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domingo, 22 de marzo de 2015

LA PARADOJA DE LA GENEROSIDAD


Christian Smith, profesor de sociología en la Universidad de Notre Dame y Hilary Davidson, profesora en el departamento de sociología de la Universidad de Notre Dame, en su libro “The paradox of Generosity. Giving we receive, grasping we lose”, presentan el resultado de cinco años de trabajo dedicados a la “Iniciativa sobre la ciencia de la generosidad”, un estudio nacional sobre el grado de  generosidad de los habitantes de Estados Unidos y su repercusión en sus vidas.

La generosidad es paradójica. Aquellos que dan, reciben a su vez. Es un hecho sociológico. Un proverbio hindú dice: “Aquellos que dan tienen todo, aquellos que retienen no tienen nada”, otro hebreo mantiene que:”Un hombre da generosamente, pero gana más al hacerlo, otro no lo hace y termina empobrecido” o las enseñanzas de Buda nos transmiten la idea de que:”El dar trae felicidad en todas las etapas de la acción”.

El término “generosidad” deriva del latín “generosus”, que significa “de noble cuna”. Hasta el siglo dieciséis se utilizó para describir a alguien de noble linaje. Durante el siglo diecisiete se introdujeron algunos matices y se paso a emplear como nobleza de espíritu, como cualidades admirables, como galantería, valor, coraje, fortaleza, amabilidad o sentido de justicia,  que no tenían que depender del origen familiar de la persona que las poseía. Se amplió el significado, en esta época y pasó a ser usado para describir tierra fértil, colores vibrantes y otras acepciones similares.

En el siglo dieciocho  continuó evolucionando para describir la liberalidad en la cesión de dinero o bienes a otros y la actitud abierta de dar. Como vemos, hasta tiempos recientes la generosidad se consideraba como una característica especial que se encontraba en personas especiales que destacaban por sus altas cualidades o por su bondad. Era más un ideal al que aspirar que una obligación que todos los seres humanos debían practicar, con lo que podían encontrar excusas para no hacerlo.

Los autores describen la generosidad como: “la virtud de dar cosas buenas a los demás libremente y en abundancia”.   Esta definición incluye tanto actitudes como acciones: por un lado implica una disposición para dar y por otro la práctica de dar, así como el matiz que hace alusión a que lo que damos tienen que ser beneficiosos para el que lo recibe.

La generosidad no significa lo mismo que el puro altruismo, ya que las personas pueden ser en parte generosas por razones  que sirvan a sus propios intereses al tiempo que los de los demás.

LA PARADOJA DE DAR Y RECIBIR

Puede parecer obvio que dar dinero de forma generosa supone una pérdida. Lo mismo ocurre cuando donamos nuestro limitado tiempo, atención o energía para atender las necesidades  de otro. Puede parecer que quien se beneficia no es el que da, ya que se queda con menos recursos para cuidar de sí mismo, por lo que tendría un coste neto  para esa persona que supondría un balance negativo al “perder” no sólo los recursos que entrega sino, también, los “costes de oportunidad”.

La realidad es paradójica. La generosidad no se comporta generalmente de forma que tu ganas yo pierdo, sino como un juego de ganar-ganar. En lugar de producir pérdidas netas cuanto más dan las personas generosas más reciben. En ocasiones pueden ser más bienes como los que han donado (dinero, tiempo, atención,…), pero con más frecuencia lo que reciben es más valioso que lo que han dado: felicidad, salud, la satisfacción de tener un propósito en su vida y el crecimiento personal. Se dice que el dinero no puede comprar  la felicidad, pero ésta puede ser el resultado no de gastar el dinero en nosotros mismos, pero sí consecuencia de emplearlo para ayudar a  los demás.

Los autores, en su estudio, analizaron el efecto de la práctica de la generosidad (no de las iniciativas aisladas) sobre lo que ellos consideran los cinco factores que intervienen en el bienestar de las personas y descubrieron que en relación con:

I.- LA FELICIDAD. La práctica de la generosidad hacia los demás de formas variadas está asociada positivamente con un mayor nivel de felicidad. La relación es clara y estadísticamente significativa. Se estudiaron distintos comportamientos:

a).- La donación voluntaria de dinero. El 38% de los encuestados que dicen que donan un 10% de sus ingresos reconocen que se sienten muy felices (esta respuesta es independiente del nivel de ingresos).

b).- El trabajo como voluntario. Los resultados de la encuesta muestran que aquellos que se sienten muy felices suelen trabajar como voluntarios, dedicando el tiempo y los conocimientos a ayudar a los demás de forma altruista, una media de 5.8 horas al mes y los que se consideran muy infelices no sobrepasan los 36 minutos.

El tipo de generosidad que resulta más gratificante es la relacional, que implica ser generosos con nuestras emociones y atenciones en las relaciones con los demás. Para valorar su existencia se hicieron las siguientes preguntas:

¿Cuándo uno de mis seres queridos necesita mi atención, procuro realmente dedicarles el tiempo y prestarles la ayuda que necesitan?

¿Soy reconocido por mis amigos y mi familia como alguien que siempre encuentra tiempo para dedicar atención a sus problemas?

¿Soy el tipo de persona dispuesta a hacer un esfuerzo adicional para ayudar a los demás?

¿Cuándo la familia o amigos sufren alguna experiencia difícil procuro ser amable con ellos?

¿En mis relaciones personales con los demás soy muy generoso?

¿Me hace muy feliz dar a otras personas para que puedan satisfacer sus necesidades?

¿Es tan importante para mí la felicidad de los que me rodean  como la mía?

¿Mis decisiones con frecuencia se basan en la preocupación por el bienestar de los demás?

¿Estoy dispuesto a arriesgarme a que hieran  mis sentimientos en el proceso de ayudar a alguien que lo necesite?

¿Procuro que mis amigos y familiares sean conscientes de lo mucho que les quiero y aprecio?

Los encuestados que practicaban los niveles más altos de generosidad relacional eran los que se manifestaban más felices.

Otro tipo de generosidad que analizaron es la que los autores llamaban “de vecindad” y aunque se centra, también, en las relaciones, lo hace menos en las emociones y atenciones personales y más en la hospitalidad, amabilidad, ayuda para realizar tareas y otras expresiones y comportamientos que se esperan de un buen vecino. Utilizaron 6 preguntas para conocer la frecuencia en un año en la que el entrevistado había:

Visitado a un familiar o recibido visitas de familiares.

Invitado a amigos a su casa.

Cuidado los hijos de otras personas.

Vigilado la casa o las propiedades de amigos cuando éstos viajaban.

Ayudar a un amigo o a un vecino haciendo algún trabajo en casa de éste.

Más de la mitad (52%) de los encuestados que practicaban este tipo de generosidad se consideraban muy felices.

En su trabajo Smith y Davidson encontraron que existían cuatro actividades “generosas” que no muestran una significación estadística con la felicidad. Éstas son: donar sangre al menos una vez al año, dejar posesiones personales, ser donante de órganos y legar nuestro dinero o posesiones a organizaciones no lucrativas. Las dos últimas parece ser que por estar ligadas a acontecimientos una vez fallece el donante y no a prácticas habituales.  

II.- LA SALUD FÍSICA.

La felicidad no es el único resultado positivo que buscamos en la vida. El bienestar físico es otro factor básico que casi todas las personas valoran. Los resultados de la investigación muestran que existen las mismas correlaciones positivas que se encontraron en el caso de la felicidad y que, por ejemplo,  el 47% de los que donan un 10% de sus ingresos de forma rutinaria sienten que tienen muy buena  salud.  

III.- UN PROPÓSITO EN LA VIDA.

Otro bien básico es que nuestra vida tenga un sentido. Pocas personas piensan que es bueno vivir sin una dirección y un propósito que alcanzar. Éste nos va a dar claridad y nos va a centrar para que encontremos el significado de nuestras vidas y el valor de nuestra contribución al mundo.

En la encuesta se preguntó a los participantes el grado en que estaban de acuerdo o desacuerdo (con 7 posibilidades) con las siguientes afirmaciones:

1.- No tengo claro lo que quiero conseguir con mi vida.

2.- Algunas personas vagan sin sentido por la vida, pero yo no soy una de ellas.

3.- Mi vida con frecuencia parece que carece de metas claras o de una dirección marcada.

Los resultados mostraron de nuevo que, cuanto más generosos eran los encuestados en sus prácticas, mayor bienestar experimentaban en sus vidas personales al tener un propósito claro en las mismas y ser enriquecidas por dicha actitud.

Los investigadores también estudiaron la relación existente entre la generosidad y el interés por el crecimiento personal y la evitación de la depresión. Los hallazgos mostraron que los más generosos sufrían menos episodios depresivos y se preocupaban más por su desarrollo.


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