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miércoles, 18 de septiembre de 2013

EL LENGUAJE VERBAL DE LOS EMBUSTEROS






Carol Kinsey Goman, consultora, experta en comunicación y autora de diversos libros sobre el tema y recientemente de The Truth About Lies in the Workplace: How to Spot Liars and What to Do About Them” en un artículo publicado en el boletín de la Asociación Americana de Management del pasado 1 de agosto  aborda el tema de cómo se puede detectar a un mentiroso observando la forma en que se comunica, ya que plantea que la forma en que las personas seleccionamos nuestras palabras da muchas claves de cómo somos.

Propone que nos fijemos en las siguientes pistas que podemos observar en el curso de la comunicación verbal: 

1.- Elaboración innecesaria: cuanto más adorna alguien una historia, añadiendo detalles innecesarios e información irrelevante, más posibilidades existen de que se la esté inventando. 

2.- Cambio de tema: si en una conversación nuestro interlocutor empieza bruscamente a hablar de un tema distinto del que previamente se estaba tratando lo más probable es que esté reteniendo información que no quiere que tengamos. 

3.- Preguntas  innecesarias: si nuestro interlocutor repite nuestra pregunta o nos pide que lo hagamos nosotros o nos hace a nosotros esa misma pregunta en lugar de contestar es probable que busque encontrar tiempo para fabricar una respuesta que puede ser falsa. 

Pregunta: “¿Por qué abandonaste tu último trabajo?”

Respuesta: “¿Por qué abandoné mi último trabajo?”, “¿Por qué piensas que eso es importante?”


4.- Expresiones selectivas. Los mentirosos con frecuencia evitan contestar las preguntas exactamente.

Pregunta: “¿Has utilizado drogas en alguna ocasión?”

Respuesta: “Yo no utilizo drogas”

Pregunta: “¿Has robado el dinero de la caja?”

Respuesta: “Ni siquiera trabajé ese día”
En ambos casos las personas responden de forma que parece que están contestando a la pregunta pero no lo están haciendo y no sabemos si realmente han utilizado drogas alguna vez o si han robado el dinero.

5.- “Seminegaciones”: los mentirosos pueden decir algo que suena como una negación pero que no lo es: “¿Parezco una persona que puede hacer eso?”, en lugar de “No, no lo hice”. Pueden llegar incluso a pasar al ataque para tratar de cuestionar nuestra competencia y credibilidad con preguntas como: “¿Por qué estás haciendo que pierda el tiempo con estas cosas?” o “¿Cuánto tiempo llevas desempeñando este trabajo?”.

6.- Falsos comienzos y repeticiones: farfullar, arrastrar las palabras, hablar sin que se entienda, tartamudear y repetir con frecuencia las mismas palabras y frases son signos de que existe la posibilidad de engaño por parte de nuestro interlocutor. 

7.- Errores gramaticales: todos cometemos fallos de este tipo, pero los mentirosos con frecuencia cambian los pronombres y los tiempos en la mitad de una frase, con el objeto de confundir. Un ejemplo puede ser: “ Salgo de casa hacia la oficina aproximadamente a las ocho todos los días y luego paramos a por un café”.

8.- Utilización de “calificadores”: “ A mi mejor entender”, “Puedo estar equivocado”, “Puede que no te lo creas pero,…”, “Si lo recuerdo correctamente,….”,etc.

9.- Empleo  de frases que descargan la responsabilidad: “ No te lo vas a creer, pero,…” o “Sé que puede parecer extraño, pero,…”, entre otras.

10.- Uso de frases determinantes: del tipo de “No necesariamente”, “La mayor parte del tiempo”, “Casi nunca” o “Depende de cómo lo mires”.

11.- Utilización de palabras “suaves” para minimizar la importancia de determinadas acciones. Al describir una situación las personas sinceras tienden a usar palabras asertivas y no sujetas a interpretaciones ambiguas, tales como: robar, engañar o falsificar. Los mentirosos suelen emplear palabras más “suaves” del tipo de tomar prestado, error u omisión para tratar de disminuir la trascendencia de una acción.

12.- Exceso de formalidad en el lenguaje. Un mentiroso suele emplear un lenguaje muy formal y forzado. Por ejemplo puede decir: “Yo no mantuve relaciones sexuales con esa mujer, la señora Lewinsky”, en lugar de “No tuve sexo con Mónica”.

13.- Uso  de palabras para reafirmar la credibilidad. Si escuchamos palabras o frases como “A decir verdad”, “Para ser honestos,…”, “Francamente”, “Sinceramente”, “Lo juro por Dios”, “Lo juro sobre la tumba de mi madre”,… debemos mantenernos alerta y ser cautos en cuanto a la veracidad del mensaje que nos están transmitiendo.

14.- Empleo de un lenguaje distante. Con frecuencia un mentiroso dirá: “Existieron problemas con ese proyecto”, en lugar de “Tuvimos problemas al analizar los resultados de ese proyecto”.

15.- Utilización de lenguaje despersonalizado. Los embusteros usan pocas referencias personales (yo, mí,…) y muchas generalizaciones (todos, ellos,…). Por ejemplo pueden decir: “El departamento de cuentas ha debido cometer un error”, en lugar de “Yo soy responsable”.

16.- Empleo de vacilaciones. “Uh”,  “er,” “um,” “ah.”

17.- Uso de declaraciones en relación a supuestas ofensas.  Los mentirosos fingen sentirse ofendidos con la esperanza de que abandonemos la cuestión  que estamos planteando y sintamos la necesidad de defendernos y justificarnos. 

18.- Utilización de argumentos convincentes. Los embusteros intentan desviar nuestra atención del foco de nuestras preguntas intentando convencernos de que nada en su pasado indica engaño. Pueden decir, por ejemplo: “Trabajo duro y he sido un buen profesional en esta empresa durante los últimos diez años, por lo que no entiendo por qué me estás tratando de este modo”

19.- Uso de un orden cronológico. Las personas que dicen la verdad tienden a saltar de atrás hacia delante en el tiempo y viceversa sin problemas. Los impostores necesitan construir sus historias en orden cronológico. Como trabajan desde una falsa memoria resulta  casi imposible  a un embustero contar sus historias en un orden cronológico inverso. 

20.- Sinceridad involuntaria. Ocasionalmente a un mentiroso se le escapará la verdad. La autora comenta que en una ocasión escuchó a un directivo anunciar a sus colaboradores: “Yo os prometo que esta reestructuración traerá consigo, quiero decir que no traerá consigo despidos masivos”.
Todas estas pistas se detectan con facilidad si el mentiroso no ha tenido tiempo para prepararse. Una buena mentira necesita ensayo y memorización. Si sospechamos la posibilidad de engaño puede ser útil que intentemos relajar al posible embustero, para que baje la guardia y animarle a que hable lo más posible. Cuanto más hablen más posibilidades existen de que se les escape información reveladora.

Carol Kinsey recomienda que escuchemos cuidadosamente lo que nos dicen los demás y que estemos alerta si las personas nos dicen lo que no están haciendo, como por ejemplo: “No quiero que lo interpretes de forma equivocada” o “No es que tenga algo que ocultar”. En la mayor parte de las ocasiones indican falsedad.
 

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