Caroline L. Arnold, en su libro”Small move, big change. Using microresolutions to transform your life permanently”, que estamos comentando, plantea las 7 reglas de las micro-resoluciones que son las siguientes.
I.-
UNA MICRO-RESOLUCIÓN ES SENCILLA.
Una micro-resolución
tiene que ser un compromiso que estemos seguros de que podemos cumplirlo, por
lo que para tener esta completa certeza debe ser limitado. Resoluciones como ir
a todas partes caminando o no volver a comer dulces no sirven. Tiene que centrarse en un cambio de
comportamiento limitado que razonablemente podemos forzarnos a mantener.
Es recomendable
comenzar con resoluciones sencillas de seguir. Si no lo hacemos y tenemos que
estar recordando constantemente nuestro compromiso es fácil caer en la
desmoralización. Elegir diferir o renegociar nuestra resolución implica tomar
decisiones y ésta es una actividad psicológica que tienen sus costes. Un
estudio del año 2007 dirigido por Kathleen Vohs y Roy Baumeister encontró que
tomar decisiones requiere los mismos limitados
recursos mentales que el ejercitar el auto-control. Cuantas más
decisiones tenemos que tomar, más se debilita nuestra capacidad de decisión,
fenómeno al que los dos investigadores han llamado “fatiga en la toma de
decisiones”. Esto implica que si una resolución requiere tomar decisiones con
frecuencia tendremos menos fuerza de voluntad para poder seguir esas
decisiones, ya que el auto-control y la toma de decisiones consumen los mismos
recursos mentales, como hemos visto.
Las decisiones se
requieren constantemente para mantener una resolución tipo “voy a ser o hacer”,
como por ejemplo “he decidido ser organizado”. Si somos desorganizados y
repentinamente decidimos ser organizados cualquier actividad en la que nos
veamos implicados va a requerir que decidamos cuál es el enfoque que nos va a
permitir cumplir nuestra resolución.
Cuanto más retadora y
complicada sea la resolución más probabilidades tenemos de abandonarla. Si es
más sencillo el compromiso menos tentados nos sentiremos a dejarlo y más
auto-control tendremos para realizar la acción ligada a nuestra resolución.
Cualquier cambio en una
rutina establecida necesita que nos centremos. Las micro-resoluciones tienen la
ventaja de que, al ser fáciles de acometer, no favorecen la búsqueda de excusas
sino de soluciones. No limitan lo que queremos hacer, sólo aquello que nos
comprometemos a hacer. Si, por ejemplo, hemos decidido caminar una hora una vez
a la semana, esto no implica que no podamos dar paseos más largos, sino que no
debemos extender nuestra resolución de caminar hasta que no hayamos adquirido
la rutina de hacerlo una hora a la semana.
Los beneficios de
ajustarnos a nuestra micro-resolución son amplios. Pequeños cambios traen
consigo grandes beneficios.
II.-
UNA MICRO-RESOLUCIÓN ES UNA ACCIÓN EXPLÍCITA Y MEDIBLE.
Una micro-resolución es
una acción, no algo que vamos a ser, sino algo que vamos a hacer. No es un
deseo, una filosofía o un resultado. Su propósito es construir, cambiar o
eliminar un comportamiento específico o una actitud.
Debe ser explícita para
que sepamos qué tenemos que hacer. Por ejemplo una resolución como “tengo que
hacer más ejercicio” no tiene valor. Hay que definir las acciones específicas
ligadas a hacer más ejercicio, el tiempo, el lugar,….
Cuanto más explícita
sea más sencillo será medir el éxito, identificar obstáculos y ajustar el
compromiso para lograr una mayor eficiencia. Si requiere un cronograma hay que
fijar los días y horas y ajustarnos a ellos. Hasta que no seamos concretos
sobre el cuando no podremos gestionar nuestra propia resistencia al cambio u
observar otros obstáculos que hay que abordar.
Los compromisos
explícitos no constriñen, por el contrario crean seguridad y confort.
Resoluciones flexibles o confusas desembocan en
estrés y no en una mayor libertad.
La resolución se debe
centrar en un cambio específico de comportamiento no en un resultado que se
pueda obtener de múltiples formas. Por ejemplo si la resolución es eliminar 200
calorías de la dieta diaria existen muchas formas de lograrlo, pero la decisión
es muy ambigua. La micro-resolución, por el contrario sería dejar de consumir
un alimento concreto que hayamos identificado que consumimos todos los días y que aporte ese
número de calorías.
Una vez que hayamos
definido cuidadosamente la acción ligada a nuestra resolución debemos
establecer el contexto para el nuevo comportamiento ligándolo a una hora,
actividad o situación. Los hábitos se desencadenan por señales específicas:
decir gracias cuando nos atienden, lavarnos los dientes antes de dormir,… En
2010 un estudio publicado en Health Psichology por Sheina Orbell y BasVerplanlen se explicaba como acciones que se desencadenaban por una necesidad se
podían convertir en costumbres divorciadas de cualquier meta consciente. Por
ejemplo una decisión inicial de comer una galleta al tiempo que bebemos un té
porque sentimos hambre se puede transformar en un hábito: beber té y comer una
galleta, sin necesidad de factor desencadenante.
III.-
UNA MICRO-RESOLUCIÓN OFRECE RESULTADOS INMEDIATOS.
Nunca debemos pensar,
por tanto, que el beneficio instantáneo que recibimos es un paso intermedio
hacia una meta futura. El beneficio que nos da en el momento es la meta y
debemos disfrutarlos. Una vez que hemos afianzado los beneficios de un sólo
cambio comportamiento estamos en el camino de la mejora personal continua.
IV.-
UNA MICRO-RESOLUCIÓN ES PERSONAL.
Debe ser diseñada por
cada uno de nosotros, basándonos en la observación de nuestros hábitos,
actitudes y situación personal. Debemos seleccionar que comportamiento personal
debemos adoptar, cambiar o eliminar para avanzar hacia nuestro objetivo.
Tenemos que analizar cuidadosamente nuestros hábitos para elegir el cambio que
tendrá el mayor impacto en nuestras circunstancias particulares. Por ejemplo si
queremos perder peso debemos examinar cuidadosamente nuestros hábitos
alimenticios y elegir el que nos parece puede tener más influencia en nuestro
sobrepeso, que puede ser comer muy rápido. En este caso tendríamos que revisar
exhaustivamente todas las circunstancias y comportamientos que condicionan esta costumbre para poder
cambiarla, por ejemplo podemos comenzar por masticar más despacio.
V.-
UNA MICRO-RESOLUCIÓN TIENE RESONANCIA.
Una vez que hemos
decidido cuál va a ser la acción ligada a nuestra micro-resolución tenemos que
definir una declaración que la sustente. Debe comprometer a nuestro mapa
mental, incluyendo nuestros valores y preferencias. El objetivo es despertar nuestro
interés psicológico invocando a valores significativos para nosotros. Dos
personas haciendo esencialmente la misma
resolución la formularán de forma
distintas de acuerdo con su perspectiva particular.
La mayoría de las
personas están más dispuestas a seguir una directriz positiva que una negativa.
La formulación de nuestra micro-resolución debe expresar un valor positivo. Por
ejemplo, en el ámbito laboral, aprender a recibir y a utilizar el feedback es
crítico para nuestro progreso y desarrollo profesional, pero la actitud
defensiva, común ante un feedback negativo se contempla como un signo de
inmadurez que debemos evitar. A la hora de definir nuestra resolución la
reacción más frecuente sería decidir “no estar a la defensiva al recibir
feedback del jefe”, pero de esta forma estamos reflejando una prohibición que no
propicia respuestas más constructivas. Una formulación más adecuada sería:
“escuchar, reconocer y considerar cuidadosamente las recomendaciones del jefe”.
Así estamos promoviendo los valores positivos de la escucha, el reconocimiento
y la reflexión. Si nos cuesta reprimir
nuestros deseos de respuesta inmediata podemos añadir a nuestra declaración que
no contestaremos antes de un determinado periodo de tiempo.
Redactar nuestra
resolución de forma positiva ayuda a incrementar nuestra motivación al dispersar
las actitudes negativas que nos impiden progresar.
La positividad es casi
siempre la mejor estrategia para formular una resolución, pero en ocasiones si
ésta se centra en una pequeña acción (para hacer o no hacer) que puede prevenir
que caigamos en una acción desordenada podemos considerar utilizar el lenguaje
de tolerancia cero al prepararla. Cada
uno de nosotros podemos identificar acciones aparentemente triviales que nos
pueden ocasionar problemas. Por ejemplo, puede resultarnos más fácil
evitar comer una patata frita, que probar una con lo cual
podemos caer más fácilmente y comer más. Debemos utilizar la tolerancia cero sólo cuando la
vigilancia es necesaria para evitar los malos pasos que llevan a la
indulgencia, la falta del control o al verdadero desorden.
El mensaje que
utilizamos para recordar nuestra micro-resolución tiene que ser una sugestión que diseñamos para
introducirnos en nuestro cerebro y cambiar nuestro mapa mental. El propósito
del mensaje es actuar directamente sobre nuestros valores, preferencias y
actitudes. Al recaer el poder de este mensaje en su capacidad
de sugestión la importancia de su formulación es evidente. Si el mensaje
nos llega y resuena tendrá, con el tiempo la fuerza para cambiar nuestros mapas
mentales y transformar nuestras acciones.
VI.-.
UNA MICRO-RESOLUCIÓN SE APOYA EN HECHOS DESENCADENANTES.
Las investigaciones
sobre el comportamiento humano muestran que es la fuerte asociación entre el
comportamiento y los factores que lo desencadenan lo que crea los hábitos
mantenidos.
Ligar la acción de
nuestra micro-resolución a un hecho o factor desencadenante es crítico para que
el nuevo comportamiento se convierta en automático. Estos factores existen, no
tienen que ser inventados, pero tienen que ser identificados. Pueden ser
internos (hambre, cansancio, …) o
ambientales ( el olor de una pastelería, zapatos expuestos en un escaparate, la
crítica recibida de un compañero,…).
Una fase importante en
el proceso de formular nuestra micro-resolución consiste en encontrar cuál es
el factor más adecuado para desencadenar la acción que nos hemos comprometido a
acometer. Si nuestra resolución está ligada a un horario o fecha es más
evidente, como por ejemplo “volver andando a casa al salir del trabajo los
lunes”. Esta identificación es más complicada si el factor desencadenante se
encuentra en el contexto. En estos caso puede ser útil apoyarnos en un hábito
establecido. Por ejemplo si decidimos beber dos litros de agua al día podemos ligarlo
al hábito de lavarnos las manos y cada vez que lo hagamos beberemos un vaso de
agua.
VII.-
NO HACER MÁS DE DOS MICRO-RESOLUCIONES A LA VEZ.
Al experimentar el
poder de las micro-resoluciones podemos sentirnos tentados a abordar varias a
la vez. Tenemos que resistir ese impulso suicida. Se necesita concentración
para alimentar una nueva actitud, adoptar un nuevo hábito o abandonar un
comportamiento negativo.
Hacer algo nuevo, algo
diferente implica rigor. Construir un nuevo comportamiento positivo requiere
atención y autocontrol y ambos son recursos limitados. Si tratamos de cambiar
muchas cosas de forma muy rápida nos veremos desbordados, perderemos nuestra
concentración y terminaremos con actuaciones mediocres. Un hábito necesita una
gran concentración para poder convertirse en automático.
Al limitar nuestras
resoluciones ( no más de dos simultáneamente) estamos asegurando que tenemos la
atención y la paciencia necesaria para mantener el cambio en el comportamiento
hasta que éste se convierte en automático.
Lo que crea un hábito es la repetición en el tiempo asociada a un
determinado contexto. Una micro-resolución por término medio necesita
aproximadamente un plazo de cuatro semanas para que no nos resulte muy extraña
y ajena y de seis a ocho semanas para que el nuevo comportamiento nos empiece a
parecer algo natural y espontáneo.
No debemos cometer el
error de pensar que nuestra resolución de modificar nuestra conducta supone que
ya lo hemos conseguido. Una decisión de hacer algo no es lo mismo que realmente
hacerlo, los hábitos son producto de la práctica, no de una intención.
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