Manfred Kets de Vries, en INSEAD Knowledge del pasado 22 de junio plantea las razones por las que la sabiduría no puede ser enseñada. Destace que en una era hiperactiva y digital lograr la sabiduría constituye un reto, ya que con todas las herramientas digitales, desde por ejemplo las tabletas y móviles y sus aplicaciones constantemente demandando nuestra atención inmediata cada vez resulta más complicado encontrar el tiempo y el espacio para establecer relaciones significativas o dedicar tiempo para conversaciones profundas.
Esta situación es
perjudicial para muchos líderes. Aunque la sabiduría necesita formación y
educación ésta no necesariamente hace que las personas sean sabias,. Como mantenía el profesor de la universidad de Harvard, Charles Gragg en su clásico caso “Because wisdom can´t be told” el mero
hecho de escuchar palabras sabias no garantiza la transferencia de sabiduría.
Las personas
identifican, normalmente la sabiduría con inteligencia o con poseer conocimientos,
pero con demasiada frecuencia podemos observar que ser inteligente y ser sabio
son dos cosas bien diferentes. El mundo está lleno de personas brillantes capaces
de intelectualizar sin comprender realmente la esencia de las cosas. Por el
contrario las personas sabias tratan de comprender el significado profundo de
lo que se conoce y son conscientes de los límites de su conocimiento.
La sabiduría implica
más que ser capaz de procesar la información de una forma lógica. El
conocimiento se convierte en sabiduría cuando tenemos la capacidad de asimilar
y aplicar este conocimiento para tomar las decisiones adecuadas. Como mantiene
el dicho: “ el conocimiento habla pero la sabiduría escucha”. Las personas
sabias tienen buen juicio y poseen las cualidades de sinceridad y autenticidad,
la primera por medio del deseo de decir lo que realmente queremos decir y la
segunda el ser cómo realmente somos.
Las personas sabias,
también, son humildes, su humildad derivada de su disposición a aceptar las
limitaciones de su conocimiento. Aceptan que existen conocimientos que nunca
tendrán, pero al ser conscientes de su ignorancia están mejor preparados para
soportar sus propia falibilidad.
La sabiduría se puede
contemplar tanto desde una perspectiva cognitiva y emocional. Desde un enfoque
cognitivo las personas sabias son capaces de captar la visión global. Pueden
poner las cosas en perspectiva y ver las cosas desde diferentes ángulos,
evitando por tanto el pensamiento blanco o negro. Desde una perspectiva
emocional las personas reconocidas por su sabiduría son reflexivas, introspectivas y toleran la ambigüedad.
Saben cómo gestionar las emociones negativas y poseen tanto empatía como
compasión, cualidades que les diferencian en el contexto interpersonal.
De Vries mantiene que
ser sabio supone una búsqueda personal y que es sólo a través de nuestras
experiencias, aprendiendo a sobrevivir a las grandes tragedias y dilemas que se
presentan a lo largo de nuestra vida
descubriremos nuestras propias capacidades y aprenderemos a ser sabios.
Los contratiempos con
los que todos nos enfrentamos se convierten en magníficas experiencias de crecimiento
personal. Superar situaciones difíciles contribuye a una mayor valoración de
nuestra vida y a considerar nuevas posibilidades. Estas experiencias nos
permiten ver más allá de nuestras propias perspectivas y contemplar las cosas
como realmente son.
Desgraciadamente la sabiduría no va asociada automáticamente con
la edad y para ser reflexivos podemos necesitar la ayuda de los demás. El
autor, fruto de su experiencia con ejecutivos, propone para ayudar a este desarrollo
la creación de comunidades de aprendizaje a través de las cuales los
participantes tienen la oportunidad de exponer sus historias. Contar y escuchar
historias personales es una forma de comenzar a entender a los demás y a uno
mismo y ayuda a los participantes a oír lo que no se dice. Una comunidad de
aprendizaje es también un gran lugar para mantener la mente abierta. El
fomentar que sus miembros salgan de sus zonas de confort y que traten con personas
muy diferentes de ellos mismos conduce a un entendimiento más profundo y a una
mayor aceptación de la naturaleza ambigua delas cosas. Si se diseñan de forma
holística estas comunidades se convierten en un gran ejercicio de humildad
dando la oportunidad a los participantes de ser conscientes de sus limitaciones
al tiempo que de sus habilidades para integrar su conocimiento y experiencias
para afrontar los retos que les esperan.
En la búsqueda de la
sabiduría sus integrantes tendrán que ir aprendiendo de sus errores y a pensar
antes de actuar, liberándose de posibles máscaras para ser más auténticos y
vivir realmente sus valores.
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