Randy Grieser en “The ordinary leader. 10 key insights for building and leading a thriving organization”, que estamos
comentando, plantea que un líder entre otros aspectos debe cultivar en sí
mismos y en sus profesionales lo siguiente:
I.-
PASIÓN
Si no sentimos pasión
por nuestro trabajo y por nuestra visión del futuro es difícil perseverar, ya
que se necesita algo más que una fuerte ética de trabajo para seguir adelante
en tiempos difíciles.
La pasión es un
sentimiento positivo profundo hacia algo que nos resulta personalmente
significativo y que nos genera energía, emoción y entusiasmo. La pasión, así
como la ausencia de ésta es contagiosa. Nadie se ha sentido nunca inspirado por
un líder que no es apasionado, porque éste no va a conseguir que se
identifiquen con su visión.
La pasión eleva la
productividad y genera el compromiso de los profesionales con la visión. Cuando
sentimos pasión por algo no podemos dejar de pensar en ello. La pasión va a
determinar nuestras acciones y decisiones diariamente y eventualmente nos
conduce a la maestría en aquello que nos apasiona. La mayor parte de los
grandes líderes no tienen un trabajo, tienen una pasión.
El propósito de un
líder o de una organización con frecuencia no es fácilmente aparente pero si
profundizamos podemos ver que la aspiración de marcar una diferencia es lo que
moviliza la pasión.
Para ofrecer un mejor servicio o producto debemos sentir pasión por marcar una
diferencia.
Simon Sinek en su
charla TED: “How great leaders inspire action”
y en su libro “ Start with why: How great leaders inspire everyone to take action” presenta el concepto que llama del “Círculo de oro”. Con él plantea que mientras la mayor parte de
las personas podemos articular el qué y el cómo de lo que hacemos es el por qué lo que más
importa. Y es en el por qué en lo que los líderes deben centrar su atención.
Demasiadas personas no sienten pasión por su trabajo, se sienten aburridas y atrapadas o simplemente odian sus trabajos, por lo que sus organizaciones se resienten. Estos trabajadores, por su falta de pasión se estancan y se limitan, ya que no tienen la energía necesaria para desarrollarse y crecer en su vida profesional.
Sentir pasión como
líder es distinto de inspirar pasión en los demás. Para esto deben mostrar un
entusiasmo genuino y ser capaces de articular las razones por las que la
organización hace lo que hace y por qué, así como la forma en que ésta quiere
marcar una diferencia.
Un ejemplo de líder
apasionado es Warren Buffet. Éste en una ocasión en una charla a estudiantes de
la Universidad de Nebraska dijo: “Si existe una diferencia entre vosotros y yo
puede ser simplemente que cuando me levanto tengo la oportunidad de hacer
aquello que amo todos los días”.
Cuando las personas
aman lo que hacen el dominar y tener éxito en esa actividad es el resultado y
no el propósito. El éxito es una de las consecuencias de la pasión.
Grieser propone que nos
planteemos las siguientes preguntas para reflexionar sobre este tema:
1.- ¿En nuestra vida
personal y profesional qué es lo que nos apasiona?
2.- ¿Cómo marca una
diferencia mi organización?
3.- ¿En mi vida, dónde
me encuentro con líderes y profesionales apasionados? ¿ Cómo es convivir con
ellos?
4.- ¿Estoy siendo
eficaz en el fomento de la pasión en los que me rodean? ¿ Qué puedo hacer para
ser más eficaz?
II.-
VISIÓN
La visión es nuestra
percepción del futuro, de nuestras esperanzas y nuestros sueños. Es nuestra
imagen mental del o que puede ser pero todavía no es. Nos da un propósito y nos
guía mientras trabajamos en el presente. En las organizaciones articula lo que
la organización aspira a conseguir.
Los líderes visionarios
inspiran y transmiten energía a las personas para que trabajen para alcanzar
una meta futura. Son capaces de comunicar claramente y vívidamente lo que el
futuro puede traer consigo y se anticipan a lo que va a venir, sean
oportunidades u obstáculos. Tienen la habilidad de conectar los puntos entre
las numerosas tendencias y hechos e interpretar cómo lo que está ocurriendo en
el momento actual puede tener un impacto en el futuro. Trabajan, también, con
un fin en mente, ya que saben hacia donde se dirigen y por qué lo hacen,
facilitando una dirección clara y las razones bien definidas de cómo las decisiones
del presente están relacionadas con la visión del futuro.
Estos líderes utilizan
la información a su disposición para asumir riesgos calculados. Son conscientes
de que el grado del riesgo al que se enfrentan varía de decisión en decisión y
que algunos van a ser más complicados de gestionar pero saben que no hacer nada
supone también un riesgo, que en ocasiones puede ser mayor que el de actuar.
Al intentar visualizar
el futuro es esencial comprender los factores que van a impactar en el mundo,
ya que muchos de ellos van a tener un efecto, también sobre nuestra
organización. Para tomar decisiones sobre el futuro debemos hacerlo contando
con toda la información posible. Aunque no podemos predecir el futuro existen
una serie de indicadores y tendencias que pueden conducirnos a conclusiones
significativas si les prestamos la debida atención. Tenemos que considerar,
fundamentalmente:
a).- Factores económicos:
¿Cómo la situación económica local, nacional o internacional puede impactar en
nuestra organización? ¿Cuál es la situación económica actual y cuáles son las
previsiones de los expertos?
b).- Factores políticos:
¿Es el gobierno actual estable? ¿Qué políticas del gobierno pueden afectar a
nuestra organización?
c).- Factores demográficos:
¿Cómo determinados factores demográficos como el envejecimiento de la población
o la inmigración, entre otros pueden afectar a nuestra organización?, ¿ Cómo
estos cambios pueden impactar en la forma en que ofrecemos nuestros productos o
servicios?
d).- Factores
tecnológicos: ¿Cómo las nuevas tecnologías van a cambiar nuestra organización?,
¿Qué tenemos que hacer ahora para prepararnos para los cambios tecnológicos esperados?
e).- Factores relacionados
con la competencia: ¿Cómo los competidores pueden intervenir en nuestro éxito?
¿Qué está haciendo la competencia que no
estemos haciendo nosotros?, ¿Qué fortalezas poseen de las que deberíamos
aprender?
Al procurar visualizar
el futuro tenemos que tener en cuenta estas influencias externas. Los cambios
en estas cinco áreas pueden determinar la viabilidad de nuestra organización,
por lo que no considerarlos genera un nivel elevado de riesgo y de
vulnerabilidad. Pero siempre tenemos que ser conscientes de que la naturaleza
de estas variables es cambiante por lo que visualizar el futuro debe ser un
ejercicio constante.
Resulta muy fácil
identificar las oportunidades y los obstáculos en retrospectiva pero, con frecuencia,
entonces ya es muy tarde para aprovechar sus ventajas o para evitar posibles
desastres. Si no nos adelantamos a las oportunidades estaremos simplemente adaptando
una moda cuyo tiempo ha podido pasar ya. Peor aun cuando no vemos un obstáculo
o trabajamos para superarlo nuestra organización se puede ver afectada
negativamente.
Una visión debe ser lo
suficientemente flexible para acomodar nuevas circunstancias que se vayan
presentando, por lo que ésta no debe ser estática, mientras que nuestra misión
y propósito, el porqué de lo que
hacemos, se mantiene relativamente estático. Es el futuro el que cambia y puede
ser incierto, no nuestra razón de existir.
Las organizaciones
necesitan una visión pero también deben contar con líderes que sepan
transmitirla. Los profesionales esperan que sus líderes les ofrezcan una imagen
del futuro. Compartir dicha visión y mostrarse receptivos a las sugerencias de
los demás sobre la misma ayuda a construir un propósito compartido, ya que
facilita que los trabajadores tengan una imagen más amplia del por qué están
trabajando lo que sirve para motivarles y para que se sientan orgullosos de
trabajar en la organización.
Transformar la visión
en realidad requiere algo más que el tener una imagen mental de lo que puede
ser. Para alcanzarla tenemos que contar
con una estrategia. Ésta consiste en el plan específico y en el conjunto de
procedimientos necesarios para realizar nuestro trabajo diario mientras
avanzamos hacia nuestras metas futuras. Nos ayuda a determinar qué prácticas
hay que incorporar para mantener nuestro crecimiento. Se puede dividir en:
a).- Pensamiento
estratégico que nos permite identificar las oportunidades y desafíos.
b).- Planificación
estratégica nos ayuda a aprovechar esas oportunidades y a gestionar los retos y
requiere gran especificidad y detalle para generar pasos y objetivos claramente
definidos.
La importancia de la
estrategia no se puede subestimar: tenemos que trabajar en el presente con el
foco en el futuro y simultáneamente tomar decisiones sobre el futuro mientras
analizamos cómo pueden impactar en el presente.