Carol Kinsey Goman, consultora, experta en comunicación y autora de diversos libros sobre el
tema y recientemente de “The Truth About Lies in the Workplace: How to Spot Liars and What to Do About Them” en un artículo publicado en el boletín de
la Asociación Americana de Management del pasado 1 de agosto aborda el tema de cómo se puede detectar a un
mentiroso observando la forma en que se comunica, ya que plantea que la forma
en que las personas seleccionamos nuestras palabras da muchas claves de cómo
somos.
Propone que nos fijemos
en las siguientes pistas que podemos observar en el curso de la comunicación
verbal:
1.-
Elaboración innecesaria: cuanto más adorna alguien una
historia, añadiendo detalles innecesarios e información irrelevante, más
posibilidades existen de que se la esté inventando.
2.-
Cambio de tema: si en una conversación nuestro
interlocutor empieza bruscamente a hablar de un tema distinto del que
previamente se estaba tratando lo más probable es que esté reteniendo
información que no quiere que tengamos.
3.-
Preguntas innecesarias: si
nuestro interlocutor repite nuestra pregunta o nos pide que lo hagamos nosotros
o nos hace a nosotros esa misma pregunta en lugar de contestar es probable que
busque encontrar tiempo para fabricar una respuesta que puede ser falsa.
Pregunta: “¿Por qué
abandonaste tu último trabajo?”
Respuesta: “¿Por qué
abandoné mi último trabajo?”, “¿Por qué piensas que eso es importante?”
4.-
Expresiones selectivas. Los mentirosos con frecuencia
evitan contestar las preguntas exactamente.
Pregunta: “¿Has
utilizado drogas en alguna ocasión?”
Respuesta: “Yo no
utilizo drogas”
Pregunta: “¿Has robado
el dinero de la caja?”
Respuesta: “Ni siquiera
trabajé ese día”
En ambos casos las
personas responden de forma que parece que están contestando a la pregunta pero
no lo están haciendo y no sabemos si realmente han utilizado drogas alguna vez
o si han robado el dinero.
5.-
“Seminegaciones”: los mentirosos pueden decir algo que
suena como una negación pero que no lo es: “¿Parezco una persona que puede
hacer eso?”, en lugar de “No, no lo hice”. Pueden llegar incluso a pasar al
ataque para tratar de cuestionar nuestra competencia y credibilidad con
preguntas como: “¿Por qué estás haciendo que pierda el tiempo con estas cosas?”
o “¿Cuánto tiempo llevas desempeñando este trabajo?”.
6.-
Falsos comienzos y repeticiones: farfullar, arrastrar
las palabras, hablar sin que se
entienda, tartamudear y repetir con frecuencia las mismas palabras y frases son
signos de que existe la posibilidad de engaño por parte de nuestro
interlocutor.
7.-
Errores gramaticales: todos cometemos fallos de este
tipo, pero los mentirosos con frecuencia cambian los pronombres y los tiempos
en la mitad de una frase, con el objeto de confundir. Un ejemplo puede ser: “
Salgo de casa hacia la oficina aproximadamente a las ocho todos los días y
luego paramos a por un café”.
8.-
Utilización de “calificadores”: “ A mi mejor entender”,
“Puedo estar equivocado”, “Puede que no te lo creas pero,…”, “Si lo recuerdo
correctamente,….”,etc.
9.-
Empleo de frases que descargan la
responsabilidad: “ No te lo vas a creer, pero,…” o “Sé
que puede parecer extraño, pero,…”, entre otras.
10.-
Uso de frases determinantes: del tipo de “No
necesariamente”, “La mayor parte del tiempo”, “Casi nunca” o “Depende de cómo
lo mires”.
11.-
Utilización de palabras “suaves” para minimizar la importancia de determinadas
acciones. Al describir una situación las personas sinceras
tienden a usar palabras asertivas y no sujetas a interpretaciones ambiguas,
tales como: robar, engañar o falsificar. Los mentirosos suelen emplear palabras
más “suaves” del tipo de tomar prestado, error u omisión para tratar de
disminuir la trascendencia de una acción.
12.- Exceso de formalidad en el lenguaje. Un
mentiroso suele emplear un lenguaje muy formal y forzado. Por ejemplo
puede decir: “Yo no mantuve relaciones sexuales con esa mujer, la señora
Lewinsky”, en lugar de “No tuve sexo con Mónica”.
13.-
Uso de palabras para reafirmar la
credibilidad. Si escuchamos palabras o frases como “A
decir verdad”, “Para ser honestos,…”, “Francamente”, “Sinceramente”, “Lo juro
por Dios”, “Lo juro sobre la tumba de mi madre”,… debemos mantenernos alerta y
ser cautos en cuanto a la veracidad del mensaje que nos están transmitiendo.
14.-
Empleo de un lenguaje distante. Con frecuencia un
mentiroso dirá: “Existieron problemas con ese proyecto”, en lugar de “Tuvimos
problemas al analizar los resultados de ese proyecto”.
15.-
Utilización de lenguaje despersonalizado. Los embusteros usan
pocas referencias personales (yo, mí,…) y muchas generalizaciones (todos,
ellos,…). Por ejemplo pueden decir: “El departamento de cuentas ha debido cometer
un error”, en lugar de “Yo soy responsable”.
16.-
Empleo de vacilaciones. “Uh”, “er,” “um,” “ah.”
17.- Uso de declaraciones en relación a supuestas ofensas. Los mentirosos fingen sentirse ofendidos
con la esperanza de que abandonemos la cuestión
que estamos planteando y sintamos la necesidad de defendernos y
justificarnos.
18.- Utilización de
argumentos convincentes. Los embusteros
intentan desviar nuestra atención del foco de nuestras preguntas intentando
convencernos de que nada en su pasado indica engaño. Pueden decir, por ejemplo:
“Trabajo duro y he sido un buen profesional en esta empresa durante los últimos
diez años, por lo que no entiendo por qué me estás tratando de este modo”
19.- Uso de un orden
cronológico. Las personas
que dicen la verdad tienden a saltar de atrás hacia delante en el tiempo y
viceversa sin problemas. Los impostores necesitan construir sus historias en
orden cronológico. Como trabajan desde una falsa memoria resulta casi imposible a un embustero contar sus historias en un
orden cronológico inverso.
20.- Sinceridad
involuntaria.
Ocasionalmente a un mentiroso se le escapará la verdad. La autora comenta que
en una ocasión escuchó a un directivo anunciar a sus colaboradores: “Yo os
prometo que esta reestructuración traerá consigo, quiero decir que no traerá
consigo despidos masivos”.
Todas estas pistas se detectan con facilidad si el mentiroso no ha tenido
tiempo para prepararse. Una buena mentira necesita ensayo y memorización. Si
sospechamos la posibilidad de engaño puede ser útil que intentemos relajar al
posible embustero, para que baje la guardia y animarle a que hable lo más
posible. Cuanto más hablen más posibilidades existen de que se les escape
información reveladora.
Carol Kinsey recomienda que escuchemos cuidadosamente lo que nos dicen
los demás y que estemos alerta si las personas nos dicen lo que no están
haciendo, como por ejemplo: “No quiero que lo interpretes de forma equivocada”
o “No es que tenga algo que ocultar”. En la mayor parte de las ocasiones indican
falsedad.
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