Blair Sheppard y Susannah Anfield en strategy+business del pasado 31 de
julio plantean que la pandemia ha puesto de manifiesto una serie de paradojas
inherentes al trabajo de los líderes. Las crisis como la que estamos
experimentando hoy en día son una prueba de la que emergerán las verdaderas
capacidades de los líderes y se forjarán las reputaciones.
Como los autores expusieron en 2018 en su análisis de las 6 paradojas del
liderazgo los líderes que tienen éxito son los que son capaces de gestionar una
serie de contradicciones aparentes para poder crecer en un mundo rápidamente
cambiante. Deben tener la confianza para proyectar una estrategia clara y la
humildad de corregir y modificar si es necesario, de tener una visión amplia
mientras se aseguran que las operaciones cotidianas funcionan correctamente,
deben mantenerse anclados en las tradiciones que han hecho que sus
organizaciones triunfen mientras fomentan la innovación continua. Tienen,
además, que considerar lo que sus profesionales deben conseguir y utilizar la
tecnología adecuada que les ayude a alcanzarlo, pensar globalmente y actuar
localmente así como demostrar que tienen que negociar distintas opiniones
buscando un consenso mientras mantienen su integridad.
Mientras el mundo intenta recuperarse y superar el trauma colectivo y el
daño ocasionado por la pandemia y prepararse para ser resiliente ante futuras
crisis existe una necesidad urgente de que los líderes entiendan, acepten y
asuman estas paradojas. Los pasos para impulsar la recuperación son, según
Sheppard y Anfield los siguientes:
1.- REPARAR: LA NECESIDAD DE ACTUAR CON
RAPIDEZ E INTELIGENCIA
El primer paso consiste en reparar lo que se ha roto. Para poder reaccionar
rápidamente y con inteligencia los líderes deben tener la suficiente confianza
para tomar decisiones y actuar en un mundo incierto y la humildad de consultar
ampliamente, de reconocer cuando se han equivocado y de corregir el rumbo.
Deben ser “héroes humildes” uno de
los tipos del liderazgo paradójico. Por ejemplo, en los primeros días de la
pandemia se tuvieren que tomar decisiones con un grado enorme de humildad y
empatía, a través de la consulta de la opinión de los expertos buscando que las
opciones disponibles fuesen más claras. Ante este alto nivel de incertidumbre
es fácil que los líderes se sientan superados, se inmovilicen y luchen por
tomar decisiones claras y por comunicarlas eficazmente, siendo, también,
complicado, realizar ajustes cuando las situaciones cambian.
Para limitar y reparar los daños de la pandemia los líderes deben entender
cuál es su naturaleza, sus implicaciones globales, la posibilidad de una gran
variedad de resultados, al tiempo que tienen que gestionar las acciones que
estabilicen las operaciones de su organización, que mantengan el funcionamiento
de las cadenas de suministros y que faciliten, dentro de lo posible, el trabajo
en remoto. Deben ser, por tanto, buenos “ejecutores
estratégicos” , que es otra de las categorías del liderazgo paradójico.
La respuesta a la pandemia ha puesto de manifiesto la necesidad de
improvisar en el momento, ya fuese a través de nuevos protocolos de tratamiento
a nivel hospitalario o de la adaptación al trabajo on line. En muchas ocasiones
las compañías con un legado de excelencia operacional han sido las que más
rápidamente han sido capaces de desarrollar productos y servicios para hacer
frente a las nuevas necesidades y lo han hecho manteniendo su propósito
principal, mostrando otras de las categorías del liderazgo paradójico: “ innovadores respetuosos con las tradiciones”.
2.- REPENSAR: DISEÑAR EL PRESENTE CON EL FUTURO
EN MENTE
El ajuste de las organizaciones a las nuevas realidades se ha facilitado
por el uso de la tecnología ( por ejemplo de las plataformas y redes sociales).
Pero existen circunstancias en las que la tecnología no contribuye
adecuadamente por lo que los líderes deben ser capaces de promover tanto la
inteligencia emocional como la artificial: “
expertos en tecnología pero humanistas”
3.- RECONFIGURAR: ORGANIZAR PARA EL FUTURO
Al reflexionar sobre la gran cantidad de experiencias compartidas que la
pandemia ha creado tenemos la oportunidad de moldear el futuro de una forma
nueva. Como individuos y miembros de una familia hemos tenido que aprender a
ser resilientes y autosuficientes. Las comunidades locales se han preocupado de
proteger a los vulnerables y de apoyar a los pequeños comercios en riesgo. A nivel
organizacional las empresas se han visto obligadas a pensar en sus fuerzas
laborales de forma local, ya que cada país ha gestionado la crisis de una forma
distinta. La disrupción en las cadenas de
suministro global ha obligado a su reconfiguración dentro de los límites
de las naciones.
Los líderes, a todos los niveles, han estado luchando para proteger a sus
comunidades. En muchos casos el resultado ha sido un incremento del
nacionalismo que está acelerando la polarización y asimetría presente
actualmente en el sistema global. Más que nunca necesitamos líderes que
comprendan las fuerzas globales, la estructuras de los mercados y las
necesidades de las sociedades, pero que, al tiempo, sean capaceas de expresar
una preocupación genuina y comprensión de sus comunidades locales. Necesitamos “localistas con pensamiento global”.
La lección más evidente de esta crisis es que no tiene barreras y que nadie
va a estar protegido de la infección hasta que casi yodos hayan sido
inmunizados y que el desarrollo, producción y distribución de las vacunas y
tratamientos necesita de una cooperación global. Al tiempo que las inmensas
variaciones de culturas, comportamientos y sistemas sanitarios en todo el mundo
requiere que el virus sea combatido y derrotado a nivel local. Por tanto, necesitamos líderes que puedan
gestionar la tensión entre la necesidad de desarrollar solucione y protocolos a
nivel global y la realidad de que deben ser ejecutados localmente.
Cuando los efectos de la pandemia empiecen a atenuarse en el mundo el
imperativo para rediseñar organizaciones que puedan prosperar puede ser una
oportunidad para reconsiderar cómo operan. Lograr un buen rediseño requiere
líderes que sean lo suficientemente diestros para influir en un gran abanico de
grupos de interés mientras construyen los niveles esenciales de confianza. Para
poder hacer cambios complicados y que tengan un significado debemos contar con
líderes que sean “ políticos con un alto grado de integridad”.
En un tiempo donde existe un desacuerdo entre hechos básicos y ciencia, el
forjar cualquier tipo de camino diferente requiere un liderazgo enraizado en la
confianza. También necesita un nivel de inclusividad capaz de reunir puntos de
vista diversos y a veces conflictivos y conseguir que el resultado sea mejor
que cualquier propuesta individual.
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