Manfred Kets de Vries en INSEAD Knowledge del pasado 18 de enero plantea que los dictadores llegan al poder y se mantienen en él a través de una serie de dinámicas psicológicas y procesos sociales que debemos conocer para procurar no caer bajo su influjo. Entre éstas destacan:
1.-
Son hábiles utilizando el “prejuicio de confirmación”. Tienen
mucho talento para inflamar el “deseo de creer”. Sus gritos sobre patriotismo o
justicia responden a lo que su audiencia espera escuchar. La aceptación sin
dudar de la retórica del dictador está arraigada en un prejuicio muy
generalizado en el ser humano: el de confirmación. Éste es el que nos lleva a
buscar evidencias que apoyen nuestras ideas y deseos y a descartar la
información que los contradice. Como expertos manipuladores los dictadores son
expertos en su utilización.
2.-
Buscan la identificación con el agresor. Los dictadores son muy
buenos identificando a las personas vulnerables social y económicamente, que al
no estar especialmente bien formados e informados con frecuencia se sienten
confusos e inseguros. Los dictadores explotan la rabia y frustración de estos
colectivos a través del fenómeno conocido como “identificación con el agresor”
que lleva a que consideren al fuerte como un reflejo de sí mismos que les
ofrece una promesa de victoria para salir de su estado actual. Quedan atrapados
en la fascinación por las ilusiones y el pensamiento mágico y experimentan un
lavado de cerebro.
3.-
Incitan a culpar a los demás y a buscar chivos expiatorios.
Plantean las situaciones en términos de buenos
y malos, magnificando las supuestas amenazas externas para generar una paranoia
colectiva. Al mismo tiempo se ofrecen como salvadores. Aceptando esta simplista
propuesta binaria sus seguidores se alinean para llevar a cabo la “lucha buena”
contra el mal y los malvados y se vuelven intolerantes con los que perciben
como diferentes.
4.-
Se convierten en “amos” de la propaganda. Los dictadores
rápidamente aprenden el valor del adoctrinamiento. Para mantener su poder
buscan controlar la información. Las noticias positivas se las atribuyen a
ellos y las negativas a los supuestos enemigos. Con la ayuda de la maquinaría
de la propaganda se tornan en una presencia integral en la vida de los demás. También
procuran destruir cualquier institución o entorno social que se mantengan
independientes.
De Vries mantiene que,
aunque siempre existirán personas cuya personalidad les predispone a ser
dictadores y su narcisismo exagerado, excesivo sentido de su propia importancia,
ausencia de empatía y de sentido de culpa o remordimientos les puede llevar a
cometer acciones atroces, no tenemos que olvidar que no pueden existir si no
tienen seguidores. Aunque no queramos reconocerlo en voz alta puede resultar
atractivo que, en ocasiones, los demás nos digan qué es lo correcto o
incorrecto. Pero la abdicación de la responsabilidad personal debilita la
libertad de expresión y altera los procesos democráticos.
Por tanto, como parece
que existe consenso en que los dictadores debido a sus rasgos psicopáticos son
intratables lo que hay que hacer es no dejar que nos seduzcan e impedir
que accedan al poder.
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