Ithai Stern y Guoli Chen en
INSEAD Knowledge del pasado 30 de agosto plantean que las organizaciones deben
desarrollar estrategias de gestión de recursos humanos apropiadas para limitar
el impacto de la marcha no anticipada de sus profesionales.
El capital humano es el
recurso más valioso de una compañía. Investigaciones parecen apoyar la teoría
de que el capital humano estratégico (los empleados con conocimientos y
habilidades no sustituibles) pueden ofrecer a las empresas una ventaja
competitiva sostenible. Como resultado las organizaciones creen que para lograr
ventajas competitivas deben atraer y retener el
capital humano estratégico.
Por este motivo se han
realizado múltiples investigaciones para descubrir cuáles son los factores que
gobiernan las decisiones de marcha de los profesionales y cómo su marcha
impacta en el desempeño de la compañía. Pero, la pregunta se mantiene: ¿La
marcha de los profesionales conduce a un pobre desempeño o es el pobre
desempeño de la organización el que lleva a que los empleados la abandonen?
Los estudios de los autores
facilitan una clara evidencia de que la marcha de los profesionales impacta
negativamente en el desempeño, amplificado por la fortaleza de la relación
entre éstos y la organización. Los resultados revelan, también un tercer factor
que influye en las decisiones de abandono: el efecto “mariposa” de eventos
externos incontrolables (accidentes y desastres).
En sus investigaciones Stern y
Chen examinaron los efectos posteriores al accidente nuclear de Fukushima. El
periodo analizado comprende los tres años previos al desastre y los tres siguientes
al mismo y abarca 797 empresas localizadas en un radio de 80 km de una central
nuclear estadounidense y un grupo control de otras 797 firmas situadas a una
distancia de 160-240 km.
El resultado muestra que
independientemente de la inversión de las organizaciones en sus profesionales
no pueden asegurar que éstos no decidan irse por circunstancias externas. Por ejemplo
la catástrofe de Fukushima originó una reacción de pánico en las personas
incrementada por la cobertura de los medios que mantuvieron a la población estadounidense
centrada en este desafortunado accidente que empañó la imagen de la energía
nuclear y ocasionó la pérdida en la confianza en la seguridad de los reactores
nucleares y el éxodo masivo de empleados de empresas situadas en las cercanías de
las centrales nucleares.
Los autores encontraron que
algunas de estas organizaciones se vieron afectadas negativamente por la marcha
de sus empleados, mientras otras no, pero que el impacto estaba directamente
correlacionado a la inversión realizada en tiempo y recursos en éstos. Por tanto,
cuanto más invertía una organización y basaba sus ventajas competitivas en sus
empleados más efecto negativo tenía su marcha, ya que las relaciones de alto
valor son difíciles de reemplazar y cuando lo consigan deberán volver a emplear
muchos recursos.
La estrategia recomendable
consiste en la inversión en recursos y políticas dirigidas a fomentar entornos
en los que se puedan establecer fuertes relaciones con los profesionales y
promover la lealtad. Estos entornos positivos incrementan la motivación, el
compromiso, la eficiencia y la innovación.
La marcha de empleados tiene
el potencial de generar una espiral hacia abajo de muchas formas como por
ejemplo, la pérdida de un solo empleado valioso puede alterar rutinas
establecidas y dificultar el que el resto de los profesionales puedan realizar
su trabajo con eficacia, lo que puede conducir a una moral baja y a
sentimientos de ansiedad. Esto a su vez manda señales negativas a los clientes
y grupos de interés externos y reduce la confianza en la capacidad de la
compañía. También puede producir el que otros profesionales decidan abandonar
la empresa ante esta situación.
Los profesionales son el
recurso más valioso e indudablemente se tiene que continuar invirtiendo en
ellos pero es necesario utilizar un enfoque más estratégico en su gestión ya
que las empresas deben considerar como evaluar y gestionar anticipadamente
riesgos externos poco previsibles para
desarrollar estrategias de gestión de riesgos
y de sucesión para mitigar su impacto.
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