Thorsten Grobsiean, Henning Piezunca y Maren Mickeler en INSEADKnowledge del pasado 2 de julio plantean que cuando los
miembros de un equipo compiten entre sí fuera del entorno laboral su relación y
sus deseos de colaborar se resienten.
Los autores en un estudio que analizaba el
desempeño de jugadores de futbol en los principales clubes de la liga europea y
en la Copa del Mundo de 2018, centrándose en si aquellos compañeros de equipo
que competían unos contra otros en torneos internacionales luego colaboraban
bien cuando volvían a sus equipos y tenían que jugar como compañeros.
Los resultados fueron claros: los jugadores que
se habían enfrentado en la Copa del Mundo se pasaban la pelota entre sí un 11%
al jugar la siguiente temporada en sus equipos comunes. Este fenómeno se
presentaba también si los jugadores sabían que en un futuro se iban a enfrentar
entre sí.
El efecto variaba dependiendo de la fortaleza
sobre la identidad nacional expresada por los jugadores. Era menos evidente en
los casos de doble nacionalidad y más entre aquellos que promocionaban
activamente su equipo nacional en las redes sociales. El análisis también
mostró que los jugadores que competían a nivel internacional contra sus
compañeros de club tenían una mayor probabilidad de abandonar éste en la
temporada posterior al torneo internacional y su valor en el mercado decrecía.
Para entender este fenómeno en el mundo de los
negocios los autores examinaron las compañías dentro del S&P500 para ver
con qué frecuencia dos miembros del mismo equipo ejecutivo eran también
miembros del comité directivo de otras organizaciones que estuviesen en
competencia. El resultado fue un 20% .
Cuando los ejecutivos de la misma compañía forman
parte de comités directivos que están compitiendo entre sí lo lógico es pensar
que sus lealtades deben estar divididas y la consciencia de que se están en
lados distintos en determinadas circunstancias puede hacer que los individuos
se sientan menos inclinados a colaborar activamente o a mostrarse más abiertos con un rival
potencial.
Esta falta de afiliación puede producirse en muchas
áreas, desde la política a los deportes. Saber que tu compañero vota a un
partido político opuesto o apoya un equipo deportivo rival puede tener un
impacto en nuestra relación con él. Puede que no rechacemos abiertamente
trabajar con él, pero puede que subconscientemente estemos menos dispuestos a
pedir su consejo o su ayuda en un reto
relacionado con el trabajo.
Para abordar este problema si preguntamos en un
club de fútbol como solucionar el problema, la respuesta es sencilla: no dejar
que sus jugadores jueguen en sus equipos nacionales, deseo que muchos clubes
expresan pero que no es factible todavía en este ámbito pero que si presenta un mayor
margen de maniobra en el mundo empresarial.
Un CEO, por ejemplo, puede intentar evitar este
problema para marcar límites a las conversaciones en el entorno laboral aunque sean
difíciles de implementar en la práctica, no concediendo a sus ejecutivos manos libres
para establecer nuevas afiliaciones, no debido a una posible rivalidad entre
compañías, sino por el conflicto potencial entre los empleados.
Al menos, el ser conscientes de este problema
potencial es un importante primer paso, que puede ser seguido por medidas
activas para fortalecer la colaboración y el trabajo en equipo y asegurarnos de
que éstos no sufren a largo plazo.
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