Adam Grant, en “Think again. The
power of knowing what you don´t know”, que estamos comentando, plantea que “repensar”
no es solo una habilidad individual, sino que depende en gran medida en la
cultura de la organización y se va a presentar con más frecuencia si ésta es de
aprendizaje, donde el crecimiento sea el valor central y los ciclos de repensar
sean una rutina. En las culturas de aprendizaje la norma es que las personas sean
conscientes de lo que no saben, cuestionen las prácticas existentes y mantengan
curiosidad e interés por probar nuevas rutinas. Las evidencias muestran que en
las culturas de aprendizaje las organizaciones innovan más y cometen menos
errores.
Hace unos años una
ingeniera reconvertida en profesora de management Amy Edmondson comenzó a preocuparse
por la prevención de los errores médicos. Para ello comenzó por entrevistar a
los profesionales de un hospital para conocer el grado de seguridad psicológica
que experimentaban en sus equipos (si podían asumir riesgos sin el miedo de ser
castigados por ello). Luego reunió los datos sobre una serie de errores médicos
cometidos por cada equipo, rastrando los que tuvieron resultados más serios,
como es el caso de las dosis potencialmente fatales al suministrar los fármacos
equivocados. Encontró, para su sorpresa, que cuanto más psicológicamente seguro
se sentía un equipo más tasas de errores cometía.
La explicación parecía
orientarse hacia una excesiva complacencia dentro de los equipos debido a la
seguridad psicológica. Cuando la confianza arraiga profundamente en un equipo,
sus miembros puede que no sientan la necesidad de cuestionar a sus compañeros o
de revisar su propio trabajo.
Pero Edmonson enseguida
reconoció una gran limitación en los datos con los que había trabajado: los
errores eran notificados por aquellos que los cometían. Para obtener una medida
no sesgada de los errores utilizó a un observador encubierto a las unidades.
Cuando analizó los nuevos datos estos mostraron que los equipos con mayor grado
de seguridad psicológica eran los que notificaban más errores pero cometían
menos errores. Al admitir libremente sus fallos eran capaces de identificar la
causa de los mismos y eliminarlos. Por el contrario en los equipos
psicológicamente inseguros las personas ocultaban sus errores para evitar
penalizaciones, lo que dificultaba el diagnóstico de las causas raíz y la
prevención de futuros problemas, con lo que seguían repitiendo los mismos
fallos.
Desde entonces las
investigaciones sobre la seguridad psicológica han florecido. Por ejemplo en el
proyecto Aristóteles de Google para descubrir los factores que distinguían a
los equipos de alto rendimiento el más importante se observó que no era quién
componía el equipo sino la seguridad psicológica que había en el mismo.
En los últimos años la
seguridad psicológica se ha convertido en una frase de moda en muchos entornos
laborales, pero aunque los líderes pueden entender su significado, con
frecuencia, malinterpretan lo que es exactamente y cómo crearla. Edmonson
advierte que no se trata de relajar estándares, ni hacer que las personas estén
cómodas, ni ser siempre agradables u ofrecer halagos indiscriminados. Consiste
en promover un clima de respeto, confianza y actitud abierta en el que las
personas pueden plantear sus dudas y sugerencias sin miedo a las represalias,
lo que constituye el fundamento de una cultura de aprendizaje.
En las culturas
centradas en el desempeño el énfasis en los resultados con frecuencia mina la
seguridad psicológica. Cuando vemos que las personas son castigadas por sus
errores, nos preocupamos por probar nuestra competencia y por proteger nuestras
carreras. Aprendemos a limitar nuestros comportamientos y nos “mordemos la
lengua” para no verbalizar nuestras preguntas y preocupaciones. En ocasiones, esto
es debido a la distancia con el poder que nos lleva a temer cuestionar a los
máximos directivos de la organización. La
presión para mostrar nuestra conformidad con la autoridad es real y aquellos
que osen desviarse corren el riesgo de obtener una respuesta negativa. En las
culturas centradas en el desempeño, también, nos censuramos a nosotros mismos
en presencia de expertos que parece que conocen todas las respuestas,
especialmente si carecemos confianza en nuestros propios conocimientos.
SEGURIDAD
PSICOLÓGICA |
|
CUANDO ESTÁ
PRESENTE |
CUÁNDO ESTÁ
AUSENTE |
Los
errores son oportunidades de aprendizaje |
Los
errores se consideran como amenazas a sus carreras |
Los
profesionales están dispuestos a asumir riesgos y a equivocarse |
Los
profesionales no están dispuestos a arriesgarse |
Los
profesionales defienden sus ideas en las reuniones |
Los
profesionales guardan sus ideas para sí mismos |
Los
profesionales comparten sus esfuerzos |
Los
profesionales solo comparten sus fortalezas |
Los
profesionales confían en sus compañeros y en sus supervisores |
Los
profesionales temen a sus compañeros y supervisores |
Los
profesionales sienten que pueden destacar y ser reconocidos |
Los
profesionales sienten que “sus cabezas pueden ser cortadas” |
La pregunta que debemos
hacernos con frecuencia a nosotros mismos y a los demás es: ¿Cómo sabemos? Su
poder radica en su franqueza al ser una forma de expresión, sin ningún juicio
asociado, de duda y curiosidad que no pone a nadie a la defensiva.
Hace unos años el autor
fue llamado por los líderes de la
Fundación Bill y Melinda Gates para ver si les podía ayudar para crear
seguridad psicológica en la fundación. Éstos estaban preocupados por si la
presión por presentar análisis irrefutables estaba desanimando a los
profesionales a la hora de asumir riesgos, por lo que se agarraban a
estrategias seguras de progreso incremental en lugar de arriesgarse a realizar
experimentos osados que podían tener un mayor impacto a la hora de abordar
algunos de los problemas más fastidiosos del mundo.
Cambiar la cultura de
una organización completa puede resultar un reto abrumador, mientras que
cambiar la cultura de un equipo es más sencillo. Comienza modelando los valores
que queremos promover, identificando y alabando a los que los ejemplifican y
construyendo una coalición de compañeros comprometidos con el cambio.
El consejo estándar
para los directivos para la creación de seguridad psicológica es que sean un
modelo de actitud abierta y de inclusión, que pidan feedback sobre cómo pueden
mejorar. Para probar su eficacia Grant ha realizado estudios planteando 2
enfoques:
a).- En muchas
compañías se asignaba aleatoriamente a una serie de directivos que pidiesen críticas constructivas a sus
equipos. En las siguientes semanas los equipos notificaban mayor nivel de
seguridad psicológica, pero este efecto no era duradero. Algunos directivos que
pedían feedback no estaban contentos con lo que escuchaban y se ponían a la
defensiva. Otros pensaban que el feedback era inútil o que no se podía tener en
cuenta, lo que no les animaba a seguir solicitando feedback de sus equipos y
los equipos, por tanto, tampoco querían seguir ofreciendo feedback.
b).- Otro grupo de
directivos adoptó un enfoque diferente, uno que tenía un efecto menos inmediato
en la primera semana pero que conducía a
ganancias sostenibles sobre seguridad psicológica un año más tarde.En lugar de
pedirles que buscasen feedback se les encargó que compartiesen sus experiencias
pasadas al recibir feedback y sus futuros objetivos de desarrollo. El autor
aconsejó a los directivos que contasen a sus equipos alguna experiencia en la
que se beneficiaron de la crítica constructiva
e identificasen las áreas en las que estaban trabajando para mejorar en
el momento actual.
Al admitir algunas de
sus imperfecciones en voz alta los directivos demostraban que podían aceptar y
mantenerse abiertos al feedback. Normalizaban la vulnerabilidad , logrando que
sus equipos se sintiesen más cómodos al reconocer sus propios esfuerzos. Los
profesionales ofrecían un feedback más útil porque sabían las áreas que sus
directivos querían mejorar. Esto motivaba a los directivos a instaurar prácticas
que mantuviesen sus puertas abiertas: charlas con un café para plantear
cualquier cuestión, reuniones semanales individuales o reuniones mensuales con
el equipo en el que cada miembro compartiese su desarrollo, por ejemplo.
La creación de
seguridad psicológica no puede ser un hecho aislado o una tarea a tachar en una
lista de cosas que hacer. Al discutir sus debilidades muchos de los directivos
del estudio se sentían incómodos y
ansiosos al principio. Muchos de los miembros de sus equipos se sentían
sorprendidos por la vulnerabilidad manifestada y no sabían cómo reaccionar.
Algunos se mostraban escépticos ya que pensaban que sus jefes podían estar
buscando alabanzas o comentarios que les hiciesen parecer buenos. El cambio
solo se producía con el tiempo cuando los directivos demostraban repetidamente
humildad y curiosidad.
En el caso de la
Fundación Gates Grant quería ir un paso más adelante y en lugar de procurar que
los directivos comentasen a sus propios
equipos la forma en que habían sido previamente criticados propuso que los
altos directivos compartiesen sus experiencias con toda la organización. Melinda
Gates se ofreció a ser la primera en participar. Su equipo recopiló, para ello, críticas de
encuestas al personal y las imprimió en unas tarjetas que mostraron a Melinda Gates
en directo frente a una cámara para que las leyera y ver su reacción y
respuesta. Posteriormente para medir el impacto seleccionaron aleatoriamente tres
grupos de empleados, unos visionaron esta
grabación, otros un vídeo de Melinda explicando la cultura que quería crear y
otro de control. El primer grupo se vió que era el que tenía una mayor al aprendizaje
ya que se sentían más inspirados a mostrar sus debilidades y a trabajar para
superarlas.
Se necesita tener seguridad
en uno mismo para mostrar humildemente que somos una obra en progreso y que nos
preocupamos por mejorar. Si este patrón mental se extiende por toda la
organización puede ofrecer a los profesionales el coraje y la libertad para
expresar sus ideas. Pero los patrones
mentales no son suficientes para transformar una cultura. Aunque la seguridad
psicológica erradica el miedo de cuestionar la autoridad no necesariamente nos
motiva para cuestionar esa autoridad. Para construir una cultura de aprendizaje
necesitamos crear un tipo especial de responsabilidad que conduzca a que las
personas vuelvan a pensar sobre las buenas prácticas en su organización.
En las culturas de
desempeño los profesionales se aferran a las buenas prácticas. El riesgo es que
una vez que hemos declarado que una rutina es la mejor se puede congelar en el
tiempo. Predicamos sobre sus virtudes y dejamos de cuestionar sus vicios, no
sintiendo curiosidad por detectar dónde es imperfecta y dónde se puede mejorar.
El aprendizaje organizacional debe ser una actividad continuada pero las
mejores prácticas implican que se ha llegado a un punto final y que ya no es necesario.
Centrarse en los
resultados puede ser bueno para el desempeño en el corto plazo pero puede ser
un obstáculo para el aprendizaje a largo plazo. Los investigadores sociales han
encontrado que si solo se responsabiliza a las personas de si los resultados
son un éxito o un fracaso éstas seguirán manteniendo cursos de acción
incorrectos. Alabar y recompensar exclusivamente
los resultados resulta peligroso porque nutre el exceso de confianza en
estrategias pobres, incentivando a las personas a seguir haciendo las cosas
como las han hecho siempre. Los profesionales solo cuando un decisión de alto
impacto va horriblemente mal están dispuestos a parar y reexaminar sus
prácticas.
No tendríamos que
esperar a que algo vaya mal para determinar si una decisión era acertada ya que
al tiempo que se analizan las responsabilidades por los resultados se puede
hacer, también, del proceso evaluando con cuanto cuidado se han considerado
distintas opciones a la hora de tomar decisiones. Un buen proceso se basa en
una reflexión profunda y en repensar, permitiendo a las personas expresar
opiniones independientes. Investigaciones muestran que cuando tenemos que
explicar los fundamentos de nuestras decisiones en tiempo real pensamos de
forma más crítica y procesamos las posibilidades con mayor rigor.
La responsabilidad
sobre los procesos puede parecer lo contrario a la seguridad psicológica , pero
son conceptos independientes. Amy Edmonson ha encontrado que cuando existe
seguridad psicológica sin responsabilidad las personas tienden a mantenerse en
sus zonas de confort y cunado existe la responsabilidad pero no la seguridad
psicológica la personas tienden a mantenerse silenciosas en una zona de
ansiedad. Al combinar las dos se crea una zona de aprendizaje.
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