Mo Gawdat, Chief Business Officer en Google X, en “Solve for Happiness. Engineer your path to joy”, propone un modelo para llegar a ser feliz. Tras la pérdida de su hijo el autor se planteó cómo podían volver él y su familia a ser felices utilizando un algoritmo que había desarrollado y pudo comprobar que podían hacerlo.
La felicidad se puede
definir como el glorioso momento en que todo parece estar bien y encajar. El
problema surge porque algo que puede parecer tan básico con mucha frecuencia es
muy difícil de encontrar porque buscamos en los lugares erróneos, ya que se encuentra
dentro de nosotros.
Algunas de las
comunidades más felices del mundo se localizan en los países más pobres de
Sudamérica donde las personas parece que no se preocupan demasiado por su
seguridad financiera o por lo que consideramos que son triunfos en la mayor
parte de las sociedades. Trabajan cada día para procurar ganar lo que necesitan,
pero priorizan su felicidad y pasan más tiempo con sus familias y amigos.
Los estudios de Ed Diener
y Richard Easterlin, realizados en estados Unidos, sobre la correlación del
bienestar subjetivo y renta personal sugieren que el bienestar se incrementa
proporcionalmente a la renta sólo hasta un determinado nivel de ésta,
aproximadamente 70.000$, se estabiliza la sensación de bienestar y ganar más no
implica sentirse mejor.
Los momentos que hacen
felices a unas personas pueden ser muy diferentes de los que hacen felices a
otras. La felicidad aparece cuando la vida se comporta de la forma que queremos
que lo haga y la infelicidad surge cuando nuestra realidad no está a la altura
de nuestras esperanzas y expectativas.
La ecuación de la
felicidad sería:
Felicidad>/ nuestra
percepción de lo que nos ocurre – nuestras expectativas sobre nuestra vida.
Esto significa que si
percibimos que los hechos que nos pasan igualan o sobrepasan nuestras expectativas seremos
felices o, al menos, no infelices. Pero, realmente, no es el hecho lo que nos
hace infelices sino la interpretación que hacemos del mismo. Los pensamientos
no son siempre representaciones exactas de lo que verdaderamente ocurre por lo
que una pequeña variación en la forma en que pensamos puede tener un impacto
drástico sobre nuestra felicidad. Por ejemplo, si una persona ha sido grosera
con nosotros y se disculpa, esta disculpa no borra el hecho pero hace que nos
sintamos mejor porque el gesto cambia la forma en que vamos a pensar sobre lo
que sucedió. Lo mismo ocurre si averiguamos que no quería decir lo que dijo o
que malinterpretamos sus palabras.
Todos los pensamientos en
el mundo, hasta que no se convierten en acciones no tienen impacto en la
realidad de nuestras vidas y no cambian los hechos de ninguna manera. El único
impacto que tienen es dentro de nosotros, en muchas ocasiones presentándose en
forma de tristeza y sufrimiento innecesarios. Anticipar malos momentos en el
futuro o rumiar sobre terribles momentos en el pasado no resulta útil ni instructivo.
La vida es dura en ocasiones
pero siempre tenemos dos alternativas: hacerlo lo mejor que sepamos, asumir el
dolor y abandonar el sufrimiento o sufrir. De cualquier manera va a seguir
siendo dura, pero una opción va a resultar más beneficiosa para nosotros.
Un pensamiento puede
ocasionar al que lo piensa años de sufrimiento. Las semillas del pensamiento
pueden crecer y crecer hasta que se convierten en monstruos iracundos. La felicidad
va a depender de nuestra capacidad de controlar cada pensamiento. Pero,
contrariamente a lo que se cree, no sólo experimentamos dos emociones: alegría
o tristeza, sino que, dependiendo del tipo de pensamientos que tengamos podemos
caer en un mayor espectro de estados:
1.-
ESTADO DE CONFUSIÓN. Nuestros pensamientos se ven influidos
por las ilusiones. Se presenta cuando sentimos que la tristeza nos envuelve y
que no podemos sacudirnos la niebla que nos rodea que oscurece nuestra visión y
embarulla nuestro juicio.
Nuestra confusión está
causada por ilusiones que todos hemos aprendido a aceptar desde la infancia.
Aprendemos a navegar por el mundo pensando que las ilusiones son reales y si
dejamos que intervengan en la interpretación que hacemos del mundo que nos
rodea nuestro juicio carecerá de objetividad., nuestros intentos de ser felices
obtendrán resultados incorrectos y la confusión resultante nos conducirá a un
sufrimiento más profundo.
Si nos enganchamos a un
espejismo no tiene sentido intentar resolver la ecuación de la felicidad ya que
la vida se convierte en algo tan confuso que empezamos a creer que se espera de
nosotros que no seamos felices y nuestro sufrimiento va a durar más y a ser más
intenso.
2.-ESTADO
DE SUFRIMIENTO. Nuestros pensamientos están dominados por
la negatividad. Cuando un pensamiento triste nos domina sufrimos y si dejamos
que se mantenga nuestro dolor se prolongará aunque realmente lo que queremos es
ser felices. Parece ser que el mantener nuestros pensamientos negativos vivos
es parte del diseño original del cerebro humano para garantizar la
supervivencia. En el entorno hostil en que habitaban nuestros antepasados
necesitaban contar con respuestas de
lucha o huida para sobrevivir. Las reglas básicas mantenían que era más seguro
considerar algo como amenaza cuando no lo es que marcar algo como seguro y que
sea una amenaza y que hay que hacerlo con rapidez. Como resultado nuestras
mentes manejaban la información que el
mundo real les presentaba aunque no era un adecuado reflejo de la verdad.
Esta programación
original se mantiene y, por ejemplo, cuando valoramos un hecho nuestra mente
tiende a errar por el lado de la precaución. Solemos considerar el peor
escenario para prepararnos para él y
tendemos a adaptar la verdad para que nuestro limitado poder mental pueda
procesarla de forma eficiente y ágil, lo que con frecuencia nos conduce a la
infelicidad.
Aunque algunos hechos no
respondan a nuestras expectativas con frecuencia concedemos demasiada atención
a algunos que no lo merecen y nos
atascamos en ellos sufriendo al creer que nuestras percepciones “imaginarias”
fallaron.
El diseño original del
cerebro humano incluía factores que garantizaban la supervivencia de la especie
y que pueden convertirse en “puntos ciegos” que engañan al cerebro y pueden
arruinar la ecuación de la felicidad.
3.-
ESTADO DE HUIDA. Suspendemos nuestros pensamientos por
medio de la diversión y caemos en el error de considerar felicidad aquello que
no lo es, por ejemplo al confundir felicidad con herramientas de distracción de
masas como comer o beber en exceso, ir a fiestas, compras compulsivas, etc.
Biológicamente el
sentirnos bien juega un papel muy importante en nuestra supervivencia. Nuestras
mentes lo utilizan para generar comportamientos de supervivencia que no estén
relacionados con amenazas directas. Para conseguirlo nuestros cerebros llenan
el cuerpo de sustancias como la serotonina u oxitocina en el curso de acciones
que por tanto nos van a hacer sentir bien.
La diversión, por tanto,
es útil para neutralizar el dolor porque imita a la felicidad al desconectar el
pensamiento incesante que desborda a nuestras mentes, durante un tiempo
determinado. Pero, tan pronto como el placer se extingue los pensamientos negativos
vuelven corriendo y reestablecen el sufrimiento, por lo que seguimos
recurriendo a dichas conductas. Como ocurre con los medicamentos para el dolor
cuando el efecto de uno desaparece consumimos otro hasta que su poder para
hacer que desaparezca el dolor se desvanece. Entonces es cuando intentamos
inyectar más placeres extremos a nuestras vidas, tales como deportes de riesgo,
fiestas salvajes y todo tipo de indulgencias excesivas. Cuanto más intenso sea
el “subidón” más rápidamente se extinguirá y más profundo será el sufrimiento
posterior y la diversión se convierte en
un inhibidor de la verdadera felicidad.
Pero no toda la diversión
es mala, una de sus utilidades es en situaciones en las que nos va a permitir
una desconexión de emergencia para conceder intervalos de paz para enfriar a
nuestra voz interior e introducir un grado de cordura en el continuo parloteo
al que sometemos a nuestra mente. Cada vez que veamos que nuestros pensamientos
están siendo demasiado negativos debemos permitirnos disfrutar de un placer
sano. También podemos programar regularmente acciones que nos produzcan este
tipo de placeres. De esta forma la diversión se puede convertir en un
complemento de felicidad que tomamos con regularidad para mantenernos sanos.
4.-
ESTADO DE FELICIDAD. Nuestros pensamientos son positivos y
están conformes con los hechos de nuestra vida. La felicidad está en nuestros
pensamientos, en aquellos que son los correctos que están alineados con la
realidad y que nos permiten resolver la ecuación de la felicidad de forma
positiva. Para cada hecho de nuestra vida solucionamos dicha ecuación
adecuadamente cuando anulamos los espejismos y corregimos los puntos ciegos. Pero
si queremos mantenernos felices independientemente de las vueltas que de
nuestra vida debemos intentar alcanzar un estado más elevado que es:
5.-
ESTADO DE ALEGRÍA Y SERENIDAD. Nos sobreponemos a
nuestros pensamientos y aceptamos y valoramos lo que nos ofrece la vida. Nos
sumergimos en un estado de armonía que Mihaly Csikszentmihalyi llama de “flujo”
de felicidad ininterrumpida. Se caracteriza por una mezcla de paz interior,
tranquilidad, calma y serenidad. Las expectativas que se fijan son realistas y
aunque la vida se torne dura no nos sorprende porque esperamos encontrarnos
algunos momentos difíciles en el camino.
El autor propone un MODELO DE FELICIDAD 6-7-5 que se centra
en:
I.-
DESMONTAR LAS 6 GRANDES ILUSIONES, que nos mantienen en un
estado de confusión. Cuando utilizamos estos espejismos para intentar dar
sentido a la vida no lo conseguimos y el sufrimiento se ahonda y es más
permanente.
Se basan en:
1.- El pensamiento.
2.- El propio ser.
3.- El conocimiento.
4.- El tiempo.
5.- El control.
6.- El miedo.
II.-
CORREGIR LOS 7 PUNTOS CIEGOS que alteran nuestro
juicio sobre las realidades de la vida. La imagen distorsionada que ocasionan
nos conduce a la infelicidad. Son:
1.- Los filtros.
2.- Las creencias.
3.- Las predicciones.
4.- Las memorias.
5.- Las etiquetas.
6.- Las emociones.
7.- Las exageraciones.
Si eliminamos las seis
ilusiones, modificamos los puntos ciegos y dejamos de tratar de escapar
encontraremos con más frecuencia la felicidad.
III.-
AFERRARNOS A LAS 5 VERDADES DEFINITIVAS. Se refieren a:
1.- El presente.
2.- El cambio.
3.- El amor.
4.- La muerte.
5.- El origen.
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