Liz Kislik, en hbr.org
del pasado 6 de noviembre, plantea que casi todos en el trabajo nos hemos
encontrado, en alguna ocasión, con un compañero manipulador. Desgraciadamente,
con frecuencia, dudamos a la hora de hacer públicas nuestras preocupaciones y
tenemos razones para ello ya que las respuestas corporativas típicas suelen ir
de la cautela o no tomar en serio a la toma de represalias contra la víctima en
lugar de contra el manipulador.
Muchas organizaciones
promueven a los manipuladores porque parece que son eficaces a la hora de hacer
las cosas independientemente de los costes significativos que su actitud de
abusos puedan ocasionar en la productividad y las personas con el tiempo.
La autora, por tanto,
recomienda que, cuando no consigamos una actuación contundente en nuestro favor
por parte de la jerarquía o de otras autoridades de la organización,
desarrollemos nuestros propios
mecanismos de afrontamiento de la situación. Entre ellos destaca tres tipos de
respuestas que se han mostrado eficaces para enfrentarnos a los manipuladores,
incluso en el caso de que tengamos un rango menor que ellos. Estas son:
1.-
Mostrarnos escépticos cuando recibamos mucha atención por parte de un
compañero. Los manipuladores generalmente no enseñan sus rasgos
verdaderos al inicio de una relación. De hecho, con frecuencia se presentan
como nuestros aliados o confidentes, porque nos quieren tener cerca para
detectar cuáles son nuestras debilidades y valorar lo que pueden obtener de
nosotros. Son hábiles para distinguir que profesionales tienen la suficiente
confianza en sí mismos y cuáles necesitan agradar siempre o son fáciles de
avergonzar.
Puede parecer emocionante
cuando un compañero o directivo parece que se interesa por nosotros, pero si
hemos escuchado cosas alarmantes sobre él lo sensato es proceder con cautela.
En particular si sentimos que alguien nos trata como su favorito pero al tiempo
percibimos pequeños detalles hacia nosotros que hacen que nos sintamos mal, nos
deja mal cuando habla con otros o nos presiona para actuar contra nuestros
intereses.
2.-
Estar dispuestos a confrontaciones públicas. En ocasiones, la
única forma de exponer las maniobras de un manipulador es confrontarle en el
momento que se producen. Resulta duro especialmente si nuestro rango es
inferior, pero también hasta personas con más experiencia pueden tener
dificultades para saber cómo reaccionar cuando alguien estar contraviniendo los
estándares normales de comportamiento, incluso cuando son conscientes del daño
que pueden estar produciendo a la organización.
3.-
Rehusar y negarse a mantener secretos o a actuar como intérprete para mantener
comportamientos deshonestos. En lugar de eso ser
directo, firme y mantener nuestra postura. Estos intrigantes nos pueden tratar
como si tuviesen mucha confianza en nosotros, suministrándonos información
sobre loa fallos y debilidades de los demás como si sólo nosotros fuésemos
capaces de tener la perspectiva y discreción para entender qué es lo
importante. Pero no debemos entrar en esa adulación y podemos responder
pidiendo que justifique su intención, por ejemplo preguntando “No estoy seguro
de que he entendido lo que quieres decir?, ¿Por qué me lo cuentas?, ¿Qué me
estás pidiendo que haga?
Si nuestro puesto es de
rango superior al manipulador la actitud más efectiva consiste en comenzar un
plan de acciones correctivas con rapidez, utilizando enfoques como los
mencionados anteriormente y facilitando feedback hasta que abandonen sus
hábitos inapropiados o nos libremos de ellos. Si tenemos menos poder o
influencia estas respuestas nos ayudarán a protegernos y a minimizar el impacto
negativo que estas conductas tienen sobre nosotros y sobre la organización, durante
el tiempo que estemos dispuestos a mantener la situación.
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