Philip Hesketh en “Persuade. Using the seven drivers of motivation to master influence and persuasión” plantea cómo podemos utilizar los principales factores psicológicos de motivación para conseguir persuadir e influir en los demás.
Es
una realidad que el ser parte de un grupo social produce en las personas un
importante sentido de pertenecer y de significado en sus vidas. Estar integrado
en un grupo nos ayuda a formar nuestra identidad social y, por tanto, contribuye a encontrar sentido
sobre quién somos. En los años setenta del pasado siglo un famoso estudio de
Henry Tajfel demostró cómo completos extraños se agrupaban cuando tenían un
mínimo punto en común. En su experimento reunió a un grupo de niños y les pidió
que se distribuyesen en dos grupos. Aunque no se conocían de nada la mayoría se
juntó con los que tenían cerca. Tafjel
encontró también, en sus investigaciones, que sólo con colocar a las
personas en grupos es suficiente para que éstas discriminen a favor de su
propio grupo y en contra de los miembros de otros grupos. Otro fenómeno que se
produce es que tendemos cuando nos unimos a un grupo a comportarnos como el
resto de sus integrantes y seguimos las “normas” del grupo. Hesketh recomienda,
por esta razón que si queremos incorporarnos a un grupo y liderarlo primero
tenemos que adaptarnos a sus normas hasta que sintamos que hemos conseguido la
confianza de sus miembros y es seguro empezar a mostrar el camino.
Existen
siete factores psicológicos principales que nos movilizan. Estos son:
1.- Ser queridos.
Necesitamos sentir que se preocupan verdaderamente por nosotros.
2.- Ser importantes.
Ser conscientes de que lo que hacemos tiene un propósito.
3.- Sentir que pertenecemos.
Querer
y ser queridos juegan un papel esencial en la felicidad y sentir que estamos
haciendo una contribución y por tanto somos importantes para los demás es
clave. Esto significa que debemos cultivar una pasión, que puede ser disfrutar
mucho con nuestro trabajo o un hobby que nos absorbe. Si estamos muy concentrados
en algo que tiene un propósito y significado nos sentiremos felices. Sea lo que
sea lo que nos mueve debemos ser parte de un colectivo para sentir que pertenecemos. Distintas
investigaciones muestran que las personas están más protegidas frente a
determinadas enfermedades si forman parte de algún tipo de comunidad y realizan
actividades sociales.
4.- La necesidad de creer. Es
importante para lograr éxitos o fracasos. Por ejemplo, en un estudio realizado
por Irving Kirsch de la facultad de Medicina de Harvard en el que se realizaban
distintas pruebas utilizando placebos se encontraron, entre otros hallazgos
que:
a).-
Los pacientes de Parkinson que tomaron un placebo y mejoraron tenían idénticos
cambios cerebrales que aquellos a los que se suministró Levodopa.
b).-
Tras revisar los resultados de 35 pruebas clínicas tras emplear antidepresivos
o placebos el 80% de las mejoras experimentadas por los pacientes que tomaron
una píldora azucarada eran similares a las de los que realmente habían tomado
Prozac.
La
causa de estos efectos parece ser que está ligada a las expectativas de
beneficio.
5.- La necesidad de algún grado de incertidumbre y certidumbre en nuestras vidas. Se refiere al deseo de tener ilusiones. Si pensamos que nuestra vida ya está totalmente definida le resta interés y diversión, pero también si tememos al futuro porque tenemos demasiadas incertidumbres en nuestras vidas seremos infelices.
El
cambio es una constante en nuestras vidas. Las personas que temen los cambios
raramente son felices y aquellas que piensan que no debe haber ningún cambio,
pero son conscientes de que se producen numerosos a su alrededor se vuelven
temerosas. La expresión “si siempre haces lo mismo sólo lograrás lo mismo” es errónea ya que si
continuas haciendo lo mismo obtendrás cada vez menos ya que todo lo que nos
rodea está cambiando.
Las
personas felices no se quedan quietas. Se involucran y aceptan la necesidad del
cambio, pero siendo selectivas. Todos necesitamos alguna variedad en nuestras
vidas, alguna flexibilidad en nuestro enfoque de la vida y debemos esperar lo
inesperado aceptando el hecho de que supone un reto.
Evidentemente
necesitamos creer que algunas cosas van a ser constantes como nuestro trabajo,
nuestro lugar en la sociedad o nuestro hogar, pero debemos buscar un equilibrio
en éstas entre el grado de certidumbre e incertidumbre que es adecuado para
nosotros.
6.- La necesidad de contar con “un
lugar”, en el que nos sintamos seguros y cómodos y que
podamos sentir como nuestro. Aporta orden y estabilidad a nuestras vidas.
Una
encuesta del gobierno inglés publicada en 2014 concluía que los trabajadores
más felices eran los clérigos de cualquier confesión. Similares resultados
obtuvieron en un estudio de la universidad de Chicago en 2007 en el que
encontraron que no sólo eran los clérigos los trabajadores más satisfechos sino
que las profesiones que generaban más felicidad eran las vinculadas al cuidado,
la enseñanza o la protección de los demás. el factor fundamental era el de
sentir que ocupaban un lugar en el mundo que tenía un propósito trascendente.
7.- La necesidad de crecimiento y
mejora. Una investigación realizada en Harvard por Daniel Gilbert
mostraba que la mayoría de las personas pensamos que seremos más felices en el
futuro que en la actualidad. Está ligado a la percepción de que podemos
mejorar.
El
autor analiza cada uno de estos motores de la motivación planteando:
I.- LA CURIOSIDAD Y LA IMPORTANCIA
DE TENER ALGUNA EXPECTATIVA ATRAYENTE.
En
la actualidad parece que tenemos que tomar decisiones rápidas en lugar de
reflexionadas. Pero esta cultura de “ comprar ahora, pagar después” nos puede
conducir no sólo a dificultades económicas sino que reduce el placer de
nuestras “compras”. Con frecuencia es el sentimiento de anticipación de un
hecho o una compra lo que nos hace sentir mejor y disfrutar. La psicóloga
Elizabeth Dunn llama a este fenómeno el “placer gratis”. Sus investigaciones
sugieren que obtenemos grandes cantidades de placer al pensar en cosas buenas que pueden acontecer
en el futuro, como ocurre por ejemplo con las vacaciones de verano. Dedicamos
mucho tiempo antes de las mismas en pensar dónde vamos a ir, imaginando el
placer que sentiremos, por ejemplo, al sentir el sol sobre nuestro cuerpo en la
playa o al estrenar la ropa que hemos comprado para la ocasión.
Una
vez que conseguimos las cosas o vivimos las experiencias nuestras mentes se
olvidan rápidamente de ellas pero mientras se encuentran en un futuro seguimos
pensando sobre ellas y sentimos un placer anticipado.
Del
mismo modo que nos gusta pensar sobre las cosas que suponemos van a acontecer
en un futuro nos sentimos atraídos por las novedades.
La
curiosidad se ha demostrado que estimula la capacidad de aprendizaje. Diversos
estudios han mostrado que nuestra habilidad
para recordar hechos se acrecienta si se presenta de forma que se
despierte nuestra curiosidad. Esto quiere decir que recordamos más si estamos
haciendo o contemplando algo que nos interese. Es la razón por la que
recordamos anuncios que encontramos divertidos o sorprendentes.
Para
probar esta teoría Lowenstein , Prelec y Shatto realizaron un estudio en el que
hacían a los participantes en el mismo
cinco preguntas sobre cultura general y les ofrecían la posibilidad de escoger
entre dos tipos de recompensas: una tableta de chocolate o conocer las
respuestas correctas. Cuando la elección de recompensa se hacía antes de las
preguntas el 80% seleccionaban el chocolate, pero si la elección la tenían que
hacer después de conocer las preguntas el 80% escogían conocer las respuestas
correctas. La razón de este cambio se encuentra en que se había “picado” su
curiosidad y querían saber si habían
contestado bien o mal a las preguntas.
Teniendo
en cuenta lo anteriormente expuesto si queremos hacer una presentación sobre un
tema en principio poco atractivo debemos
intentar despertar la curiosidad de la audiencia introduciendo datos o
gráficos interesantes o incorporando anécdotas distraídas. Tenemos que lograr
que sientan curiosidad por lo que les vamos a decir.
Si
nos encontramos en una reunión y las cosas no nos van muy bien, por ejemplo con
un cliente potencial podemos plantearle, para despertar su interés si le podemos hacer tres preguntas. Éstas son:
a).-
¿Qué consideras que es lo más importante para ti sobre …….( el tema que se está
tratando)?
b).-
¿Cuáles son exactamente tus
expectativas?
c).-
¿Si fuésemos a ….( comentar sus dos respuestas anteriores procurando satisfacer
sus deseos y necesidades) habría algo
más que quieres que consideremos?
La
primera pregunta apela a su necesidad de sentirse apreciado e importante. La
tercera reduce la incertidumbre que puede existir sobre el tema en el futuro y
muestra que puede producirse una mejora
(para ellos) y el uso constante de “nosotros” ayuda a reforzar el
sentido de pertenencia (estamos en ello juntos).
Si
tras estas respuestas no parece que exista nada más que considerar podemos
preguntar: ¿Podemos seguir adelante? En el caso de que aparezcan otras consideraciones
se deben abordar hasta que la respuesta a esta última pregunta sea afirmativa.
En
otras ocasiones si vemos que las personas no hacen lo que les pedimos porque se
sienten inseguras con el futuro si lo hacen
Hesketh recomienda que preguntemos: ¿Existe algo que te produzca incertidumbre? y escuchemos
atentamente para poder comprender su punto de vista. No debemos menospreciarlo
porque para nosotros no sea motivo de preocupación, sino que debemos indagar
para ver cómo podemos tranquilizarles y reducir su incertidumbre.
II.- MANTENER UNA MENTE ABIERTA NOS
AYUDA A ENTENDER A LOS DEMÁS.
Todos
deseamos ser tratados de forma individual, pero debemos recordar que nunca
debemos formar una opinión sobre algo o alguien basándonos en las apariencias.
Muchos de nosotros pensamos que podemos definir el carácter de una persona sólo
con mirarle, pero al mismo tiempo que somos capaces de ocultar nuestra
verdadera personalidad a los demás. Investigadores de la Universidad de
Groninga han acuñado el término “superioridad ilusoria” para describir esta
creencia. En sus estudios han encontrado cómo los responsables de la selección
de personas tienden a sobreestimar lo que piensan que pueden aprender del
carácter de una persona con una breve entrevista y que el entrevistado no va a
ser capaz de conocer nada de él durante su encuentro.
Frecuentemente,
parece ser que la tendencia a simplificar en exceso las opiniones y
motivaciones de los demás es la raíz de la mayor parte de los conflictos entre
los grupos en el ámbito laboral. Las personas suelen pensar que aquellos que
“están de su lado” son razonables y reflexivos, mientras que los que están en
el lado opuesto están no sólo equivocados, sino que son simples y primitivos.
Interiormente, naturalmente sabemos que los demás son tan complejos y tan
difíciles de “leer” como nosotros, pero intentar averiguar qué es lo que
piensan es un trabajo duro. Requiere dedicación intelectual, empatía e
imaginación, por lo que la mayor parte del tiempo no nos molestamos y estamos
felices aceptando los estereotipos o prejuicios que presentan las redes
sociales o nuestro instinto más básico.
La
verdadera forma de mejorar nuestra capacidad para entender realmente a las
personas se basa en no asumir nada, mantener una mente abierta y hacer más
preguntas.
Es
la persona que pregunta la que controla la conversación y la calidad de la
misma va a venir condicionada por la calidad de las preguntas que se hacen.
Hesketh mantiene que la mayoría de las
preguntas adecuadas a las que llama “Killer questions” (preguntas asesinas)
comienzan por: qué, por qué o cómo. Son preguntas abiertas que permiten que las
personas hablen de lo que es importante para nuestros interlocutores y de sus
creencias, al tiempo que al percibir que escuchamos activamente, con la
intención de realmente comprenderles se van a sentir reconocidos y apreciados. Es un hecho que en muchas ocasiones definimos
a alguien como un gran conversador cuando la realidad es que son los demás los
que llevan el peso de la conversación.
Actual y Asertivo el tema en la Gestión, como en el Desarrollo Humano y Profesional, es por ello claro que las necesidades del ser humano son graduales, variadas, particulares y complejas, formando todo un sistema que interacciona como digamos un proceso Sistemico. La Teoría de la Inteligencia Emocional y de las necesidades que Abraham Maslow lo dejo reflejado en la denominada pirámide de necesidades y su prioridad que lleva su nombre. pero en ella no aparece el detector emocional de cada necesidad que debajo ella hay una. La clave es la Inteligencia Emocional es llegar a descubrir y desarrollarla.
ResponderEliminarComo dice aquella reflexión conoce a los demas y aprenderas a convivir, pero si te conoces a ti mismo y tienes Autoridad y Poder sobre Ti y tus emociones, necesidades podrás alcanzar el éxito. Dr. MBA Luis Adolfo Meneses Romero.