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miércoles, 10 de julio de 2024

¿PODEMOS COLABORAR CON ALGUIEN CONTRA EL QUE HEMOS COMPETIDO?


 

Thorsten Grobsiean, Henning Piezunca y Maren Mickeler en INSEADKnowledge del pasado 2 de julio plantean que cuando los miembros de un equipo compiten entre sí fuera del entorno laboral su relación y sus deseos de colaborar se resienten.

Los autores en un estudio que analizaba el desempeño de jugadores de futbol en los principales clubes de la liga europea y en la Copa del Mundo de 2018, centrándose en si aquellos compañeros de equipo que competían unos contra otros en torneos internacionales luego colaboraban bien cuando volvían a sus equipos y tenían que jugar como compañeros.

Los resultados fueron claros: los jugadores que se habían enfrentado en la Copa del Mundo se pasaban la pelota entre sí un 11% al jugar la siguiente temporada en sus equipos comunes. Este fenómeno se presentaba también si los jugadores sabían que en un futuro se iban a enfrentar entre sí.

El efecto variaba dependiendo de la fortaleza sobre la identidad nacional expresada por los jugadores. Era menos evidente en los casos de doble nacionalidad y más entre aquellos que promocionaban activamente su equipo nacional en las redes sociales. El análisis también mostró que los jugadores que competían a nivel internacional contra sus compañeros de club tenían una mayor probabilidad de abandonar éste en la temporada posterior al torneo internacional y su valor en el mercado decrecía.

Para entender este fenómeno en el mundo de los negocios los autores examinaron las compañías dentro del S&P500 para ver con qué frecuencia dos miembros del mismo equipo ejecutivo eran también miembros del comité directivo de otras organizaciones que estuviesen en competencia. El resultado fue un 20% .

Cuando los ejecutivos de la misma compañía forman parte de comités directivos que están compitiendo entre sí lo lógico es pensar que sus lealtades deben estar divididas y la consciencia de que se están en lados distintos en determinadas circunstancias puede hacer que los individuos se sientan menos inclinados a colaborar activamente  o a mostrarse más abiertos con un rival potencial.

Esta falta de afiliación puede producirse en muchas áreas, desde la política a los deportes. Saber que tu compañero vota a un partido político opuesto o apoya un equipo deportivo rival puede tener un impacto en nuestra relación con él. Puede que no rechacemos abiertamente trabajar con él, pero puede que subconscientemente estemos menos dispuestos a pedir su consejo  o su ayuda en un reto relacionado con el trabajo.

Para abordar este problema si preguntamos en un club de fútbol como solucionar el problema, la respuesta es sencilla: no dejar que sus jugadores jueguen en sus equipos nacionales, deseo que muchos clubes expresan pero que no es factible todavía  en este ámbito pero que si presenta un mayor margen de maniobra en el mundo empresarial.

Un CEO, por ejemplo, puede intentar evitar este problema para marcar límites a las conversaciones en el entorno laboral aunque sean  difíciles de  implementar en la práctica,  no concediendo a sus ejecutivos manos libres para establecer nuevas afiliaciones, no debido a una posible rivalidad entre compañías, sino por el conflicto potencial entre los empleados.

Al menos, el ser conscientes de este problema potencial es un importante primer paso, que puede ser seguido por medidas activas para fortalecer la colaboración y el trabajo en equipo y asegurarnos de que éstos no sufren a largo plazo.

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