Simon Sinek en su ultimo
libro, “The infinite game”, plantea como
hemos comentado en una entrada anterior, que cualquier líder que desee adoptar
un patrón mental infinito debe seguir 5 prácticas esenciales. La primera es:
I.-
DEFENDER UNA CAUSA JUSTA
Cuando participamos en
un juego finito jugamos para ganar. Aunque lo hagamos esperando jugar bien y
disfrutar haciéndolo, no jugamos para perder. La motivación para jugar en un
juego infinito es totalmente distinta: el objetivo no es ganar, es seguir
jugando, para desarrollar algo mayor que nosotros o nuestra organización y todo
líder que quiera liderar un juego infinito debe tener claro que debe defender
una causa justa.
Una causa justa es una
visión específica de un estado futuro que todavía no existe. Un futuro tan
atrayente que las personas están dispuestas a hacer sacrificios para ayudar a
avanzar hacia esa visión. Puede ser, por ejemplo, la decisión de rechazar un
empleo mejor pagado por continuar trabajando en una organización que defiende
una causa justa en la que creemos. Puede implicar trabajar más horas o realizar
viajes de trabajo muy frecuentes, pero aunque no nos agraden los sacrificios
que tenemos que hacer pensamos que merecen la pena por defender una causa
justa.
Ganar nos ofrece un
sentimiento temporal de victoria, lo que supone un intenso, pero fugaz, incremento
de nuestra autoestima, como cuando nos promocionan o ganamos un torneo, pero
esa sensación pasa y para volverla a sentir necesitamos intentar ganar de
nuevo. Pero cuando existe una causa justa, una razón para ir a trabajar que va
más allá de un triunfo particular, nuestros días adquieren un mayor significado
y son más satisfactorios, manteniéndose en el tiempo. En una organización que
solo se mueve por lo finito puede que algunos días amemos nuestros trabajos
pero no siempre. Si trabajamos en una organización con una causa justa, nos puede
gustar nuestro trabajo algún día pero siempre lo amaremos, como ocurre con
nuestros hijos, que puede que algunos días nos gusten y otros no, pero siempre
los querremos.
Una causa justa no es lo
mismo que nuestro por qué. Éste procede del pasado, es una afirmación de quién
somos, la suma total de nuestros valores y creencias. Una causa justa define
hacia dónde vamos, describe el mundo en el que nos gustaría vivir y en el que
nos queremos comprometer para ayudar a construir. Todos tenemos nuestro propio
por qué, pero no todos tenemos que tener una cusa justa propia, podemos escoger
unirnos a la de otros.
Es esta causa justa que
queremos ayudar a desarrollar la que da un sentido a nuestro trabajo y a
nuestras vidas. Nos inspira a mantenernos centrados más allá de las recompensas
finitas y triunfos individuales y nos ofrece el contexto para todos los juegos
finitos que debemos jugar en el camino.
Una causa justa debe
cumplir cinco estándares. Éstos son
los siguientes:
1.-
Tener una razón, afirmativa y optimista
Por ejemplo, en lugar
de luchar contra la pobreza, decir luchar por el derecho de todo ser humano a
poder proveer de lo necesario a su familia. En el primer caso se crea un
enemigo común: algo contra lo que estamos. Nos lleva a creer que podemos vencer
a la pobreza de una vez por todas, es un juego finito. La segunda nos
proporciona una causa que defender. El impacto de cada perspectiva no es solo
semántico ya que afecta la forma en que contemplamos el problema/visión que interviene
en nuestras ideas en relación a cómo podemos contribuir. El primer caso ofrece
un problema a resolver, el segundo una visión de posibilidades, dignidad y
empoderamiento. No nos sentimos inspirados a reducir la pobreza pero si a
ayudar a incrementar el número de personas que pueden hacer frente a sus
necesidades y a las de sus familias.
2.-
Ser inclusiva y estar abierta a todo aquel que quiera contribuir
Los seres humanos
queremos sentirnos parte de algo. Anhelamos satisfacer el sentimiento de
pertenencia. Disfrutamos siendo parte de un grupo. Una causa justa sirve como
invitación para unirnos a otros para defender una causa que nos trasciende.
Una cusa bien definida
nos inspira a ofrecer nuestras ideas, nuestro tiempo, nuestro trabajo para
avanzar hacia el futuro que describe. De esta forma se inician los movimientos.
Comienzan con pocas personas cuya visión idealizada del futuro atrae a
seguidores. Estas primeros miembros no se incorporan para conseguir algo ya que
lo que quieren es dar, ayudar y así jugar un papel en defender una visión nueva
del futuro. La causa que les ha atraído se convierte en la suya.
Las organizaciones que
simplemente prometen cambiar el mundo o tener un impacto nos dicen muy poco de
lo que realmente pretenden alcanzar. Los sentimientos son buenos pero son
demasiado genéricos como para tener un significado para los demás. Una causa
justa, por el contrario, es una visión específica de un estado futuro que no
existe todavía, que resulta muy atractiva y por tanto las personas quieren
contribuir. Se la considera una visión porque tiene que ser algo que podamos
ser capaces de ver, por lo que las palabras que la describen deben pintar una
imagen específica y tangible del tipo de impacto que queremos tener. Una causa
justa clara es capaz de levantar pasiones.
Los líderes con patrón
mental infinito buscan profesionales, inversores y clientes que compartan su
pasión por la causa justa que defienden.
3.-
Estar orientada al servicio, para el beneficio primario de los demás
Una causa justa debe involucrar al menos dos
partes: los contribuidores y los beneficiarios. Los primeros ofrecen algo, por
ejemplo sus ideas, trabajo duro o dinero para que la causa justa avance,
mientras los receptores de esas contribuciones se benefician. Para que una cusa
justa se considere que está orientada al servicio los beneficios primarios de
las contribuciones de la organización deben ir a otras personas que nos sean
las que han contribuido. Por ejemplo si mi jefe me ofrece consejos sobre mi
carrera, éstos deben ir dirigidos a beneficiar mi carrera no la de él.
La orientación al
servicio no significa caridad. Si hablamos de caridad la mayor parte o la
totalidad de los beneficios de nuestras contribuciones
deben ir a otras personas y el beneficio que obtienen los contribuidores es el
sentimiento de bienestar que se genera al ayudar a los demás.
En el liderazgo de
servicio los beneficios principales de las contribuciones fluyen hacia abajo.
En una organización en la que la orientación al servicio no existe o es
considerada como algo secundario el flujo de los beneficios tiene un sentido
ascendente. Los inversores invierten esperando ver un retorno de beneficios
para ellos antes que otra cosa y los líderes toman decisiones que les
beneficien a ellos antes que a otros, por ejemplo. Este es el flujo común de
beneficios en muchas de nuestras organizaciones en la actualidad. Demasiadas
culturas están formadas por personas que trabajan para proteger sus intereses y
los de las personas que están por encima en la jerarquía antes que los de las personas
a las que se supone deben servir.
El requisito de que una
causa justa debe estar orientada al servicio es consistente con la forma en la
que se supone que los juegos infinitos deben ser jugados. El jugador en este
caso quiere mantener el juego para otros. Un líder que quiera construir una
organización equipada para un juego infinito nunca debe tomar decisiones
basadas exclusivamente en su propia compensación. Sus esfuerzos deben ir
dirigidos a equipar a la organización para el juego en el que está operando,
teniendo en cuenta que una razón principal por la que una orientación al
servicio es importante en un juego infinito es que genera una base leal de
empleados y clientes (también de inversores) que apoyarán a la organización en
las circunstancias adversas.
Es esta lealtad la que
da fuerza a una organización y le garantiza la longevidad que solo el dinero no
puede lograr. Los profesionales más leales sienten que sus líderes se preocupan
realmente por ellos y como respuesta les van a ofrecer sus mejores ideas, van a
actuar de forma responsable y a procurar resolver los problemas para el
beneficio de la compañía. Los clientes más leales, por su parte, sienten que la
compañía se preocupa sinceramente por sus deseos y necesidades y, por tanto,
están dispuestos a pagar, aunque sea un poco más, por sus productos y servicios
y animan a sus amigos a hacer lo mismo.
4.-
Mostrar resiliencia para ser capaz de superar los cambios políticos,
tecnológicos y culturales
En un juego infinito en
el entorno de las organizaciones una causa justa debe ser más grande que los
productos que hacen y los servicios que ofrecen. Los productos y servicios son
medios para que la causa avance, pero no son ellos la cusa. Si articulamos la
causa en términos de nuestros productos entonces la existencia de nuestra
organización se condiciona a la relevancia de esos productos y cualquier nueva
tecnología puede conseguir que nuestros productos, nuestra causa y hasta
nuestra organización se vuelva obsoleta de un día para otro.
Los mercados suben y
bajan, las personas vienen y van, las tecnologías evolucionarán y los productos
y servicios se adaptarán a los gustos de los consumidores y a las demandas del
mercado. Por tanto, necesitamos algo que nos ofrezca permanencia para apoyarnos, algo que sobreviva a las crisis y
cambios. Para mantenernos en el juego infinito necesitamos que nuestra causa
justa sea duradera, resiliente y atemporal.
4.-
Representar a un ideal grande, osado y complicado de alcanzar
Debemos pensar en la
causa justa como si fuese un iceberg, en el que lo único que vemos siempre es una
punta, que representa lo que ya hemos logrado. En una organización, con
frecuencia, son los fundadores y primeros contribuidores los que tienen una
visión más clara del futuro desconocido, de lo que para los demás sigue siendo
desconocido. Cuanto más claras sean las palabras que describen una causa justa
más posibilidades tendrán de atraer a los innovadores y a aquellos dispuestos a
asumir riesgos para intentar desarrollar algo que casi solo existe en sus
imaginaciones. Con cada éxito se va revelando a los demás otra parte del
iceberg y la visión se hace más evidente y los escépticos se convierten en
creyentes y de esta forma más personas se van sintiendo inspiradas por la causa
y comprometen su talento, ideas y energía para ayudar que progrese. Pero,
aunque vayamos viendo cada vez más porciones del iceberg los líderes tienen la
responsabilidad de recordarnos que la mayor parte de él continúa sin ser
explorado, por lo que independientemente del o que ya hayamos logrado la cusa
justa que defendemos se encuentra hacia delante y no hacia atrás.
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