Tim Irwin en “Extraordinary Influence. How great leaders bring out the best in others” plantea que para que los líderes consigan que la motivación intrínseca de sus profesionales aflore deben transmitir mensajes que potencien la afirmación y no la negatividad. En la entrada anterior hemos visto lo que el autor llama afirmación táctica y en ésta pasamos a analizar lo que considera influencia estratégica.
Cuando estamos en una
posición de influencia, como líder, consejero, coach, etc, podemos ayudar a que
la otra persona se transforme. De hecho estamos alimentando las regiones del
cerebro que están receptivas para el tipo de afirmación que va a producir la transformación.
Para ello tenemos que llegar al “nucleo “ de esa persona o “persona interior”
que actúa, siente, piensa, tiene deseos, toma decisiones y posee una
identidad. Se manifiesta por una voz a la que los científicos sociales llaman la voz
interior, reflexiva que representa todas las conversaciones que están
ocurriendo en nuestro interior. Algunos expertos creen que el número de
palabras que nos decimos a nosotros mismos cotidianamente excede en mucho el número de
palabras que dirigimos a los demás.
Nuestras creencias residen en este “núcleo” y se forman a través
de diversas maneras, entre las que destacan la autoreflexión, el input de las
personas influyentes en nuestras vidas, compañeros, amigos, celebridades,
lecturas, películas, redes sociales,… Si nos las revisamos cuidadosamente
caemos en el riesgo de adoptar creencias falsas que pueden conducirnos por un
camino destructivo. Hacerlo requiere una introspección disciplinada junto a una
honestidad completa. Para que sea eficaz debemos arrancar y descartar las
creencias falsas antes de que sus raíces crezcan en profundidad, teniendo en
cuenta que cuando cuestionamos creencias defectuosas tenemos una gran capacidad
para racionalizar aquellas que pensamos que nos son de utilidad, dejando que
esas “mentiras racionales” vaguen libremente e influyan en nuestro
comportamiento de forma poco saludable.
El poder, la fama y la
notoriedad nos colocan bajo un gran riesgo de caer en la arrogancia. Estas fuerzas
debilitan las murallas protectoras de nuestro “núcleo” y nos hacen vulnerables
a la adopción de creencias falsas y tóxicas como, por ejemplo: “soy el más
inteligente de la reunión”, “no tengo por qué someterme a las normas que
gobiernan a los demás”, “no tengo por qué responder de mis actos ante los otros”
o “soy irreemplazable para la empresa”.
Las creencias positivas
se forman de la misma manera que las negativas y producen comportamientos
positivos. La autoafirmación (mandarnos mensajes edificantes a nosotros mismos) así
como recibir afirmación de otros cuyas opiniones nos importan constituyen los
medios principales de formar creencias positivas.
Mientras nuestro estilo y
competencia son mucho más visibles a través de nuestras acciones nuestro “núcleo”
es menos observable y accesible pero juega un papel muy impactante si queremos llegar
a ser grandes líderes. Cuando éste es congruente y es integro los demás nos ven
como auténticos, humildes y de fiar, por el contrario si éste está en una situación de conflicto
o comprometido los demás consideran que somos arrogantes, inseguros o que vamos
a nuestro interés.
El autor llama “palabras
de vida” a aquellas que van directamente al núcleo y son un regalo que tienen el
poder de transformarnos, al procurar sacar lo mejor de cada uno. Estas palabras
poderosas hablan de nuestro carácter resaltando especialmente facetas
relacionadas con la integridad, el coraje, la humildad, el buen juicio, la
autenticidad, el autocontrol, la sabiduría, el candor, la resiliencia o la
influencia.
Con frecuencia sentimos
reticencia para expresar “palabras de vida” a aquellos que dirigimos porque
pensamos que, por ejemplo:
a).- Debemos centrarnos exclusivamente en los aspectos del trabajo que tenemos que hacer.
b).- Es algo demasiado
personal y embarazoso.
c).- Puede volverse en
contra nuestra.
d).- Realmente no nos
importan los sentimientos de los demás. Lo único que queremos es que el trabajo
salga.
e).-Nos pueden llamar la
atención desde recursos humanos por decir algo demasiado personal a un
trabajador.
f).- En otras ocasiones no
nos sentimos en las mejores condiciones.
Para transmitirlas con eficacia tenemos que:
Para transmitirlas con eficacia tenemos que:
1.- primero tener un “núcleo”
intacto nosotros. Cuando las expresamos deben venir de nuestro propio “núcleo” y
si éste está mediatizado por la arrogancia o por cualquier otro compromiso no
podremos llegar al de los demás.
2.- Ser auténticos.
Nuestras afirmaciones deben ser sinceras y ciertas.
3.- Procurar que nuestras
palabras sean reflexionadas, utilizando el vocabulario correcto, espontáneas o
planificadas si son profundas y sinceras y deben ser transmitidas en
situaciones en las que el receptor es el centro exclusivo del momento.
Un antiguo proverbio dice
“Las palabras pueden traer vida o muerte”. Aunque seamos fuertes emocionalmente
nuestro espíritu se puede sentirá aplastado
si somos avergonzados o los receptores
de críticas devastadoras u objeto de ridículo por alguien que nos importe como
un jefe o un compañero.
Numerosas investigaciones
destacan los efectos negativos de las críticas en el bienestar de los
receptores. Entre éstos tenemos que:
1.- Actúan sobre la
amígdala, la parte del cerebro donde se encuentra la respuesta “huida-lucha”. Ésta
procesa, también, las emociones positivas
pero posee un sesgo negativo que hace que se ponga en alerta extrema ante
cualquier amenaza percibida, incluyendo el feedback negativo del jefe o de
cualquier otra persona importante.
2.- Funciones cerebrales
superiores se ven afectadas negativamente cuando una persona se siente
despreciada. Durante la crítica nuestros cerebros ven disminuido su acceso a
algunos de los recursos más positivos del mismo, tales como el pensamiento de tipo
más elevado, la autorreflexión, la creatividad, la capacidad de resolución de problemas y la regulación
de estrés. Estos eficaces recursos se cierran en presencia de críticas fuertes.
3.- Similarmente, mientras
recibimos críticas la interconectividad entre pensamientos de mayor nivel, autorreflexión
y regulación de estrés se reduce de forma dramática.
4.- El receptor de las
críticas absorbe las emociones negativas del que critica, durante el tiempo que
está expuesto a los comentarios negativos.
5.- Un liderazgo negativo
o excesivamente crítico hacia los colaboradores ocasiona una productividad
menor, genera actitudes negativas y baja satisfacción en éstos. Una supervisión
llena de abusos conduce a consecuencias extremadamente negativas tales como un
descenso de la creatividad, de la productividad, del compromiso y un incremento
en los niveles de ansiedad y depresión en los profesionales.
6.- El feedback crítico
puede ser percibido como una injusticia en el ambiente de trabajo. Las `personas
muestran su resistencia a los líderes
críticos disminuyendo su productividad y reaccionando con actitudes negativas.
7.- Un feedback que
pretende menospreciar y dañar a los profesionales origina muchos efectos
negativos a niveles mentales y físicos. El estrés crónico puede llegar a causar
problemas de memoria y estar sometido a situaciones abusivas puede originar,
como hemos comentado problemas de salud con los costes económicos que
conllevan.
8.- Cuando los
colaboradores piensan que las críticas no son acertadas y relevantes para ellos
se tornan hostiles y dejan de considerar su validez aunque el feedback les sea
aplicable a ellos.
9.- Un apoyo impredecible
e inconsistente de un supervisor incrementa los resultados negativos en los
trabajadores.
10.- Se produce un efecto
descendente por el que los líderes de
departamento que muestran conductas abusivas generan líderes de equipo que
reproducen sus comportamientos con lo que la productividad se ve afectada
negativamente.
11.- Cuando en la cultura de una organización se utilizan de forma rutinaria las amenazas, las
críticas y los castigos ante los comportamientos que se salen de las normas
establecidas la creatividad disminuye. La conformidad rígida promueve el
pensamiento blanco o negro y la innovación en productos y procesos se pierde.
12.- Cuando un supervisor
o directivo va destruyendo la dimensión interpersonal de los profesionales
consigue que éstos se sientan menos felices en su trabajo, menos comprometidos y
más agresivos.
Como conclusión de todas
estas investigaciones tenemos que:
a).- Ocurre algo con las
críticas que hace que las experimentemos como algo muy negativo a un nivel
primordial. Sea de forma intencionada o no el recipiente de un feedback crítico
interpreta que éste no se refiere tanto a lo que ha hecho sino a lo que es. La falta
de aprobación de una persona a la que consideramos importante nos manda un mensaje
fundamental: no valemos, con lo que nuestra autoestima se resiente y nuestras
mentes reaccionan con una profunda negatividad.
b).- Los líderes críticos
pueden llegar a condicionar aunque sea sin que se lo propongan respuestas de miedo o
de estrés. El temor a un supervisor, por ejemplo, cuando éste muestra un
desagrado crónico hacia un subordinado puede tener efectos a largo plazo y
generalizados, ya que el sentir miedo o desagrado hacia un mal jefe puede
conducir a que toda la organización en su conjunto no nos guste y la
rechacemos.
c).- Aunque un directivo crítico
lo que pretende es mejorar la productividad a través del feedback negativo
ocurre lo contrario si se interpreta como una crítica hacia la persona y no
hacia la acción. Asimismo tenemos que recordar que hay que alabar en público y
corregir en privado.
No hay que olvidar,
tampoco, que la falta de conexiones sociales en el trabajo puede tener efectos
devastadores. El rechazo de la “tribu”
se procesa en nuestras mentes como un dolor físico y puede llegar a ser
sentido como un dolor. La conformidad social no activa zonas cognitivas
importantes en nuestro cerebro sino un “centro de procesamiento emocional”. Esta
región controla la liberación de dopamina que facilita nuestra capacidad de
sentirnos bien con nuestros trabajos, por lo que sentirnos parte de una “tribu”
es muy gratificante y las críticas desenfrenadas pueden hacer que sintamos como
si nos hubiesen expulsado de nuestra tribu.
Un líder negativo, como
hemos comentado, tiene más probabilidades de lograr que los líderes que están a
su cargo se conviertan también en negativos. Existe un riesgo considerable de
que un seguidor perpetúe el estilo directivo de crítica y negatividad cuando su
jefe lo tiene. La negatividad es contagiosa y, por tanto, se extiende entre
aquellos sobre los que tenemos influencia. Las neuronas espejo que tenemos en
el cerebro se “encienden” cuando observamos el comportamiento de otros y
favorecen el que los reproduzcamos.
El reto está en cómo persuadir a aquellos que lideramos para
que cambien y modifiquen conductas cuando
están cometiendo errores, son ineficaces
o no actúan de forma consistente con la misión y valores de la
organización sin utilizar la crítica, aunque la consideremos constructiva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario