencia se interpreta como un
consumo pasivo de sabiduría y aconsejar se considera como una cuestión de “buen
juicio”, que se tiene o no, más que como una competencia que se puede llegar a
dominar.
Cuando el intercambio
se realiza correctamente ambas partes se benefician. Los que son realmente
receptivos al consejo y no están
buscando exclusivamente la validación de sus ideas, desarrollan mejores
soluciones a los problemas que las que habrían encontrado solos, ya que las
investigaciones demuestran que logran vencer los prejuicios cognitivos y otros
fallos de su lógica. El que facilita el consejo aprende mucho de los problemas
que otros le describen.
Es un proceso que
requiere inteligencia emocional, contención, diplomacia y paciencia.
Los autores han
analizado numerosas investigaciones, suyas y de otros expertos, para
identificar los obstáculos más
comunes que surgen y para proponer recomendaciones para superarlos. Entre los
primeros destacan:
1.-
Creer que poseemos todas las respuestas. A la hora de
decidir si necesitamos ayuda las personas, con frecuencia tienen dificultades
para valorar su propia competencia y ponen demasiada fe en su intuición. El
resultado es un exceso de confianza y la tendencia a tomar las decisiones en
solitario o a pretender recabar consejo sólo para recibir halagos y validar sus
ideas. Esto último suele ocurrir cuando
existe la creencia de que se tienen la respuesta correcta pero se quiere
confirmar con los superiores o compañeros o cuando existen dudas sobre la
solución halada pero se teme el esfuerzo y el tiempo que requeriría buscar otra
mejor. Es un juego peligroso porque se corre el riesgo de enfadar a sus
consejeros cuando éstos se den cuentan de que se pide su ayuda sólo para
lucirse o para evitar trabajo adicional.
2.-
Escoger los consejeros equivocados. En ocasiones
conscientemente y en otras no buscamos personas que piensen como nosotros para
que reafirmen nuestras opiniones, en lugar de aquellos que tienen la
experiencia y conocimientos necesarios sobre el tema que tenemos que abordar o
que han resuelto problemas similares.
3.-
Definir mal el problema. En ocasiones es difícil llegar a un
entendimiento entre las dos partes porque la comunicación es ineficiente a que
la historia que se cuenta puede llevar a confusión a la hora de identificar el
problema o se dan por conocidos antecedentes importantes a la hora de centrar
él mismo o se excluyen datos fundamentales.
4.-
No tener en cuenta los consejos. Una vez que se ha
recibido uno de los errores más comunes es no valorarlo adecuadamente o desecharlo.
En estos casos suele actuar lo que se llama el “prejuicio egocéntrico” que hace
que consideremos que nuestras ideas son siempre mejores que las de los demás,
aunque no tengamos experiencia sobre un tema. Otras posibilidades son
que esto ocurra porque entendemos nuestra lógica pero podemos tener
dificultades para entender la del otro o que
estemos tan anclados en nuestros juicios que no podemos ajustar nuestro
pensamiento cuando recibimos feedback que los rebaten. Esta actitud, con el
tiempo, lleva a que los consejeros al observar que no se tienen en cuenta sus
recomendaciones terminen desconfiando de las intenciones del que las pide.
Los individuos en
posiciones de poder suelen ser los que más caen en error y más pueden ofender.
Un estudio experimental demostraba que se sienten competitivos cuando reciben
consejos de expertos lo que hace que su confianza se incremente y desechen las
recomendaciones que éstos les aportan.
5.-
Interpretar mal la calidad del consejo. En ocasiones el que
recibe el consejo tiene dificultades para discriminar si éste es bueno o malo.
Diversos estudios muestran que tendemos a aceptar mejor las recomendaciones que
proceden de personas en las que confiamos, aunque la confianza no sea un signo
de validez y a desechar los que vienen de personas con las que tenemos
desacuerdos. También, se descartan los que surgen de consejeros que no se ponen
de acuerdo entre ellos.
6.-
Recibir consejos no solicitados. Éstos no suelen ser
tenidos en cuenta pues se consideran intrusivos. Más aún cuando el que lo
facilita no es experto en el tema.
7.-
Diagnosticar mal el problema. Si los consejeros
quieren tener una visión clara de la situación deben evitar definir de forma
prematura el problema porque ven similitudes con otros desafíos a los que se
han enfrentado y no lo contemplan en su totalidad y no olvidar que los que
solicitan el consejo pueden tener intereses particulares que hacen que
presenten una perspectiva subjetiva y parcial de los hechos. Es fundamental que
antes de aportar sus sugerencias conozcan todos los aspectos de forma lo más
objetiva posible.
8.-
Recibir consejos mal comunicados. Los consejeros pueden
ofrecer un exceso de ideas o hacerlo en un lenguaje confuso e inaccesible lo
que dificulta la comprensión de las mismas.
Garvin y Margolis
sugieren que hay que conocer bien las distintas modalidades de consejos que
podemos recibir para poder seleccionar la más adecuada en cada situación.
Distinguen entre:
TIPO
|
ACTIVIDADES
|
RESULTADOS
|
EJEMPLOS
|
CONSEJO
DISCRETO
|
Explorar
opciones relativas a una decisión
|
Recomendaciones
a favor o en contra de opciones específicas
|
¿A
cuál de mis directivos debo promocionar?
¿Dónde
debemos instalar la nueva fábrica: Europa del este, Brasil o China?
|
CONSEJO
|
Facilitar
una guía sobre cómo abordar una situación compleja o poco familiar
|
Un
marco o proceso para entender y poder navegar por la situación
|
¿Cómo
puedo trabajar con un jefe dominante?
¿Cómo
puedo abordar las negociaciones sobre precios con uno de mis proveedores
extranjeros?
|
COACHING
|
Incrementar
las habilidades y el autoconocimiento
|
Desarrollo
profesional y el dominio de tareas
|
¿Cómo
puedo dirigir mejor las reuniones?
¿Cómo
puedo trabajar de forma más colaborativa con mis compañeros?
|
MENTORING
|
Facilitar
oportunidades y guía para ayudar al éxito profesional
|
Una
relación dedicada a construir y mantener eficacia personal y profesional para
el desarrollo de carreras
|
¿Debo
aceptar el nuevo puesto en Nueva York?
¿Cómo
puedo lograr mayor visibilidad para mi proyecto
|
Los autores recomiendan
una serie de etapas para vencer estos
obstáculos, tanto desde la perspectiva del que solicita el consejo, como del
que lo facilita. Son los siguientes:
1ª:-
ENCONTRAR AL CONSEJERO ADECUADO. Los autores
sugieren que es conveniente contar con
un banco de datos de expertos, para que
en el momento en que sea necesario solicitar su colaboración no tengamos que
estar buscando a la persona adecuada. Seleccionar a aquellos a los que
valoremos no sólo por su discreción y juicio
sino, también por sus fortalezas, experiencias y puntos de vista.
Debemos tener la certeza que todos tienen en cuenta nuestro interés y están
dispuestos a decirnos aquello que no nos va a gustar oír, si es necesario.
Al elegir un consejero
para una necesidad inmediata debemos determinar el tipo de ayuda que queremos
recibir y por qué. En ocasiones querremos alguien que nos escuche cuidadosamente para aclarar y agudizar
nuestras ideas, en otros casos lo que desearemos es probar un camino o
alternativa o poder ampliar nuestra visión con otras perspectivas,….
C. Roland Christensen,
profesor de Harvard Business School, mantiene que “al seleccionar los
consejeros, estamos eligiendo el
consejo”. La meta es encontrar el contrapunto a nuestras deficiencias,
limitaciones o incertidumbres, con su experiencia y conocimientos. Debemos
evitar escoger fundamentalmente por la confianza que nos inspiren, por razones
de amistad o porque van a reforzar nuestros puntos de vista.
En esta fase desde la
perspectiva del consejero, éste debe preguntarse si es la persona más adecuada
para responder a las demandas de la situación particular que se le plantea y si
está dispuesto a dedicar el tiempo y el esfuerzo requeridos. Decir que no, en
ocasiones, es la respuesta correcta y lo que sí se puede hacer es recomendar a
otros expertos.
2ª.-
DESARROLLAR UN ENTENDIMIENTO COMPARTIDO. En esta etapa el
que busca ayuda debe tener como principal objetivo es conseguir transmitir al
consejero la información suficiente que necesita para captar el problema y
nuestras necesidades. De esta forma este último va a poder ofrecer
recomendaciones bien informadas y sin prejuicios sin perderse en detalles que
no aportan nada. Hay que compartir todos los detalles claves, aunque pensemos
que estamos ofreciendo una imagen poco idónea de nosotros.
El consejero debe
centrarse en conseguir que la otra parte se abra y sincere en un tiempo
razonable. Debe seleccionar un lugar para ello que garantice la privacidad y
escuchar, permitiendo que la historia surja con las mínimas intervenciones por
su parte, resistiendo las tentaciones de interrumpir o de facilitar feedback
inmediato. Tienen que determinar los intereses personales y metas del que
solicita el consejo y compararlas con las de la organización e indagar cuáles
pueden ser las causas raíz y analizar las posibles potenciales consecuencias
que no se están mencionando explícitamente. Una vez que ha hecho esto estará en
condiciones de estar de acuerdo o en desacuerdo con la otra parte con el rol
que esta última quiere que desempeñe.
3ª.-
DISEÑAR ALTERNATIVAS. La toma de decisiones mejora
dramáticamente cuando se cuenta con diversas alternativas, por lo que el que
busca y el que facilita consejo deben trabajar juntos para encontrar más de una
posibilidad.
El que solicita el
consejo debe adoptar una mente analítica que le sirva para identificar y
valorar múltiples opciones. Puede ofrecer sus ideas pero debe escuchar las
sugerencias de su consejero, especialmente aquellas que le pueden llevar por
caminos totalmente diferentes.
El consejero, en esta
fase, debe considerarse a sí mismo como un instructor que va a enseñar a
conducir a un alumno: al mismo tiempo que le guía debe estimularle a que actúe
de forma independiente. Debe, también, describir todo lo que pensamos de cada
alternativa y los principios y experiencias que están moldeando nuestros
consejos.
4º.-
CONVERGER EN UNA DECISIÓN. Cuando llega el momento de
seleccionar un camino a seguir los que buscan consejo, con frecuencia, caen en
la tentación del “prejuicio de la confirmación” y eligen la vía más sencilla.
Para evitarlo pueden pedir que el consejero haga de “abogado del diablo” o
solicitar una segunda o tercera opinión a otros consejeros nuevos. Evidencias
experimentales sugieren que son suficientes dos puntos de vista para obtener la
mayor parte de los beneficios de tener múltiples consejeros. Pero para
problemas complejos, ambiguos o conflictivos o de complicada ejecución de la
solución es conveniente recabar más perspectivas. Aunque una situación nos
parezca que necesita una solución urgente debemos evitar adoptar la más
sencilla o la que tenemos en ese momento a nuestra disposición.
En ocasiones es útil
combinar las múltiples recomendaciones con nuestra visión para tomar una
decisión híbrida.
El consejero, en esta
fase, tiene como objetivo el trabajar con la persona que ha solicitado su ayuda
para explorar todas las opciones posibles antes de que tome una decisión. Debe
procurar que analice los posibles resultados de cada una de ellas, sus ventajas
e inconvenientes, asegurándose de que la conversación es un diálogo y no un
monólogo. Plantear preguntas hipotéticas del tipo: “¿Piensa que ha pasado un
año e
imagina que ha ocurrido debido a tu decisión?” , para reflexionar sobre
las implicaciones de la misma.
5ª.-
CONVERTIR EL CONSEJO EN ACCIÓN. En esta etapa el
consejo, si se acepta, debe ser tratado como
provisional ya que deberá irse adaptando a las circunstancias. Debe
considerarse como un ciclo de guía, acción, aprendizaje y nueva guía, no como
un camino rígido hacia delante. Por tanto puede necesitar nuevos consejos y
reuniones. Es también recomendable mantener informado al consejero de cómo se
va desenvolviendo la situación. Es una forma de mostrar gratitud, de fortalecer
la relación y de ayudar a que los consejeros aprendan, también.
Es la fase en la que el
consejero debe apartarse y dejar que su aconsejado se mueva hacia delante y
actúe, ya que la decisión y sus consecuencias son suyas y no de él, pero sin
dejar de estar dispuesto a seguir facilitando
su apoyo si es necesario.
"No hay cosa más fácil que dar consejo ni más difícil que saberlo tomar" Lope de Vega
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