Victoria Griffith, en
el volumen 7 de 2016 de Korn Ferry Briefings, plantea que las organizaciones
deben tener cuidado a la hora de diseñar las compensaciones económicas de sus
profesionales, especialmente de los de más alto nivel para evitar el que éstas,
si son muy elevadas, en lugar de actuar como factor motivador ejerzan el efecto
contrario.
Un estudio de la
Universidad de Utah analizando los resultados obtenidos por los altos
directivos en Estados Unidos en el periodo comprendido entre 1994 y 2013 mostró
que los que estaban mejor pagados fueron los que obtuvieron peores resultados.
La razón de este sorprendente bajo desempeño, según los investigadores, se
encontraba en el exceso de confianza y arrogancia. Los salarios exorbitantes,
teorizaban, hacia que los ejecutivos no prestasen atención a las opiniones de
sus colaboradores y que con frecuencia ignorasen la evidencia que no apoyaba
sus planes.
La autora señala que 8
de las razones más comunes por las que el dinero puede convertirse en un factor
desmotivador son:
1.-
LA COMPENSACIÓN SE CONSIDERA INJUSTA
En el juego del ultimátum,
un famoso experimento económico creado en 1982, a los participantes se les
daban opciones para ganar dinero. Podían distribuir una recompensa económica en
partes iguales, no equitativamente o no repartirla. Numerosos y repetidos
experimentos mostraban que los jugadores
casi siempre preferían no ganar nada que ganar menos que el otro jugador. A los
seres humanos nos preocupa mucho la justicia y por tanto el sentir que un
salario es justo tiene un gran impacto para lograr que las retribuciones
económicas nos motiven o no. Thomas Chamorro Premuzic, profesor de
psicología de las organizaciones dice: “Las personas no somos siempre
racionales. La mayor parte de los trabajadores preferirían recibir un bono más
bajo siempre que fuese más alto que el que reciben sus compañeros”.
Tom Mc Coy, presidente de “The Employee Engagement Institute" que estudia la motivación en el lugar de trabajo, recomienda que las organizaciones sean transparentes para evitar que surjan sentimientos de trato injusto.
2.-
LA COMPENSACIÓN HACE QUE EL PROFESIONAL CUESTIONE SUS MOTIVACIONES
Los profesionales que
trabajan, por ejemplo, en una organización no lucrativa pueden sentir que un
salario muy elevado contradice la razón de ser de su trabajo y de su vida que
puede estar enfocada, como mayor incentivo, a ayudar a la sociedad.
Al asignar
retribuciones muy elevadas a determinados profesionales los directivos deben
tener cuidado de que su generosidad no entre en conflicto con otras fuentes clave de incentivación en
el trabajo tales como el sentimiento de camaradería o de formar parte de un
equipo.
En las organizaciones
en las que existe transparencia en relación con la compensación de sus
trabajadores las que son muy elevadas pueden generar resentimiento entre los
compañeros de los receptores pudiendo conducir a que éstos se sientan excluidos
de los equipos. La exclusión es un fuerte factor desmotivador como muestran los
experimentos de Naomi Eisenberger que muestran que el cerebro procesa la
exclusión como si fuese un dolor físico.
3.-
LA COMPENSACIÓN ES EXCESIVA EN RELACIÓN CON LAS NECESIDADES HUMANAS
El problema para fijar
la retribución adecuada la encontramos al determinar cuáles son las necesidades
básicas de cada profesional.
4.-
EL TRABAJO REQUIERE PENSAMIENTO CREATIVO
En 1985 los
investigadores del MIT Richard Ryan y Edward Deci descubrieron que los
estudiantes a los que se les ofrecían premios de carácter económico por
resolver puzzles complejos tenían menos éxito que un grupo control que los
solucionaba por diversión. Ryan y Deci llamaron a este fenómeno, por el cual una recompensa extrínseca, como
el dinero, inhibe la motivación de la persona para realizar una tarea, “sobrejustificación”. Lo explicaban por
el hecho de que al pagar a los entusiastas de los rompecabezas conseguíamos que
su motivación pasase a ser de interna a externa y parece ser que para lograr
ser creativos las personas necesitamos disfrutar con lo que hacemos sin que el
incentivo del dinero nos distraiga.
Los neurólogos opinan
que existe otro mecanismo en juego. Teorizan que la promesa del dinero y de
otras recompensas activa la respuesta del cerebro de lucha-huida y bloquea las
capacidades de resolver problemas. En las organizaciones actuales en las que la
innovación es una necesidad esta presión tiene una repercusión negativa en los
profesionales. Algunas están reaccionando desligando la creatividad del
salario, por lo que liberan tiempo para que éstos dediquen tiempo a pensar
en sus propios intereses y a crear. Por
ejemplo Gmail, Gooogle Maps o Google Reader han surgido de esta forma.
5.-
LA COMPENSACIÓN MUY ELEVADA CREA PROFESIONALES QUE NO NECESITAN TRABAJAR
Las retribuciones
excesivas pueden llegar a crear profesionales muy ricos que no necesiten
trabajar y que no se sientan motivados para hacerlo. Tom Mc Coy plantea que la
cuestión se debe centrar en si la persona puede encontrar otros factores en su
trabajo, tales como el sentido de que está contribuyendo al bien de la sociedad
o la posibilidad de interaccionar con personas interesantes, para continuar
sintiéndose comprometida con su trabajo.
Los teóricos del
comportamiento dicen que las recompensas inesperadas son incentivos más
efectivos que aquellas que se han convertido en rutinarias. Por este motivo
puede ser más eficaz ofrecer pequeñas recompensas durante todo el año como
reconocimiento por el trabajo bien hecho que la productividad o el bono
recibido al final del año que no se consideran útiles como factores motivadores
de los profesionales ya que se entiende que se convierten en algo “fijo” y que
se espera que crezca anualmente, desmotivando si en alguna ocasión esto no
ocurre.
Mc Coy recomienda, por
tanto, mantener el factor sorpresa para que no se transforme en una rutina.
7.-
LA COMPENSACIÓN MUY ELEVADA A ALGUNOS DE LOS PROFESIONALES VIOLA LOS VALORES DE
LA ORGANIZACIÓN
La mayor parte de las
organizaciones valoran mucho el papel de los equipos y grandes diferencias en
las compensaciones de sus integrantes pueden originar tensiones y minar la
fortaleza de los equipos. Esto ocurre, por ejemplo, en Japón y en los países nórdicos. “Diferenciar a las
personas puede ser normal en algunas culturas pero no serlo en otras, por lo
que los criterios de compensación deben estar alineados con la cultura de la
organización” dice Mc Mullen.
8.-
LA COMPENSACIÓN FACILITA LA APARICIÓN DEL “SÍNDROME DE LA DIVA” O DEL “SÍNDROME
DEL IMPOSTOR”
Los expertos en el
análisis del comportamiento creen que ciertas personas cuando reciben una
compensación monetaria muy elevada empiezan a pensar que son superiores a otros
profesionales. Esta creencia puede ocasionar que su desempeño se resienta y
empeore y a las personas que la experimenta se considere que está bajo los
efectos del “Síndrome de la Diva”.
El “Síndrome del
Impostor” puede ser igualmente dañino. Consiste en el sentimiento que
experimenta una persona que ha tenido éxito de que no merece las recompensas
que ha conseguido y puede ser desencadenado por las altas compensaciones
económicas. En 1978 las psicólogas
Pauline Rose Clance y Suzanne Imes encontraron que el 70% de las personas con
éxito a las que habían entrevistado reconocían haberse sentido como un fraude
en al menos una ocasión. Creían que su éxito sólo podía atribuirse a la fe
equivocada que los demás tenían en ellos. Una encuesta realizada en 2011 por “The Institute for Leadership and Management” encontró que las mujeres, en particular, eran más
susceptibles de padecer este síndrome.
Los directivos para
evitar la mayor parte de los efectos negativos del “Síndrome del impostor”
deben al entregar una recompensa dejar claras las razones por las que el
profesional está recibiendo el reconocimiento.
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