Noreena Hertz, profesora de globalización en la Escuela de Finanzas Duisenberg de Amsterdam, Directora Asociada del Centre for International Business and Management de la Universidad de Cambridge, considerada por el Observer como una de las principales pensadoras del mundo, en su último libro “Eyes wide open. How to make smart decisions in a confusing world”, plantea que si no queremos ser víctimas de un futuro que otros nos dicten tenemos que desarrollar nuestra capacidad de tomar decisiones con los ojos bien abiertos y nuestras mentes despiertas. Esto implica mejorar la forma en que recogemos, filtramos y procesamos la información, ser más perspicaces a la hora de decidir en quién confiar y de quien aceptar recomendaciones, incrementar nuestra capacidad de análisis de distintas opciones y de aceptar opiniones divergentes. Demanda, también, que forjemos un sentido claro de cómo llegamos a una decisión y que entendamos cómo nuestras emociones, sentimientos, estados de ánimo y recuerdos afectan nuestras elecciones, sin olvidar que debemos comprender nuestro entorno, para que podamos dominar sus retos.
La autora destaca que,
además de todo lo anteriormente expuesto, debemos ser conscientes y aprender a
convivir y manejar los siguientes aspectos del entorno en que vivimos que
pueden inhibir nuestra habilidad de pensar razonadamente y de elegir
sabiamente:
1.-
Aluvión de información. En el año 2008 consumíamos el
triple de información que en 1960 y se espera que en el año 2020 generemos un
44% más que en la actualidad. En esta época de exceso de datos, de información
difusa y dispersa, proveniente de distintas fuentes el reto se encuentra en ser
capaces de discernir cuáles creer y cuáles rechazar.
2.-
Interrupciones continuas. En el momento actual estamos las tres cuartas partes de nuestra vida
activa recibiendo información. En 2012 más de 204 millones de correos
electrónicos se mandaba cada minuto del día. Este goteo constante de
información, no sólo nos disminuye la capacidad de pensar, sino que, también, nos agota. Pero a pesar de estos efectos perniciosos, genera
una dependencia y tal como demuestran diversos estudios el 40% de los
profesionales continúan revisando su correo
de trabajo en sus horas de descanso o en las vacaciones.
3.-
Desorden. Es la tercera característica que define nuestra
época ya que las certidumbres no se puede presumir que sean ciertas.
Hertz plantea que para:
I- MANTENER LOS OJOS BIEN ABIERTOS, tenemos
que:
1.-
Contemplar el tigre y la serpiente. En 2005 Richard Nisbett, psicólogo cognitivo, desarrolló un experimento en el que se les
mostraba a estudiantes americanos y chinos una serie de imágenes variadas ( un
avión, un tigre en un bosque, un coche en una carretera,....) durante 3
segundos a cada uno. Se encontró que los americanos se centraban en el objeto
central: el avión, el tigre, el coche y no consideraban el entorno. los chinos,
por el contrario, tardaban más en con centrarse en el objeto central y una vez
que lo habían hecho su mirada continuaba fijándose en la imagen. eran capaces
de percibir la arena, la luz del sol, las montañas, las hojas, las nubes,
....De esta forma si hubiese existido una serpiente al lado del tigre los
chinos hubiesen sido capaces de captarla.
En un mundo complejo de
peligros ocultos y de oportunidades fugaces debemos ser capaces de ver tanto
las serpientes ( lo sutil u oculto) como los tigres ( lo evidente). Tenemos que
comprender que la imagen que tenemos en un principio puede no facilitarnos toda
la información que necesitamos para hacer la mejor elección . Debemos aprender
a mirar más allá de lo obvio, más allá de aquello de lo que
culturalmente o convencionalmente estamos en armonía para poder conectar.
Lo que el experimento
del tigre y la serpiente puede decirnos es que la información en la que
tendemos a centrarnos puede darnos sólo una visión parcial, un fragmento de la
verdad y nos puede confundir.
En el campo sanitario
sería el caso del médico que se centra excesivamente en las pruebas
diagnósticas sin realizar una buena anamnesis y exploración del enfermo.
Tenemos que ser capaces
de ver más allá de lo que es inmediatamente obvio o fácil de ver y recordar que
lo que brilla y destaca no tiene por qué ser lo que nos va a resultar de mayor
utilidad a la hora de tomar una decisión.
2.-
Ser conscientes del fenómeno de la ceguera no intencional. En
ocasiones estamos tan concentrados en un aspecto en particular que dejamos de
ver el resto de cosas que tenemos que tener en consideración. Cuando esto nos ocurre,
normalmente, no somos capaces de registrar nuevos datos o nuevas cosas que
pueden aparecer en nuestra órbita sensorial, llegando hasta a dejar de percibir
objetos visibles que tenemos delante de nosotros porque nuestra atención está
en otro lugar.
3.-
Considerar el peligro de los resúmenes. Esto no quiere decir
que en ocasiones no los utilicemos a la hora de tomar una decisión, pero
tenemos que ser conscientes que si tenemos que utilizarlos para hacerlo
corremos el riesgo de olvidar en el proceso a detalles clave y sutilezas que
han podido ser ignoradas.
Tenemos que dedicar
tiempo a reflexionar sobre que lo que puede ser importante para algunas
personas puede no ser lo más trascendental para nosotros o puede que no sea lo
que va a marcar la diferencia en la decisión que tomemos.
4.-
No deslumbrarnos por el culto a lo medible. Un tipo de
información que en ocasiones domina nuestra atención es la que va asociada a
números. Los números nos pueden facilitar información crítica, pero el problema
al que nos pueden llevar es a asignar valores numéricos a cosas que no se
pueden medir. La autora pone como ejemplo la puntuación a la calidad de los
vinos, destacando la dificultad de asignar una valoración cuantitativa a algo
que es eminentemente subjetivo.
En ocasiones por
nuestros deseos de reducir todo a unas medidas estandarizadas para crear
significados universales a aspectos que
siempre serán subjetivos y de crear una ilusión de certeza cuando la
incertidumbre es lo que domina nos arriesgamos a tomar decisiones basadas en información
que parece valiosa cuando en realidad es intrascendente. Debemos aceptar que no
todo se puede medir o comparar, especialmente en un mundo tan complejo como el
nuestro.
5.-
No descartar lo que no es medible. El hecho de que algo no
se pueda cuantificar no significa que debamos ignorarlo y no tener en cuenta la
información que nos suministra. Al devaluar aquello que no es medible nos
arriesgamos no sólo a tomar decisiones más pobres, sino también a distorsionar
nuestras prioridades y metas.
6.-
Tomar en consideración tanto la información que queremos como la que no
queremos escuchar. Diversos estudios parecen demostrar que
cuando nos enfrentamos a hechos que nos afectan directamente muchos de nosotros
desechamos la información que puede sugerir que nos ocurrirán cosas malas y
prestamos atención sólo a las buenas noticias. Esta actitud presenta riesgos a
la hora de tomar decisiones. Por ejemplo si nuestra creencia inconsciente es
que no vamos a padecer cáncer de pulmón por fumar no decidiremos dejar de
hacerlo.
7.-
No aferrarnos a una primera conclusión buscando datos que la confirmen sin
analizar otras posibles alternativas. Con
frecuencia nos dejamos llevar por lo último que hemos visto. Es como si una vez
que hemos decidido que al único riesgo al que nos enfrentamos es el tigre,
aunque viésemos a una serpiente en la hierba seríamos incapaces de procesar que
también ésta puede ser un riesgo para nosotros. Si queremos ser capaces de
adoptar decisiones inteligentes debemos evitar dejarnos llevar por lo que hemos
visto recientemente, por la información que tenemos más accesible, por nuestra
primera impresión o por aquello que deseamos escuchar. Debemos conscientemente
practicar la observación y buscar activamente
información que contradiga nuestras ideas preconcebidas, tratando de
considerar cada situación de forma independiente. Si emitimos juicios antes
debemos preguntarnos si las cosas son cómo las vemos o si existen otras
posibilidades. En este último caso es útil contar con otra persona que nos
ayude a hacerlo.
8.-
No estancarnos en el pasado. Al tiempo que debemos
cuestionar lo que estamos viendo directamente tenemos que analizar el modo en
el que las experiencias pasadas están influyendo en nuestras elecciones
actuales, ya que éstas además de tener un efecto beneficioso pueden ser
nocivas. No debemos sentirnos tan ligados a éxitos o fracasos pasados que
permitamos que nos limiten nuestra
habilidad de pensar de forma objetiva.
Anclarnos en el pasado
puede ocasionar otros problemas ya que se puede originar una especie de neblina
de presunciones basadas en experiencias pasadas que pueden ocultar lo nuevo o
innovador.
La autora plantea que
para poder “ver con los ojos bien abiertos” necesitamos tiempo para recoger la
información adecuada y para considerarla;
tiempo para preguntarnos sobre aquello en lo que no hemos podido pensar,
para considerar alternativas, para tener una visión amplia, antes de tomar una
decisión.
Hertz propone una serie
de BREVES RECOMENDACIONES PARA QUE SEAMOS
CAPACES DE VER TANTO AL TIGRE COMO A LA SERPIENTE:
1.-
Ver más allá de los datos obvios. Lo que más nos atrae no
tiene por qué ser lo más relevante. Debemos preguntarnos qué información
adicional puede ser útil y retarnos a averiguar qué es lo que podemos estar
olvidando o no considerando.
2.-
Incrementar nuestras dotes de observación.
Practicar todos los días, ya que de este modo la
calidad de nuestras decisiones mejorará.
3.-
Recordar que los números sólo cuentan una historia parcial. Debemos
buscar la información que no nos están transmitiendo los números y que
necesitamos considerar también.
4.-
Ser conscientes de la forma en la que estamos recibiendo la información. De
esta forma analizaremos si es demasiado reduccionista, por ejemplo al ser
presentada en un resumen ejecutivo o en un power point, y podremos buscar
información más completa, en caso de que sea necesario.
5.-
No confundir una actitud normalmente positiva
con niveles irreales de optimismo. No rechazar o
ignorar la posibilidad de que ocurran cosas que no nos gustan o que
consideremos malas, debemos intentar adoptar una visión realista de las cosas y
de la información recibida.
6.-
No buscar exclusivamente información que confirme lo que ya pensamos o creemos.
Es
muy importante que seamos capaces de buscar información que pueda demostrar que
estamos en un error. Es fundamental
contar con alguien que esté dispuesto a actuar como “abogado del diablo”.
7.-
Reservar tiempo diariamente para pensar. Considerar la
reflexión como una tarea importante dentro de nuestro trabajo diario y dedicar
un tiempo expresamente para ello. para ello.
8.-
No apresurarnos para evitar errores de pensamiento. Debemos concedernos
tiempo para considerar alternativas diferentes. En muchas ocasiones nos
arriesgamos aceptando la respuesta más fácil de alcanzar ante la falta de
tiempo para reflexionar. Tenemos que desarrollar una estrategia que nos ayude a
evitarlo, que puede ser, por ejemplo, desde preparar listas de verificación a contar
con la colaboración de un "abogado del diablo".
9.-
Identificar las distracciones cotidianas que nos roban mucho tiempo y nos
impiden centrarnos en las tareas importantes. Controlar
el número de veces que revisamos el correo diariamente o que dedicamos a
navegar por la web, son ejemplos de "ladrones del tiempo" actuales.
10.-
No utilizar el pasado como único timón que nos guíe. Existe,
como ya hemos visto, el gran riesgo de que creamos que el pasado iluminará,
siempre, el camino hacia el futuro.
11.-
Tener planes alternativos en la reserva y estar abierto a cambiar de
estrategia. Debemos aceptar que vivimos en un mundo
en movimiento y cambio constantes, por lo que tenemos que estar alertas para
adaptarnos.
12.-
Siempre que sea posible no tomar grandes decisiones antes de que sean
necesarias. Si
nos precipitamos podemos equivocarnos, ya que el mundo evoluciona rápidamente,
como ya hemos comentado, y puede que cuando se presente la necesidad real
nuestra decisión precipitada no sea ya válida.
13.-
Esforzarnos en imaginar lo inimaginable. Pensar en cuáles pueden
ser los posibles escenarios futuros, en cómo pueden variar las circunstancias y
en cómo estos cambios pueden influir en nuestro pensamiento y en las decisiones
a tomar.
14.- Aceptar que no todos los
resultados pueden ser anticipados. En ocasiones no podemos
prever todas las posibilidades.
15.- No permitir que el éxito nos
vuelva complacientes o el fracaso nos anule. Reconocer la
naturaleza transitoria de ambas situaciones y las oportunidades de aprendizaje
que pueden surgir.
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