En el boletín de Fast Company del pasado 19 de mayo, Art Markman plantea que los chismorreos y
rumores en el ambiente laboral pueden no resultar un hábito tan nocivo como se
piensa.
Si trabajamos en una
organización con frecuencia participamos en discusiones diarias sobre nuestros
compañeros. Es una práctica normal ya que las personas queremos saber quién
obtiene una promoción o si se producen sanciones, por ejemplo. Nos gusta
conocer aspectos de las vidas de los que nos rodean y las noticias y los
comentarios sobre ellos se difunden con rapidez en el entorno laboral. Pero
existe la tendencia a considerar que este tipo de información es una mala
práctica en el trabajo. Muchas de las historias que se difunden efectivamente
tienen elementos negativos: las relaciones se complican, los compañeros cometen
errores y reciben reprimendas por ello o son despedidos,… Existen también
miedos compartidos sobre recortes presupuestarios o en las plantillas.
Independientemente de que todos estos factores negativos nos pueden afectar
tendemos a pensar que resulta de mal
gusto participar en este tipo de conversaciones y procuramos mantenernos fuera
de los círculos de rumores y cotilleos. Pero aunque éstos puedan conducir a
meteduras de pata y errores notables es importante reconocer que pueden jugar
un papel importante en la estructura social de la organización.
Las organizaciones eficaces
funcionan como una comunidad de vecinos. Los vecinos comparten una cantidad
apreciable de interacciones sociales lo que conduce a la construcción de un
nivel de confianza que les permite la convivencia. Los “cotilleos” permiten
solidificar estas mismas relaciones de vecindad entre compañeros. Generan gran
cantidad de historias compartidas que forman parte de la experiencia colectiva
compartida por los profesionales que trabajan en una organización. En otras
palabras es un ingrediente clave para una cultura saludable en el trabajo.
Al compartir información
informal las personas que de otra forma pueden ser identificados por sus
compañeros en función de sus roles dentro de la organización pueden
interaccionar unos con otros como seres humanos, con las mismas debilidades que
todos. También sirve para reforzar el sentido de los valores compartidos.
Cuando contamos historias de personas que han hecho cosas particularmente
buenas o malas estamos afirmando lo que creemos que son comportamientos organizacionales
adecuados o no. Aunque no exista una discusión explícita de cuáles son los
valores imperantes los rumores difunden mensajes sobre quiénes pueden ser
considerados héroes o villanos. Por
tanto si no participamos en este tipo de conversaciones podemos estar perdiendo
la oportunidad de establecer lazos con
nuestros compañeros y de compartir historias que van a solidificar el
sentimiento de vecindad. Peor aún al mantenermos fuera de los “cotilleos”
estamos erosionando la confianza con nuestros compañeros ya que parece que
estamos censurando este tipo de conductas.
Todo lo anterior es
cierto si no perdemos de vista que es necesario asegurar que se tiene que
utilizar para unir y no separar o vilificar a las personas, no empleándolos con
fines maliciosos.
La mejor forma de evitar
caer en esta última tentación es la más sencilla: recordar siempre que las
personas de las que estamos hablando son compañeros y forman parte de nuestro
entorno de trabajo, ya que vamos a tener que convivir con ellas.
Si vemos que empezamos a
sentirnos incómodos con la dirección de los comentarios, porque se está
cruzando la línea que separa el ser curioso de ser mezquino es importante
intentar frenar la situación. Puede resultar difícil hablar públicamente en un
momento en el que se nos puede considerar como aguafiestas, pero podemos buscar
ocasiones en las que hablar privadamente con nuestros compañeros para
manifestarles nuestras preocupaciones sobre las historias que están circulando.
Los rumores y “chismorreos”
pueden ayudar a que nuestro entorno laboral funcione y florezca pero es importante no olvidar que la expresión de
nuestros valores es una forma de asegurarnos de que ese florecimiento se está
produciendo por las razones adecuadas y para el beneficio de todos y no sólo de
unos pocos.
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