Dov Seidman en
weforum.org del pasado 19 de febrero plantea que a diferencia de la autoridad
formal la autoridad moral debe ganarse a través de quiénes somos y de cómo
lideramos.
Los sistemas humanos
no pueden funcionar sin una autoridad formal pero lo que hace que una
organización funcione adecuadamente es cuando los líderes que ocupan estas
posiciones formales tienen también autoridad moral.
En un mundo en cambio
la autoridad formal tiene menos fuerza. Solo la autoridad moral puede generar
confianza, inspirar a los compañeros, crear un significado y ayudar alas personas a imaginar un futuro mejor.
El nuevo informe
sobre el estado del Liderazgo Moral (State of Moral Leadership Report) que
incluye datos de más de 1500 profesionales, sugiere que:
1.- Existe una gran
demanda de éste pero en realidad existe escasamente.
2.- La autoridad
moral al contrario que la formal puede intervenir mejorando el desempeño de los
profesionales y organizaciones.
3.- Los directivos
que demuestran tener niveles más elevados de liderazgo moral tienen, también,
conexiones más fuertes con sus compañeros y tienden a mantener sus
comportamientos éticos durante las crisis.
4.- Las oportunidades
de desarrollo profesional no están haciendo lo suficiente para promover el
liderazgo moral.
El informe facilita
evidencias de la necesidad imperiosa de un liderazgo moral. Los líderes ya no
pueden esperar incrementar el valor para los accionistas sin incrementar los
valores compartidos. La misión y los márgenes, el beneficio y los principios,
el éxito y el propósito están unidos de forma inextricable.
La investigación
señala la necesidad de actuar: las organizaciones deben y pueden invertir en
fomentar una cultura de liderazgo moral. Esta necesidad se ha incrementado con la
pandemia de COVID- 19, ya que en tiempos
de crisis las personas de forma natural miran hacia las personas que ocupan
puestos de autoridad para que les den respuestas, guía, acciones y esperanza.
Los datos del informe
indican que una crisis moral está infiltrando todos los aspectos de nuestras
vidas y nuestros entornos de trabajo no son inmunes a esta turbulencia. Para que
las organizaciones sean capaces de gestionar unas dinámicas en el entorno
laboral cada vez más complejas necesitan tener una visión moral. A nivel
organizacional un 79% de los encuestados estaban de acuerdo en que sus
organizaciones tomarían mejores decisiones de negocio si siguieran esta regla
de oro: tratar a los demás como te gustaría que te tratasen. Para lograr esto necesitan
contar con líderes morales al mando. En un tiempo de incertidumbre y agitación política
y social el liderazgo moral ofrece el sentido de una misión y de conexión
humana que las personas en todas las organizaciones y niveles desean.
Un líder moral es
aquel que no solo se comporta bien sino que estimula la acción al centrar su
trabajo diario y el de los que le rodean en una visión de lo que es bueno para
el mundo. Respeta la humanidad y la ve en cada persona y dedica tiempo a
construir relaciones profundas y únicas. Considera a las personas no como un
medio sino como un fin en sí misma y escucha y aprende de aquellos a los que
lidera.
Desgraciadamente el
liderazgo moral no es frecuente. Casi la mitad de los líderes en los puestos
más altos de las organizaciones no muestran de forma habitual los
comportamientos ligados al liderazgo moral y solo en estos niveles lo muestra
un 8%. En el caso del resto de niveles directivos solo el 7% muestran de forma consistente conductas
ligadas al liderazgo moral. Estos datos son sorprendentes ya que el 46% de los
participantes en el estudio manifestaron que estarían dispuestos a disminuir
sus salarios si pudiesen trabajar con un líder moral.
En tiempos de crisis las
siguientes prácticas suelen ser predictivas de si el directivo va a ser
considerado eficaz:
1.- Cultivar un
sentimiento de esperanza por el futuro.
2.- Explicar las
decisiones en el contexto del propósito de la organización.
3.- Escuchar y
aprender de perspectivas que cuestionen sus presunciones.
Es natural asumir que
el liderazgo moral trata de cómo se comportan las personas que ocupan los
niveles más altos de autoridad formal, pero en realidad debe ser ejercido por
todos en la organización. Conseguir crear esta cultura puede empezar por los
niveles más elevados pero debe impregnar todos los procesos y sistemas que
gobiernan el modo en que ésta opera.
El camino hacia el
liderazgo moral a nivel organizacional es el camino que va de la obediencia
ciega al consentimiento informado y finalmente al autogobierno.
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