Christine Porath,
profesora asociada de management en la Universidad de Georgetown, en hbr.org
del pasado 22 de junio, plantea que en un estudio que realizó encuestando a 20.000
profesionales de distintos sectores y organizaciones encontró que lo primero
que éstos piden a sus líderes es RESPETO,
por encima del reconocimiento, de comunicar una visión inspiradora, de
facilitar feedback útil y hasta de las oportunidades de aprendizaje y desarrollo.
Deseamos desesperadamente
ser valorados, por nuestros líderes, nuestros compañeros y nuestras
organizaciones. Desgraciadamente muchos profesionales sienten que no se les
respeta en el trabajo. De los encuestados un 54% opinaban que no eran tratados
con respeto de forma habitual por sus líderes. Estas cifras se disparaban al
incluir a los compañeros y a la organización en su conjunto.
Porath recomienda que
ante estas situaciones su investigación muestra que la mejor respuesta consiste
en tomar medidas para fomentar una sensación de bienestar y florecimiento. En
este estado psicológico los individuos experimentan un sentimiento de vitalidad
y de aprendizaje, de tener energía y vivos y de que continuamente están
mejorando aquello que hacen.
La autora propone para
promover este estado las siguientes recomendaciones:
1.-
Gestionar nuestra energía. El descanso, el ejercicio, una
alimentación sana y la gestión del estrés contribuyen a mantener a raya los
efectos nocivos de la falta de respeto. El descanso es particularmente
importante. Diversos estudios muestran que una falta de sueño incrementa nuestra
susceptibilidad ante las distracciones y nos roba nuestro autocontrol con lo
que disminuyen nuestras capacidades para responder adecuadamente a la falta de
respeto. También han demostrado que hace que nos sintamos más amenazados ante
cualquier estímulo, aunque sea débil, más desconfiados, más hostiles y hasta reaccionemos
con una mayor agresividad.
El sentirnos maltratados
nos produce irritación, miedo y tristeza. Aquellas personas que hacen ejercicio
de forma regular son menos proclives a enfurruñarse y se encuentran en una
mejor situación para reponerse tras interacciones negativas. Distintas
investigaciones han encontrado que el ejercicio corta los síntomas de ansiedad en
un 50% de las ocasiones, distrae a las personas de sus preocupaciones, reduce
la tensión muscular e incrementa la resiliencia.
Un alimentación
adecuada tiene también un efecto positivo: por ejemplo si nos sentimos
hambrientos responderemos peor ante las frustraciones. Del mismo modo el
utilizar técnicas de mindfulness, que nos ayudan a procesar las situaciones con
mayor lentitud y cuidado puede ayudarnos a enfrentarnos a la falta de respeto.
2.-
Encontrar el sentido o propósito de nuestro trabajo. Pensar
que nuestros esfuerzos van encaminados a un trabajo que tiene un propósito,
cuanto más trascendente mejor, incrementa la resiliencia.
3.-
Buscar relaciones positivas. Para neutralizar los
efectos de las personas negativas que tratan de hundirnos necesitamos rodearnos
de un pequeño grupo de personas que nos transmitan energía positiva. No es difícil identificarles: son aquellas
personas en nuestras vidas que nos hacen sonreír y reír y nos elevan el ánimo.
Debemos procurar pasar más tiempo con ellos.
4.
Identificar áreas para el crecimiento perseguir activamente el desarrollo en las mismas. Los
investigadores Teresa Amabile y Steven Kramer han encontrado que el progreso es
el motivador más potente en el trabajo., desplazando al reconocimiento y a las
retribuciones económicas. Debemos continuar nuestro aprendizaje o desarrollar
nuevas habilidades. Si invertimos en nosotros mismos nos haremos más
resilientes ante la negatividad en nuestro ambiente laboral.
Una estrategia consiste
en encontrar un mentor que evite que caigamos en una situación de estancamiento
y nos ayude a centrarnos en nosotros y en nuestro futuro.
5.- Disfrutar fuera del
entorno laboral. Tener una vida plena nos da fuerzas para acometer las adversidades y para crecer en
nuestros trabajos y para evitar los efectos nocivos en nuestra salud del
malestar de los ambientes tóxicos.
En casos extremos,
Porath aconseja un cambio de puesto de trabajo o incluso de organización.
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