Timo Meynhardt, Carolin Hermann y Stefan Anderer, en la edición de junio-agosto de la revista Dialogue,
plantean esta pregunta siguiendo la distinción que el filósofo británico Isaiah Berlin hizo entre los zorros y los erizos. Berlin diferencia entre las personas
que luchan por una visión del mundo coherente con lógica y principios
organizacionales (los erizos) y aquellas otras que están cómodas sin relacionar
las cosas sistemáticamente dentro de un contexto más amplio y a las que les
gustan los flecos sueltos (los zorros).
En esencia esta
metáfora animal describe diferencias fundamentales que se presentan en los
seres humanos en relación con sus preferencias a la hora de organizar y
procesar información y experiencias. Sobre todo nos enseña a no culpar a los
demás por no ver el mundo “correctamente”, ya que nos urge, por el contrario a
respetar las distintas formas de relacionarnos con el mundo que nos rodea.
Berlin se basa para su metáfora en una frase del poeta clásico griego Arquiloco: “El zorro sabe muchas cosas, pero el erizo sabe una muy importante”.
En ubn famoso estudio
sobre los juicios de los políticos para predecir hechos futuros publicado en
2005 por el profesor de psicología Philip Tetlock se mostraba como mientras los
“zorros” solían conseguir mejores resultados, los “erizos” eran más reconocidos
por el público. En 2014 en “The Economist” destacaban que el problema de
Occidente es que, como los zorros, sabe muchas cosas pero no está seguro de lo
que quiere realmente, mientras que Alexander Putin es como el erizo que sabe una sola
cosa importante, que es que Ucrania, especialmente en su zonas sur y este forma parte realmente del
mundo ruso.
Los autores han
encontrado, en sus investigaciones, que en los puestos directivos de nivel más
alto se encuentran con más frecuencia “erizos” que “zorros”, lo que en tiempos
turbulentos puede no ser la elección más adecuada ya que los “zorros” están
mejor preparados para moverse en la ambigüedad y paradoja.
Ambos perfiles son
necesarios porque los “erizos” son capaces de ver los patrones y conectar los
distintos puntos mientras que los “zorros” tienen la capacidad de absorber la
complejidad.
Los “erizos” tienen una
visión del mundo asociada con un principio organizacional coherente. Normas
claras gobiernan su pensamiento por lo que toma decisiones y actúa con
confianza. En casos extremos tiene el inconveniente de que su necesidad de
coherencia, de claridad y de devaluación de la complejidad del mundo real puede
conducir a un procesamiento incorrecto de la información y a la incapacidad de
incorporar las nuevas ideas e información
en forma de pensamientos y acciones.
Los “zorros”, por el
contrario, reconocen distintas visiones del mundo. Acepta diferentes enfoques y
múltiples verdades. Su forma de pensar refleja una perspectiva sistémica y en
ocasiones inconclusa por lo que la ambigüedad y la sobrecarga de información
puede conducir a la confusión y a la incapacidad de actuar. Las diferentes
rutas y opciones que se abren ante ellos pueden fácilmente desembocar en
parálisis.
Para intentar entender
cuáles son nuestras preferencias podemos preguntarnos qué papel juegan las
normas y el orden en nuestras vidas y si estamos abiertos a nuevas ideas y
experiencias. También si nos enfadamos si los demás no captan las idea clave o
no comunican con claridad o si aceptamos
que distintos caminos pueden conducir a Roma.
Estudios recientes
señalan que los estilos de pensamiento no son rígidos y que los individuos
suelen ser flexibles adoptando uno u otro en función de la situación en la que
se encuentren.
Muy interesante articulo, merece volver a leerlo para introspectarnos y conocernos un poco mas. Este articulo sin dudarlo se puede aplicar en reuniones de trabajo. Vale. Saludos
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