Paul Leonardi y Tsedal Neeley en la edición de noviembre diciembre de Harvard Business Review plantean que las organizaciones están adoptando las redes sociales internas a un ritmo impactante. Un estudio realizado por Mc Kinsey Global Institute que analizaba la situación en 4.200 empresas mostraba que el 72% de las mismas las utilizan para facilitar la comunicación entre los profesionales.
Los autores para
identificar mejor el valor que sobre el desempeño ejercen este tipo de
herramientas dividieron a los profesionales de una gran empresa de servicios
financieros en dos grupos, uno que empleaba una plataforma social interna y
otro que no, y los observaron durante 6
meses. Los resultados fueron muy llamativos. Los empleados que utilizaron la
red fueron capaces de encontrar en un 31% de ocasiones más compañeros con
conocimientos de experto relevantes para poderles ayudar a alcanzar sus objetivos y eran en un 88% más
capaces de conocer quiénes les podían poner en contacto con los expertos
correctos. El grupo que no tenía acceso a la plataforma no mejoró sus resultados
en ese periodo de tiempo.
Posteriormente estudiaron
las herramientas sociales internas en diversos sectores laborales y los
hallazgos fueron similares: promueven la colaboración y la difusión del
conocimiento entre los distintos silos, ayudan a tomar decisiones con más
rapidez, facilitan el desarrollo de ideas más innovadoras para los productos y
servicios y fomentan el compromiso.
El riesgo que corren las
organizaciones que deciden convertirse en “sociales” es el de caer en una de
estas trampas:
TRAMPA
nº 1.- Creencias erróneas sobre los “millennials”.
Los líderes asumen que los jóvenes “respiran” social media. Esta perspectiva de
los “millennials” es correcta si se considera el ámbito extralaboral, ya que
suelen ser ávidos consumidores de Facebook, Twitter, Instagram,etc. Por ello
los directivos miran hacia ellos para que sean un ejemplo en la organización,
esperando que sean pioneros en la utilización de las herramientas sociales en
el trabajo. Pero esto es un error porque los “millennials” con frecuencia
tienen dificultades para asimilar que las herramientas “sociales” se pueden
utilizar para fines laborales. Creen que las plataformas sociales son un medio
para la expresión personal y para comunicarse con la familia y los amigos.
Están integradas en su vida personal, pero independientemente de LinkedIn y
otras plataformas similares, piensan que no tienen nada que ver con sus vidas
profesionales.
Se muestran reacios de
mezclar ambos mundos ya que consideran que la idea de incorporar al jefe, por
ejemplo, como amigo es tan incómoda como la de hacerlo con sus padres cuando
eran más jóvenes mientras estudiaban.
La mayor parte de los
directivos con los que han trabajado los autores desean que sus profesionales
utilicen las herramientas sociales para comunicarse informalmente sobre temas
de trabajo, pero no para discutir temas personales. Los “millennials”, tampoco
están interesados en cruzar esta línea, pero tienen problemas para imaginar
cómo pueden utilizar las redes sociales sin adoptar un matiz personal.
Otro problema se plantea
por la forma en la que los líderes organizacionales hablan de las herramientas
sociales que están implementando. Normalmente los ejecutivos seniors se
refieren a ellas como “Facebook de la empresa” o “Twitter de la compañía”, pero
los profesionales más jóvenes sienten que no tienen ninguna razón para utilizar
Facebook, por ejemplo, en el trabajo, porque no quieren que sus jefes sepan
continuamente lo que hacen.
En las encuestas
realizadas por Leonardi y Newely
aproximadamente el 85% de los profesionales jóvenes reconocían que
tenían dificultades para el uso de las redes sociales en el trabajo.
Irónicamente cerca del 90% de los de mayor edad consideraban estas herramientas
como una novedad que les ofrecían alternativas útiles de comunicación con sus
compañeros.
TRAMPA
nº 2: Represión de
la comunicación informal. La segunda trampa está relacionada con la
primera. Los directivos y el resto de los profesionales generalmente no están
interesados en compartir detalles de sus vidas íntimas en las redes sociales
del trabajo. Muchas organizaciones prohíben explícitamente la discusión de
temas ajenos al trabajo en las plataformas internas, pero paradójicamente una
de las motivaciones centrales de los empleados para engancharse en las redes
sociales corporativas es la curiosidad por las vidas de los demás. Esto ocurre
igual independientemente de la edad o del nivel de responsabilidad.
Aunque este voyerismo
puede parecer problemático las investigaciones de los autores han puesto de
manifiesto que supone una oportunidad perdida porque puede hacer que las
interacciones en el trabajo sean más sencillas y productivas. Es difícil
entablar una conversación con alguien a quien no conocemos bien y todavía más
complicado aún pedir a esa persona ayuda o un favor. Los profesionales sienten que
están mejor equipados para este tipo de intercambios si tienen previamente
algún conocimiento sobre sus compañeros mediante la observación de su
comportamiento en las redes sociales internas. Al tener la oportunidad de
contemplar a éstos mientras hablan de sus hobbies y distracciones pueden
también hacerse una idea de si les pueden llegar a gustar como personas.
Asimismo la forma en que responden a las peticiones de los demás o son capaces
de bromear les sugieren si son accesibles.
Independientemente de que
resulta útil mantener comunicación informal y personal en el trabajo se produce
la siguiente paradoja que consiste en que el contenido que atrae a las personas
hacia las herramientas sociales internas en las organizaciones puede también
inhibirles. Los profesionales con frecuencia se preocupan por si su interacción
en estas redes puede ser entendida como una pérdida de tiempo ya que muchos
directivos entienden que la productividad se resiente si observan que hay mucho
movimiento en las mismas. Si queremos que se utilicen adecuadamente y
aprovechar todo su potencial, tanto los directivos como el resto de
profesionales en una organización deben sentirse cómodos con las interacciones
personales y profesionales on line.
TRAMPA
Nº 3: No identificar ni reconocer las posibilidades de aprendizaje. Las plataformas sociales internas ofrecen a los profesionales
un espacio para adquirir conocimiento mediante la observación de sus
compañeros, pero la creencia general es que no son vías de aprendizaje. Las
investigaciones muestran que las personas dedicamos más tiempo a actuar como
“mirones” u observadores en las redes sociales que como creadores de contenidos
( escribiendo posts, compartiendo información o generando documentos y vídeos,
por ejemplo), pero que podemos adquirir al menos dos tipos de conocimientos por
esta vía:
a).- Conocimientos
directos al contemplar cómo se comunican otros para resolver problemas. Por
ejemplo, al compartir dos profesionales
información en una red social interna sobre cómo resolver una duda otro
compañero puede visualizarla y le puede servir para solucionar una cuestión
similar.
b).- Metaconocimientos.
En este caso los profesionales que adquieren esos metaconocimientos no aprenden
a hacer algo, sino que identifican quiénes se pueden considerar como expertos en los conocimientos que necesitan o
quién conoce a alguien que los tiene.
TRAMPA
Nº 4: Centrarse en los datos. Las
comunicaciones y comportamientos de los profesionales se hacen muy visibles en
las herramientas sociales internas, lo que facilita la colaboración. Pero no
todo lo que es visible es importante o útil. En ocasiones el contenido social
puede conducir a que las personas se centren y actúen en función de datos
incorrectos o parciales.
Leonardi y Neely
proponen para utilizar adecuadamente las
redes sociales y que las organizaciones puedan obtener todos los beneficios que
ofrecen que se sigan las siguientes recomendaciones:
1.-
DEFINIR EL PROPÓSITO
La mayor parte de los
profesionales no conocen la razón por la que deben utilizar las redes sociales
internas, por lo que pueden evitarlas o sin ser conscientes de ello emplearlas
de forma que minan en lugar de mejorar su desempeño. Se necesita contar con una
masa crítica de usuarios para que las herramientas sociales internas tengan una
utilidad. Por tanto, los líderes deben explicar claramente los beneficios que
tanto la organización, como sus empleados, pueden obtener a través del uso de
estas tecnologías. Entre las ventajas que aportan tenemos:
a).- Mejoran la
colaboración, ya que facilitan la relación entre compañeros, y que se conozcan
las áreas en las que cada uno destaca.
b).- Facilitan la
creación de una organización conectada globalmente. Los profesionales que
trabajan en diferentes localizaciones tienen dificultades para
interrelacionarse y para generar una identidad compartida. Las herramientas
sociales pueden facilitar las conexiones personales y profesionales,
incrementando la confianza a través de las barreras culturales y geográficas y
les dan una visión más global y amplia de la organización en la que prestan sus
servicios.
c).- Evitan las
duplicidades en el trabajo. Las herramientas sociales permiten a los
profesionales conocer si existen proyectos e iniciativas que coinciden con los
que están abordando y coordinar los esfuerzos. De esta forma se reducen las
duplicidades en el trabajo y se liberan tiempo y dinero para generar nuevos
conocimientos.
d).- Incrementan la
innovación. Con la ayuda de las herramientas sociales los profesionales pueden,
en ocasiones, copiar ideas y soluciones de otras partes de la organización y
combinarlas de formas nuevas para crear nuevos productos o procesos.
Las redes sociales
producen mayores beneficios cuando los profesionales se exponen a ideas y
opiniones de aquellos compañeros con los que normalmente no se relacionarían,
El reto, sin embargo, se encuentra en concentrar la atención en contenidos
procedentes de diversos departamentos, muchos de los cuales con distintos
objetivos y que parece que no tienen nada que ver con nuestro propio trabajo.
Una vez que tengamos
definido el propósito y planificado el despliegue de estas herramientas
deberemos articularlas a través de campañas de marketing internas, mensajes
desde la alta dirección y sesiones de entrenamiento para conseguir centrar los
esfuerzos de los empleados.
2.-
FORTALECER LA CONCIENCIACIÓN EN LA ORGANIZACIÓN
Podemos lograrlo:
a).- Informando
claramente a todos los profesionales que la dirección es consciente del valor
de las interacciones amistosas aunque no tengan nada que ver con el trabajo
y fomentando las relaciones
interdepartamentales.
b).- Recordando,
ocasionalmente, a los profesionales que puede ser productivo absorber y conocer
detalles aparentemente sin importancia de los compañeros ya que puede ser de
utilidad en un futuro y toda pieza de información va a contribuir a tener una
visión más completa de la organización.
3.-
ESTABLECER NORMAS DE CONDUCTA
Las organizaciones, con
frecuencia, tienen tres preocupaciones en relación con el comportamiento de sus
profesionales en las redes sociales internas: que sean demasiado informales,
que las personas puedan compartir detalles confidenciales y que
inconscientemente puedan violar políticas obligatorias. La primera no tiene sentido porque aunque la
formalidad pueda ser adecuada en otros canales de comunicación (como correos al
jefe o informes al staff) no está recomendada y puede interferir en el
intercambio de información y conocimiento que se espera en las redes sociales.
Las otras dos
preocupaciones si hay que abordarlas y reconocerlas ya que es imprescindible
garantizar el respeto a la confidencialidad y la adhesión a las regulaciones.
Esto implica gestionar la visibilidad y aceptar que no todas las redes deben
ser públicas. Los líderes deben ser muy claros respecto a los tipos de datos e
informaciones que no se deben compartir ampliamente y sobre cuáles si pueden
ser difundidos.
4.-
LIDERAR CON EL EJEMPLO
Si los líderes no
participan los colaboradores tampoco lo van a hacer y al final fracasarán las
redes sociales internas. También, si los líderes las emplean para transmitir
información de forma muy formal sobre cambios de políticas, por ejemplo, los
profesionales interpretarán que éstas son un nuevo vehículo de los jefes para
transmitir información, en lugar de una forma de comunicarse unos con otros y
la iniciativa fallará.
Como ocurre siempre con
cualquier proyecto que requiera un cambio cultural los líderes deben ser un
modelo del comportamiento que les gustaría ver en los demás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario