Tim Irwin en “Extraordinary Influence. How great leaders bring out the best in others”, que estamos comentando, plantea que no podemos pretender transformar a todas las personas con las que entramos en contacto y que en ocasiones necesitamos expresar nuestras críticas de forma directa sin preocuparnos de intentar sacar lo mejor de cada uno.
Pero la pregunta
fundamental consiste en encontrar la fórmula para sin utilizar un feedback
negativo o una crítica lograr persuadir a aquellos que lideramos para que
cambien sus acciones cuando éstas son ineficientes, equivocadas o no están alineadas
con la misión, metas o valores de la organización.
a).- Aspiracional. Transmite
al profesional lo siguiente: “Tienes aspiraciones, esperanzas, sueños y metas
personales que son importantes para ti y que quiero ayudarte a conseguirlas”.
Suele centrarse en los deseos y sueños de los individuos. El
objetivo principal gira alrededor de la creación de una relación entre algo que
la persona aspira a conseguir y el cambio que tiene que hacer para alcanzarlo.
b).- Enfocada en la
misión. Cuando un profesional se desvía y actúa de forma que no apoya la misión
y los objetivos de la organización le informa de sus incongruencias. Incluye la
revisión conjunta por parte del jefe y su colaborador del progreso que se está realizando para
alcanzar las metas previamente pactadas y de las mejoras que puede introducir
en los siguientes meses. El aspecto más importante de una conversación de este
tipo consiste en el establecimiento de una conexión entre el trabajo del profesional y la misión y objetivos que
han acordado ambos previamente que son relevantes.
A la hora de abordar este
tipo de feedback tenemos que:
1.- Recordar que la amígdala cerebral posee un sesgo negativo
siempre presente programado para detectar posibles amenazas, por lo que si
queremos ayudar a alguien a que crezca tenemos que asegurarnos de que se sienta
seguro con la conversación.
2.- No distraernos para
que el receptor del feedback sienta que en todo momento estamos centrados en
él. Debemos preparar bien previamente la conversación y elegir bien el momento,
que sea adecuado para ambas partes ya que una forma de activar la amígdala es
transmitir irritación o impaciencia aunque no tenga nada que ver con la persona
con la que nos estamos encontrando.
3.- Garantizar que el entorno
apoye el feedback y el receptor lo encuentre seguro.
4.- Atribuir motivaciones
positivas al profesional haciéndole ver que pensamos que se preocupa por los
valores y misión de la organización. De esta forma nos podremos centrar en lo
que tienen que hacer la persona y cómo puede cambiar ésta para tener éxito, por
medio, por ejemplo de la siguiente pregunta: “¿Cómo te podemos ayudar a
identificar y solucionar cualquier déficit o problema técnico de conocimiento o
habilidades?”.
5.- Ayudar a detectar
cómo las acciones del profesional pueden crear potenciales barreras a sus
aspiraciones, identificando las
inconsistencias en su comportamiento en relación con sus esperanzas y sueños
personales. Indiscutiblemente el mayor factor motivador para cambiar es aquello
que tiene importancia para nosotros.
6.- Procurar que
cualquier feedback que se facilite tenga como objetivo lograr un beneficio para
el receptor.
7.- Mantener un tono
profesional en la conversación evitando caer en conductas que recuerden a las
ocasiones en que se regaña a un niño.
8.- Discutir y analizar
las acciones sin caer en críticas personales, respetando siempre a la persona.
Investigaciones sobre el
funcionamiento del cerebro ponen de manifiesto que unir este tipo de
feedback a las esperanzas, sueños y aspiraciones de las personas tiene cuatro
beneficios principales:
a).- Activa áreas del
cerebro asociadas a emociones positivas, a la serenidad y a la actitud abierta
ante nuevas ideas.
b).- Activa los circuitos
cerebrales que se ven afectados por la liberación de hormonas como la oxitocina
que juega un importante papel en la confianza y el apego.
c).- Activa las áreas
cerebrales asociadas a sistema nervioso parasimpático que interviene
estimulando el sistema inmunológico, la salud cardiovascular y el equilibrio hormonal.
d).- Fomenta la apertura
hacia nuevas ideas. Por el contrario si señalamos las debilidades de las
personas estamos activando las partes del cerebro asociadas con la respuesta al
estrés.
Otro aspecto fundamental
relacionado con la premisa fundamental del libro de Irwin que se basa en la
creencia de que sacar lo mejor de los demás implica un fuerte compromiso del
líder es el relacionado con el desempeño de los profesionales.
Los problemas de
desempeño surgen por una variedad de razones una vez alguien trabaja en una
organización. Por ejemplo en unos casos pueden presentarse cuando un
profesional es promocionado más allá de su competencia o si varían las
circunstancias personales y afectan el desempeño en el trabajo o si las
exigencias del puesto son superiores a la tolerancia al estrés de la persona.
Los buenos líderes saben
cómo discernir cuándo la persona tiene un problema o es ella el problema. Es importante
para saber si debemos dedicar recursos de la organización para conseguir
alinear al profesional con la misión,
estrategias, metas y cultura de ésta.
La cultura por su
naturaleza es frágil. No podemos olvidar el refrán: “Una manzana podrida pudre
a las demás”. Una persona problemática especialmente en un rol directivo puede
precipitar un fuerte deterioro en la cultura y valores de una organización.
Los miembros de la misma
esperan de sus líderes que tomen decisiones y actúen para eliminar o neutraliza
a estas personas y si no actúan con decisión pueden ver dañada de forma
irreparable su credibilidad. Profesionales serios y valiosos pueden llegar a
abandonar la organización si ven que sus líderes no toman ninguna medida al
respecto.
Irwin recomienda que el
directivo se haga las siguientes preguntas para ayudar a identificar cuando la
persona tiene un problema y cuándo es ella el problema. Son las siguientes:
1.-¿Está realizando la
persona un trabajo con un desempeño excelente? La respuesta debe ser si o no.
2.- ¿Hasta qué punto las
habilidades y temperamento de la persona se adaptan a los requerimientos del
puesto? La respuesta puede ser: Adaptación buena o muy buena, adaptación
adecuada o mala adaptación.
3.- ¿El mal desempeño de
la persona parece que es temporal y circunstancial o más duradero? Por ejemplo
si la persona necesita adquirir
conocimientos técnicos u otras habilidades para tener un buen desempeño en su
trabajo o si existen circunstancias que justifican un empobrecimiento temporal
del desempeño tales como un familiar enfermo dependiente de ella que necesita especial atención o si parece
que la persona trabaja en una situación de tensión permanente o sin sincronía
con el resto del equipo.
4.- ¿Cuál es la
probabilidad de que la persona pueda llegar a tener un buen desempeño en su
trabajo en un tiempo razonable en el futuro? Al responder a esta pregunta
debemos ser especialmente sinceros.
Como respuesta a estas
preguntas podemos encontrarnos fundamentalmente con estas situaciones:
a).- El problema es de
estilo y competencia para realizar un trabajo debido a la falta de
pasión e interés para desempeñar el tipo de tareas que requiere el puesto.
En este caso tenemos una persona con un problema ya que está
desempeñando el trabajo equivocado para sus aptitudes y deseos y el feedback y
coaching para que lo realice mejor no van a ser la solución. Lo más adecuado es
prestar ayuda para que identifique el tipo de trabajo que va más acorde con sus
competencias y redirigirle hacia el mismo, si es posible dentro de la
organización y si no fuera de la misma.
b).- El problema es de
competencia para realizar adecuadamente las tareas pero la persona manifiesta
una gran receptividad hacia el cambio y hacia el coaching y el feedback ( de
alianza está recomendado en estos casos) si se encuentra con el entorno
adecuado. Puede llegar a tener un gran desempeño. En este caso como en el
anterior tenemos una persona con un problema pero que se puede solucionar
dentro de la organización.
c).- El problema es la
persona. Su impacto en la organización puede llegar a ser tan negativo que sobrepase
con mucho cualquier valor que parezca que pueda aportar. En este caso la
capacidad de influencia del líder y de los compañeros es escasa y el líder debe
ser consciente que la compasión que muestre debe estar unida al juicio y al
coraje al tratar con esa persona problemática.
No siempre es fácil
ayudar a una persona a que abandone una organización. Los líderes con
frecuencia quieren creer que los profesionales con un desempeño deficiente
merecen que se les facilite el derecho a crecer y que en las circunstancias
adecuadas renacerán como el ave Fénix hacia su grandeza. La cuestión que se
deben plantear es a qué coste. Una persona problemática con frecuencia genera
el caos en una organización. La cantidad de energía necesaria para abordar las
disrupciones internas generadas por estas personas con frecuencia es
sorprendente. Algunas organizaciones dedican tanto tiempo y energía emocional
tratando de obtener una armonía interna que comprometen seriamente su habilidad
para conseguir sus metas externas y lograr beneficios.
Los daños que se ocasionan a aquellos que tienen que
convivir estrechamente con ellos, los que producen en sus equipos y el efecto
negativo sobre la salud cultural de la organización causado por la persona
problemática exceden las necesidades de desarrollo de un individuo concreto por
lo que en estos casos ayudar a que esa persona abandone la organización es lo
mejor que podemos hacer para sacar los mejor del resto de compañeros.
Los líderes son los
responsables de la salud de la organización y si no ayudan a eliminar a las
personas muy disruptivas y tóxicas, aunque éstas aporten resultados valiosos
para la misma demuestran ser muy cortos de vista. Forzar las oscuras tensiones
e inestabilidades de una persona en otras que están intentando hacer bien su
trabajo puede parecer noble a algunos pero en realidad aniquila el gozo en el
trabajo de los profesionales en contacto con la persona problemática y con
frecuencia esconde la falta de coraje para enfrentarse directamente con la
situación.
El líder en estos caso
debe analizar el índice valor/precio que tiene esa persona para la
organización. Éste compara el valor de las contribuciones del profesional para
la organización y el precio que ésta tiene que pagar por ella, incluyendo las
repercusiones de sus acciones sobre el resto de compañeros. De esta forma puede
justificar una decisión que puede parecer muy dura pero en realidad es necesaria y facilitar que la persona
abandone la organización.
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