Sabina Nawaz en hbr.org del pasado 15 de mayo plantea que las organizaciones dedican muchos recursos a seleccionar a los altos ejecutivos pero que existe un 50% de probabilidades que éstos abandonen la misma en los primeros 18 meses desde su incorporación. Este hecho ocasiona no sólo costes enormes para la misma. Las razones para su salida son múltiples, con frecuencia mencionan la falta de adaptación a la cultura o la presencia de unas expectativas inadecuadas. Pero la realidad nos demuestra que muchos de los nuevos ejecutivos se ponen, inadvertidamente, en situaciones que propician su fracaso en los primeros meses de su nuevo ejercicio por sus propias acciones.
Las trampas más comunes en las que caen estos nuevos ejecutivos, según la autora, son:
1.- PROPONER INMEDIATAMENTE UNA NUEVA VISIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN
Como nuevo ejecutivo podemos pensar
que traemos con nosotros una serie de buenas ideas, pero lo que no sabemos es
si éstas no se han implementado ya por una serie de razones totalmente válidas.
Aunque tengamos ideas que deseemos compartir es importante que primero seamos
capaces de visualizar todo el paisaje desde nuestro punto de vista único de
alguien de fuera. Es mejor que esperemos unos meses para utilizar los recursos
requeridos para plantear una nueva visión desde el conocimiento real del punto
de partida. Debemos dedicar tiempo a observar la situación y para escuchar a los
que nos rodean, tanto colaboradores como clientes. Podemos sorprendernos al
descubrir que nuestras ideas ya han sido probadas.
Si nos preguntan sobre nuestra
visión estratégica no tenemos que tener prisa por responder antes de que estemos
preparados.
2.- TOMAR GRANDES DECISIONES CON DEMASIADA RAPIDEZ
Al incorporarnos a un
nuevo puesto nos podemos encontrar con que muchas decisiones han quedado pendientes
y que existe una cierta urgencia en que se aborden sin mucha dilación. Pero al
igual que tenemos que esperar para plantear una nueva visión debemos hacerlo
para tomar decisiones importantes hasta que conozcamos mejor la situación.
Nawaz recomienda crear
un proceso de toma de decisiones transitorio que garantice la transparencia,
dejando claro que esas decisiones son provisionales y que pueden variar una vez
tengamos más información.
3.- CONTAR CÓMO SE HACÍAN LAS COSAS MEJOR EN NUESTRA
ORGANIZACIÓN ANTERIOR
Aunque hayamos sido contratados por nuestra
experiencia y resultados cuando nos incorporamos a una nueva organización
nuestros colaboradores no quieren oír cómo hacíamos las cosas mejor en el
antiguo trabajo. Piensan que son distintos y que no conocemos bien la situación
como para empezar a criticar. Por tanto lo que debemos hacer es compartir nuestras experiencias previas y hacer
preguntas sobre cómo hacen las cosas antes de sugerir cambios para que vean que
se tienen en cuenta sus opiniones y puntos de vista.
4.- PRIORIZAR LAS RELACIONES EXTERNAS SOBRE LAS
INTERNAS
Si el nuevo ejecutivo
se centra excesivamente en sus contactos externos corre el riesgo de perder la
ocasión de establecer relaciones críticas en el interior y de comprender mejor
qué va a representar y cómo hacerlo. Por tanto, debe escuchar primero al
interior de la organización, por ejemplo realizando un tour por la misma
procurando contactar con distintos profesionales y equipos tras preparar un
listado de preguntas que hacer.
5.- NO SOLICITAR AYUDA
Al principio podemos
no saber a quién acudir a pedir ayuda y no queremos parecer indecisos si
buscamos el consejo de nuestros colaboradores. Con la presión de realizar el
trabajo rápidamente podemos, también, no delegar lo que inadvertidamente
estamos enviando la señal de que no confiamos
en nuestros profesionales. Esto genera tensión dentro del equipo y podemos
perder conocimiento valioso que éstos nos pueden aportar.
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