John Katzenbach y Douglas K. Smith, expertos en el desarrollo de equipos y autores de diversos libros y publicaciones sobre el tema, plantean que existen una serie de enfoques comunes en los equipos que funcionan con éxito. Éstos son:
1.- Proporcionar directrices, establecer altos niveles de exigencia y crear un sentido de urgencia, Es necesario que todos los miembros del equipo estén convencidos de que existe un propósito real que merece la pena y cuáles son las expectativas. Cuánto más urgente y más sentido tenga el propósito que se persigue, más probable resulta que el equipo dé de sí el máximo de su potencial.
2.- Hacer la selección de los futuros integrantes del equipo en función de sus capacidades y potencial. Ningún equipo es capaz de alcanzar el éxito si no cuenta con todas las capacidades necesarias para la consecución del propósito y objetivos deseados. Los directivos deben tener en cuenta las capacidades que ya poseen, pero también, el potencial para mejorar las existentes y aprender otras nuevas.
3.- Prestar atención a las primeras reuniones y actuaciones. Las primeras impresiones tienen mucho impacto. Cuando un equipo en potencia se reúne por primera vez, todos sus integrantes se fijan en las reacciones de los demás, para confirmar, mantener en suspenso o rechazar las creencias previas y las preocupaciones latentes.
4.- Fijar reglas de comportamiento muy claras. Todos los equipos que funcionan de manera eficaz cuentan, desde el principio, con una serie de reglas de conducta que les ayudan a conseguir su propósito y objetivos. Son importantes las relacionadas con el desarrollo de las reuniones.
5.- Establecer y aprovechar al máximo unos cuantos objetivos y tareas de inmediata consecución. Cuanto antes se consigan los primeros resultados, antes se consolidará el equipo.
6.- Presentar al equipo información y datos nuevos, de forma periódica, de manera que éste se enfrente constantemente a nuevos retos. La información nueva obliga al equipo a redefinir y enriquecer su entendimiento del reto que supone la consecución de los resultados deseados. Esto a su vez, les ayuda a dar forma al propósito común, fijar objetivos más claros y mejorar el enfoque.
7.- Procurar pasar mucho tiempo juntos en reuniones programadas y no programadas, sobre todo al principio. La creatividad en la forma de ver las cosas y el estrechamiento de lazos personales exigen espontaneidad e interacciones improvisadas.
8.- Aprovechar al máximo el potencial del “feedback” positivo, el reconocimiento expreso de los logros y las recompensas del tipo que sean, teniendo en cuenta que, la recompensa más preciada es la satisfacción de los resultados conseguidos que todos los miembros del equipo comparten.
Los autores distinguen, también, las siguientes diferencias entre equipo y grupo:
I.- GRUPO:
Tiene un líder fuerte y centrado en la tarea de que se trate
La responsabilidad es de cada individuo
El propósito del grupo es el mismo que el del resto de la organización
El producto del trabajo se genera de forma individual
La eficacia se mide de forma indirecta, mediante los efectos que se producen en otros aspectos (por ejemplo, resultados financieros del negocio)
Se discute, se decide y se delega.
II.- EQUIPO:
El liderazgo puede ser compartido por varios
La responsabilidad es tanto individual como conjunta
El propósito es específico del equipo, que es quien lo consigue
Se generan productos que son fruto del trabajo colectivo
Se fomentan las discusiones abiertas y las reuniones cuyo objetivo es la resolución de problemas de una manera activa
Los resultados se miden de forma directa, mediante la evaluación del producto del trabajo colectivo
Se discute, se decide y se trabaja conjuntamente.
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