Stefan Thomke y Gary W.Loveman en la edición de mayo – junio de Harvard Business Review plantean que
diariamente los directivos tienen que tomar decisiones sobre productos,
servicios, clientes, distribución de recursos, retribuciones a los empleados,
etc, basándose en creencias que frecuentemente no han sido examinadas de forma
crítica y menos aún cuestionadas. En los caso en los que se les pregunta cuando
algo ha ido mal la razón por la que han tomado determinada decisión su
respuesta suele ser: “ Siempre he tenido éxito haciéndolo de esta forma y nunca he pensado en que debía hacerlo de
otra manera”. Pero cuando los escépticos muestran que las ideas que subyacen a
esas prácticas están equivocadas, son confusas y hasta costosas, los líderes empiezan
a ser conscientes de la importancia de testar de forma sistemática sus
conjeturas.
Si cuestionar nuestras
suposiciones es tan valioso resulta extraño que los directivos no lo hagan de
forma habitual, pero la razón por lo que esto ocurre, según los estudios y la experiencia en la
práctica de la innovación y toma de decisiones de los autores, es que la mayor
parte de los líderes de las organizaciones no piensan o actúan como
científicos. Muchos directivos continúan mostrándose reacios a financiar experimentos
y prefieren apoyarse, a pesar de décadas de advertencias sobre los riesgos de
las corazonadas, en sus instintos y experiencias para la toma de decisiones,
aún en los casos en los que la evidencia les contradice.
Actuar como un científico
resulta difícil para los líderes porque puede cuestionar su legitimidad. Esto puede
ocurrir porque el puesto de los profesionales en la jerarquía corporativa con
frecuencia se asume que es el resultado de su experiencia y de una sucesión de
ideas y movimientos afortunados y exitosos. Los ejecutivos senior viven en un bucle
de feedback de refuerzos positivos que hace que difícilmente vayan a
cuestionarse los fundamentos de sus decisiones. El método científico, por el
contrario, requiere mostrar humildad intelectual al enfrentarse a problemas
complicados y se apoya en un proceso
objetivo y basado en la evidencia en lugar de en las intuiciones personales, para
formular y abordar las decisiones.
Cuando pensamos de forma
científica reconocemos que los seres humanos cometemos errores cognitivos y de
juicio y que podemos caer en la complacencia construida sobre suposiciones
erróneas. Cuando actuamos de forma científica comprobamos continuamente
nuestras conjeturas y las modificamos si la evidencia nos muestra que están
equivocadas. Por tanto, adoptar un enfoque científico en la toma de decisiones
es fundamental para las organizaciones y para ello los autores proponen las
siguientes recomendaciones:
I.- SER UN ESCÉPTICO BIEN INFORMADO
Cuando los líderes de las
organizaciones asumen este patrón mental sus prejuicios y errores no
interferirán en su camino para encontrar la verdad. Utilizarán la razón,
demandarán evidencias y estarán abiertos a nuevas ideas. En la práctica esto
implica la búsqueda de una confirmación independiente de los hechos, concediendo
más valor al conocimiento experto que a la autoridad a la hora de examinar
hipótesis que entran en competencia. Sobre todo, los escépticos cuestionan las
suposiciones. Preguntan, por ejemplo: ¿Por qué crees en esto? O ¿Cuál es la evidencia que muestra que esto
es cierto? La historia está llena de ejemplos en los que este escepticismo ha
ayudado a vencer ideas comúnmente aceptadas y ha conducido a importantes
avances científicos.
Cuando un directivo es un
escéptico con conocimiento puede transformar la forma en la que una compañía
opera. Es el caso de Sony al poner a Kazuo Hirai al frente del área de negocio
de productos electrónicos de consumo cuando en 2011 la empresa estaba teniendo
problemas y el sector dedicado a televisión experimentaba pérdidas desde mucho
tiempo atrás porque los predecesores de Hirai pensaban que la compañía debía
vender más aparatos de televisión para cubrir los altos costes del negocio. El
número estimado de televisores era de 40 millones y en 2010 solo habían vendido
15 millones. Otro factor que agravaba el conseguir los objetivos de volumen de
ventas era el hecho de que los líderes anteriores habían establecido
repetidamente descuentos en los precios lo que desencadenó un ciclo de
pérdidas.
Hirai ordenó que se
vendiesen menos televisores y que subiesen los precios, reduciendo en un 40% el
número de televisores LCD vendidos en los países desarrollados y redujo en un
50% el número de modelos en Estados Unidos. Al tiempo efectuó una
reestructuración para bajar los costes fijos, pidió a los técnicos que
mejorasen la calidad de la imagen para justificar los precios más elevados y lanzó
un modelo de venta al por menor que
diferenciaba sus productos. En 2015 el área de negocios de Tv de Sony obtuvo
sus primeros beneficios en 11 años. La intervención del escéptico había
funcionado.
II.- INVESTIGAR LAS ANOMALÍAS
En el mundo científico el
estudio de las anomalías resulta instrumental para identificar conjeturas
cuestionables. Las anomalías son hechos que son inesperados, no parece que estén bien
o parecen extraños y son detectables porque no parece que encajen en los
resultados deseados. Los directivos deben estar alerta ante su aparición y
explorarlas porque pueden conducir a nuevas perspectivas de negocio.
Una anomalía famosa, por
ejemplo, llevó al científico Louis Pasteur a hacer un importante descubrimiento
mientras estudiaba las causas de cólera de pollo. En 1879 al volver de unas
vacaciones de verano observó que sus cultivos de cólera de pollo habían perdido
virulencia y que cuando su ayudante inyectaba estos cultivos “estropeados” a
las gallinas éstas desarrollaban solo síntomas leves y posteriormente se
curaban y cuando se les inyectaba después bacterias frescas y virulentas permanecían
sanas. Su descubrimiento de que microorganismos muertos o debilitados que
producen enfermedades leves pueden prevenir la misma enfermedad en una variante
más letal condujo a uno de los mayores hitos en la lucha contra las
enfermedades infecciosas.
Los líderes de las
organizaciones que buscan y actúan sobre las anomalías pueden también
desenterrar perspectivas que conduzcan a oportunidades significativas. Las anomalías
pueden revelar también problemas serios que están a punto de afectar a una
organización. Jorgen Vig Knudstorp cree
ardientemente en ello y por eso mantiene que aunque el número de consumidores
que se quejen sobre un producto sea pequeño, una compañía debe escuchar y
hacerlo activamente. Lo aprendió cuando Lego envió 15000 unidades de un
determinado set de Lego sin un componente crítico pero solo notificaron esta
falta menos de un 5% de los compradores. “Esto ilustra una lección importante”
dice: “Cuando escuchas una queja de alguien creo que es bueno asumir que
existen muchas más personas que se sienten insatisfechas”.
iii.- articular hipótesis que
se puedan testar
Para poder ser cuestionadas
las conjeturas deben ser formuladas como hipótesis que puedan ser confirmadas o
descartadas. Lord Kelvin en el siglo XIX mantenía que: “Cuando puedes medir
aquello de lo que estás hablando y expresarlo numéricamente sabes algo sobre el
tema, pero si no lo puedes hacer tu conocimiento es escaso e insatisfactorio”.
Un experimento que produce evidencia que contradice una hipótesis nos permite
reconocer errores en nuestro pensamiento y juicio, modificar la hipótesis y
volver a testarla. Este proceso iterativo de probar y refinar conduce
finalmente a hipótesis más sólidas.
Cualquier experimento para
que sea efectivo debe comenzar articulando hipótesis sólidas y adecuadas:
HIPÓTESIS |
FUERTE |
DÉBIL |
FUENTE |
Investigación cualitativa, perspectiva
del cliente, observación, problemas, minería de datos, competidores, etc,
identifican posibles causas y efectos |
Suposiciones no basadas en
observaciones o hechos ( ejemplo: creemos que los clientes más ricos van a
adorar nuestros productos |
DISEÑO |
Identifica posibles causas y efectos |
No identifica posibles causas y
efectos |
MEDIDA |
Métricas cuantificables que establecen
si la hipótesis debe ser aceptada |
Resultados cualitativos vagos
dirigidos por diversas variables que son difíciles de aislar y de medir |
VERIFICACIÓN |
El experimento y sus consecuencias
puede ser replicado por otros |
El experimento y sus resultados son
difíciles de replicar |
RELEVANCIA PARA UN
RESULTADO DE NEGOCIO SIGNIFICATIVO |
Va a tener un impacto claro (ejemplo:
abrir una hora más tarde reducirá los gastos operativos de la tienda) |
No tiene necesariamente un impacto
significativo o es dudoso |
En el entorno de los negocios las ideas para las
hipótesis pueden venir de múltiples fuentes. Un buen punto de partida pueden
ser las perspectivas y opiniones de los consumidores derivadas de
investigaciones cualitativas, tales como grupos focales o analíticas, como los
datos recogidos de las llamadas a los consumidores. Como hemos comentado las
hipótesis también pueden surgir de las anomalías, que se pueden encontrar por
muchas vías, como desde conversaciones escuchadas a prácticas exitosas que se
desvían de la norma en otras compañías.
IV.- PRESENTAR
EVIDENCIAS SÓLIDAS
Las suposiciones que subyacen en una idea no se deben
basar solo en los sentimientos, experiencias, estimaciones o estatus del que la
defiende, deben surgir de evidencias concluyentes y si no existen experimentos
bien fundamentados pueden facilitar las pruebas. Este principio debe ser un
pilar de la cultura de la organización.
V.- INDAGAR LAS CAUSAS
Y LOS EFECTOS
Apoyarse en suposiciones y presunciones sobre causa y
efecto es peligroso para los directivos. Los humanos tendemos, con frecuencia,
a encontrar conexiones entre acciones no relacionadas y efectos, confundiendo
la correlación con la causa, y respondiendo a factores “ruidosos”
irrelevantes al tomar decisiones.
También, tendemos a aceptar alegremente evidencias “buenas” que confirman
nuestras suposiciones casuales pero cuestionamos e investigamos las “malas”
evidencias que van contra ellas.
Los científicos indagan la causalidad de distintas
maneras. En experimentos convencionales cambian una o más variables (la causa
probable) y observan las modificaciones que se producen en el resultado ( el
efecto) mientras mantienen el resto de las variables constantes. Cuando no
pueden mantener todas estas otras variables constantes se apoyan en la
randomización que previene que sesgos
sistémicos, introducidos consciente o inconscientemente, afecten al experimento.
En experimentos naturales las variables están fuera
del control del investigador pero pueden revelar perspectivas sobre la
causalidad. Por ejemplo, el pasado año los investigadores Joshua Angrist y
Guido Imbens ganaron el premio Nobel al examinar si una renta obtenida sin
trabajar cambiaba los incentivos de las personas para trabajar. Para ello
analizaron datos de los ganadores de lotería en Massachussets. Como los premios
en este estado se pagan a lo largo de varios años su efecto resulta muy similar
al de una renta básica garantizada. Al estudiar a las personas que habían
ganado la lotería y al compararlas con las que no lo habían hecho podían
inferir los efectos casuales de una renta básica garantizada.
Cuando los experimentos convencionales no son posibles
las simulaciones con frecuencia pueden resultar útiles. Encontrar evidencia de
que “A causa B” les da a los científicos la confianza de que lo que han observado
no es solo una correlación. Pero una prueba más sólida de causalidad es
realizar planteamientos del tipo: ¿Habría ocurrido B si no fuese por A?. Utilizar
esta clase de preguntas indagatorias es una forma consistente de examinar
escenarios desde distintas suposiciones para obtener conclusiones sobre causa y
efecto. Los líderes deben emplear este enfoque para comprobar sus presunciones
sobre los factores fundamentales que intervienen en el éxito de la
organización.
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