Esta es la segunda lección de liderazgo que plantea John C. Maxwell en su libro “The leadership handbook. 26 critical lessons every leader needs”, que estamos comentando. Con frecuencia el líder es su peor enemigo y esto ocurre porque con frecuencia:
a).- No nos vemos a
nosotros como vemos a los demás. No somos realistas y tenemos más facilidad
para juzgar a los demás que a nosotros mismos. Si no tenemos la capacidad de
vernos como realmente somos no podremos conocer
dónde tenemos dificultades a nivel personal y no podremos liderarnos de
forma efectiva.
b).- Somos más duros
con los demás que con nosotros mismos. La mayor parte de las personas utilizan
dos tipos de criterios distintos al analizar a los demás y a sí mismos.
Tendemos a juzgar a los otros por sus acciones y a nosotros por nuestras
intenciones y aunque no actuemos correctamente somos tolerantes con nosotros
mismos porque pensamos que nuestras intenciones eran buenas, con lo cual no nos
planteamos la necesidad de cambiar.
Maxwell recomienda una
serie de claves para aprender a liderarnos mejor:
1.-
Aprender a comprender a nuestros seguidores. Solo un líder
que ha sabido ser un buen seguidor sabe cómo liderar bien. El buen liderazgo
exige la comprensión del mundo en el que viven los seguidores. Conectar con los
demás es posible porque previamente hemos estado en su situación y sabemos lo
que significa vivir bajo la autoridad y por tanto sabemos cómo se debe emplear
la autoridad correctamente. Por el contrario los líderes que nunca han sido
buenos seguidores tienden a ser
orgullosos, rígidos y autocráticos. Los líderes arrogantes rara vez son
eficaces con el tiempo ya que terminan alienando a sus seguidores, a sus
compañeros y a sus líderes.
2.-
Desarrollar la autodisciplina. Se dice que Federico el
Grande caminaba un día por las afueras de Berlín cuando se encontró con un
anciano caminando en el sentido opuesto al suyo.
“¿Quién eres?”,
preguntó Federico.
“Soy un rey”, respondió
el anciano.
“¡Un rey¡” exclamó
Federico riéndose, “¿Y cuál es tu reino?”
“Reino sobre mí”, fue
la respuesta del anciano.
Cada uno de nosotros
somos los “reyes” de nuestras vidas. Somos responsables de nuestras acciones y
decisiones. Para tomar buenas decisiones, realizar las acciones correctas y
evitar las equivocadas necesitamos tener carácter y autodisciplina. Si no lo
hacemos perderemos el control sobre nosotros mismos y diremos o haremos cosas
de las que nos arrepentiremos y perderemos oportunidades.
3.-
Ser pacientes. Los líderes tienen que recordar que el
propósito del liderazgo no es cruzar
la línea de meta los primeros sino lograr que su equipo cruce la línea de meta
con él. Por este motivo los líderes deben, en ocasiones, enlentecer su ritmo
para mantenerse conectados con sus profesionales, implicarles para hacer
realidad la visión y mantenerles en el camino adecuado. Si actúan con
impaciencia no lo pueden hacer.
4.-
Buscar ser responsables ante alguien. Las
personas que saben cómo liderarse a sí mismas bien conocen un secreto: no
pueden fiarse de sí mismos. Saben que el poder puede ejercer una gran seducción
y son conscientes de sus debilidades. Para neutralizar este efecto comienzan
por buscar el consejo de otros. Según Maxwell el proceso que
siguen los líderes se manifiesta en las
siguientes etapas:
a).- No quieren
consejos.
b).- No ponen reparos a
los consejos.
c).- Reciben bien los consejos.
d).- Buscan consejo
activamente.
e).- Con frecuencia
siguen los consejos que reciben.
Liderarse bien implica
que mantienes unos estándares de responsabilidad mayores que los demás, porque
tu responsabilidad comprende no sólo tus acciones, sino también las de las
personas que lideras. El liderazgo es una responsabilidad no un derecho, por lo
que siempre el líder debe buscar hacer lo que es correcto, independientemente
de lo alto que suba o lo poderoso que sea. Cuando Harry Truman accedió a la
presidencia de Estados Unidos, a la muerte de Roosevelt, Sam Rayburn le dio el
siguiente consejo: “De ahora en adelante vas a tener a muchas personas a tu
alrededor. Tratarán de fabricar una barrera para evitar que te lleguen ideas
que no sean las suyas. Te dirán lo grande
que eres Harry. Pero tú y yo sabemos que eso no es verdad”.
El autor propone que el
líder se haga las siguientes preguntas:
1.- ¿Con qué claridad
veo cómo soy? Para obtener una visión más objetiva podemos revisar el desempeño
en el último año. Hacer un listado de los principales objetivos y metas y
señalar las que se han alcanzado y las que no. Después mostrar la lista a
personas que respetemos, decirles que estamos evaluando a un candidato y
pedirles que nos den su opinión basada en los logros y fallos y reflexionar
posteriormente sobre lo que podemos aprender.
2.- ¿En qué áreas
debemos crecer: autodisciplina, paciencia o comprensión de nuestros
colaboradores? ¿Qué nuevas tareas o prácticas puedo incorporar para
desarrollarlas?
3.- ¿Cómo acepto los
consejos? Pedir a más de cinco amigos, compañeros de trabajo o familiares que
nos evalúen utilizando los niveles mencionados más arriba, asignando un número
a cada nivel: el uno si se rechaza el consejo y el 5 si se siguen los consejos
recibidos. Si el resultado es bajo necesitamos mejorar en ese área.
La tercera lección que plantea Maxwell en su libro es la de DEFINIR CÓMO VA A SER CONSIDERADO NUESTRO
LIDERAZGO. Determinadas actuaciones en momentos claves son las que van a
tener más influencia, ya que van a definir quiénes somos como personas y como
líderes. Las elecciones que tomamos en situaciones cruciales nos sirven para:
1.-
Demostrarnos a nosotros mismos cómo somos. Entre estos
momentos definitorios, que con frecuencia surgen en situaciones de crisis, el
autor destaca:
a).-Enfrentarnos a un
fracaso personal.
b).- Tomar una decisión
en situaciones conflictivas y mantenerla.
c).- Experimentar
sufrimiento.
d).- Nuestra respuesta
ante una petición de perdón.
e).- Hacer una elección
incómoda.
En ocasiones somos
capaces de ser conscientes de la importancia y repercusión de nuestras acciones
ante estas situaciones en el momento y vemos dos caminos claros: uno que nos
lleva hacia arriba y a progresar y otro que nos conduce hacia abajo. En otras
ocasiones, desgraciadamente, ocurren y
no valoramos la trascendencia que tienen
y sólo cuando ha pasado el tiempo y miramos hacia atrás comprendemos su
importancia. De cualquier manera, en ambos casos, definen quiénes somos.
2.-
Mostrar a los demás quiénes somos. La mayor parte de los
días podemos escondernos tras una máscara para que los demás no vean cómo somos
realmente, pero en los momentos definitorios no podemos hacer esto ya que en
ellos revelamos lo que verdaderamente está dentro de nosotros. Si se gestiona
adecuadamente puede consolidar la lealtad entre el líder y sus seguidores, en
caso contrario puede dañar irreversiblemente la credibilidad del líder y su
capacidad de seguir liderando.
3.-
Determinar en quién nos vamos a convertir. Nunca seremos iguales
después de experimentar uno de estos momentos. Se pueden considerar como
intersecciones que se producen en nuestras vidas que nos dan la oportunidad de
cambiar y buscar nuevos destinos. Maxwell cuenta, por ejemplo, cómo en su vida algunos de estos momentos le
permitieron comenzar cosas nuevas y otros
fueron negativos y le obligaron a detenerse y a hacer cambios en su
vida.
No podemos elegir
cuáles van a ser estos momentos pero si podemos elegir cómo vamos a reaccionar
cuando se presenten y podemos prepararnos para ellos. El autor recomienda:
a).- Reflexionar sobre
los momentos definitorios a los que nos hemos enfrentado en el pasado. Se dice
que aquellos que no estudian la historia están condenados a repetirla y este
dicho se puede aplicar también a las
historias de las personas.
b).- Prepararnos para
afrontar los que surjan en el futuro. Para ello podemos tomar decisiones
importantes antes de los momentos de crisis. Maxwell propone como modelo las
decisiones que él ha adoptado. Entre
ellas destacan:
1.- Seleccionar y
mostrar diariamente las actitudes correctas.
2.- Determinar y actuar
diariamente en función de las prioridades importantes.
3.- Llevar una vida
sana todos los días.
4.- Comunicarse con la familia y preocuparse por ella
diariamente.
5.- Pensar todos los
días de forma positiva.
6.- Mantener los
compromisos diariamente.
7.- Actuar todos los
días de forma generosa.
8.- Mejorar
diariamente,
El autor recomienda que
los líderes se hagan las siguientes preguntas:
a).- Cuál ha sido mi
experiencia? Mirar hacia atrás y analizar las decisiones tomadas en momentos
críticos. Recordar los principales y en cada caso anotar cuál era la situación,
cómo respondimos y cuál fue el resultado. Si vemos que existe un patrón y vemos
que es negativo reconocerlo para intentar evitarlo en el futuro.
b).- ¿Cómo estoy
gestionando mis decisiones? Analizar cómo lo estamos haciendo en función de
nuestros valores y prioridades.
c).- ¿Estoy preparado
para los futuros momentos definitorios? Debemos mantenernos alerta para
detectar los distintos tipos de momentos definitorios a los que normalmente se
enfrentan los líderes y que nos van a ofrecer oportunidades para: hacer cosas
nuevas, para que reevaluemos nuestras prioridades, para obtener una visión más
clara y para llegar a un nuevo nivel. Debemos pensar cómo podemos aprovechar
mejor todas estas oportunidades.
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