Richard E. Clark y Bror Saxberg en hbr.org del pasado 13 de marzo plantean que la motivación, entendida
como el deseo de hacer el trabajo no procrastinando, persistiendo ante las
distracciones e invirtiendo el esfuerzo mental necesario para tener éxito, tiene
un peso del 40% en el éxito de los
proyectos de los equipos, pero que muchos directivos no saben cómo inspirar a
us profesionales desmotivados.
Sus investigaciones sobre
el tema han mostrado que la clave
consiste en que éstos primero identifiquen la razón de la falta de
motivación para posteriormente aplicar la estrategia adecuada. Si se equivocan,
por ejemplo pidiendo al colaborador que se esfuerce más cuando a lo mejor el
problema está en que se siente incapaz de hacerlo, pueden conseguir que la
motivación descienda aún más.
Los autores han
encontrado cuatro razones principales a las que llaman las trampas de la
motivación. Son las siguientes:
1.-
INADECUACIÓN DE VALORES. “NO ME IMPORTA LO SUFICIENTE PARA QUE LO QUIERA HACER”
Cuando una tarea
no conecta con los profesionales o
contribuye a algo que estos valoren no se sentirán motivados para abordarla.
Para intentar solucionar
esta situación Clark y Saxberg proponen que el directivo encuentre qué es
aquello que el colaborador valora e intente conectarlo a la tarea. Con frecuencia
los directivos piensan en aquello que les motiva y asumen que es lo que también
mueve a los demás. Existen distintos tipos de valores a considerar, que se
centran en:
a).- El interés: el atractivo
intelectual de la tarea. En este caso hay que encontrar conexiones entre la
tarea y aquello que el profesional considera interesante intrínsecamente.
b).- La identidad: lo
importante que las habilidades demandadas para la tarea son para la persona. El
directivo debe destacar cómo la tarea implica utilizar capacidades que el
colaborador considera que son parte fundamental de su identidad.
c).- La
importancia: la trascendencia de la tarea. En este caso hay que destacar lo
crucial que es la misma para el logro de la misión del equipo o de la
organización.
d).- La utilidad: se
centra en la medida del coste de alcanzar o evitar la tarea en relación con los
grandes beneficios de conseguirla. El directivo debe encontrar formas de
demostrar cómo el finalizar esa determinada tarea contribuye a las metas del
profesional.
Cuando un colaborador no
valora una tarea o su alineación con sus valores no es aparente el directivo
debe procurar apelar a múltiples tipos de valores confiando en que alguno
resuene en el profesional.
2.-
FALTA DE CONFIANZA: “NO CREO QUE SEA CAPAZ DE HACERLO”
Si un profesional piensa
que no tiene la capacidad de hacer una tarea no se sentirá motivado para
abordarla.
La forma de intentar
solucionar esta situación consiste en procurar aumentar la autoestima y competencia. Existen diversas maneras de
hacerlo:
a).- Recordarles momentos
en el pasado en el que han asumido retos similares.
b).- Ir construyendo su
confianza en sí mismos asignándoles retos progresivamente más difíciles o
dividir la tarea en partes más manejables.
c).- Explicar el esfuerzo
requerido para la tarea y ofrecerles el apoyo necesario.
En ocasiones ocurre que
la falta de motivación se produce por la causa contraria: el profesional se
considera sobrecualificado para la tarea. En estos caso hay que evitar
cuestionar su capacidad y demostrarles que han malinterpretado los
requerimientos de la tarea y convencerles que necesita un enfoque diferente
para evitar que por exceso de confianza cometan errores o subestimen la tarea.
3.-
EMOCIONES DISRUPTIVAS: “ ESTOY DEMASIADO ALTERADO PARA HACER ESTO”
Cuando los profesionales
se encuentran atrapados con emociones negativas tales como ansiedad, ira o
depresión no se encuentran motivados para abordar una tarea.
Para ayudar a los
colaboradores a salir de estas situaciones lo primero que debe hacer el
directivo es hablar con ellos y decirles que quiere entender los motivos por
los que están alterados y resumir lo escuchado pidiendo feedback sobre si han
entendido bien.
No hay que olvidar que la
ira pude estar producida por la creencia de que alguien o algo externo a la
persona quiere hacerle algún daño. Si es lo que experimenta el profesional el
directivo tiene que pedir a éste que intente ver si puede reformular su
creencia para que el “daño externo” sea un producto de la ignorancia o un
accidente y no de una intención y sugerir formas en las que pueda procurar
eliminar la amenaza.
La depresión surge a
veces como resultado de la creencia por parte del profesional de su inadecuación
interna por factores que no pueden controlar. En este caso se puede sugerir a
éste que no es inadecuado y que lo que puede hacer es invertir un mayor
esfuerzo en encontrar estrategias más eficaces y que les vamos a ayudar a hacerlo.
Los colaboradores ansiosos o temerosos con frecuencia responden positivamente
al ofrecimiento de ayuda así como a los recordatorios de que son capaces de
tener éxito con un mayor esfuerzo por su parte.
Si estas sugerencias no
son válida puede ser necesario que el profesional tenga acceso a algún tipo de
counseling externo.
4.-
ERRORES DE ATRIBUCIÓN: “NO SÉ QUÉ VA MAL”
Cuando el profesional no
puede identificar con exactitud la razón de sus problemas con una tarea o
cuando atribuyen estos a razones ajenos a su control no se sentirán motivados
para abordarla.
El directivo, en estos
casos, debe ayudar al profesional a que reflexione sobre cuáles pueden ser las
causas reales de sus problemas con una tarea. Los errores de atribución están
presentes cuando el colaborador parece que está siempre buscando excusas para
no realizar una tarea como ocurre con las bajas frecuentes o cuando se apela a
un exceso de trabajo o se procura que la tarea se asigne a los compañeros.
Ayudar a la identificación de la razón por la que la tarea parece inabordable
puede servir para superar el temor.
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