Francesca Gino en la
edición correspondiente a noviembre – diciembre de Harvard Business Reviewplantea que si preguntamos a cualquier líder si su organización valora la
colaboración la respuesta va a ser un aplastante sí, pero si la pregunta es si
las estrategias empleadas por la compañía para incrementar la colaboración han
tenido éxito seguramente recibiremos una contestación distinta.
La mayor parte de los
líderes entrevistados por Gino refieren similares sentimientos de frustración
sobre este tema: “Tanto esfuerzo y esperanza empleados y tan pocos resultados”.
Una de las causas por las que esto ocurre es porque los líderes tienen una
visión muy estrecha de la colaboración: la consideran un valor a cultivar y no
una habilidad a enseñar. Las organizaciones han intentado incrementarla a
través de diferentes métodos que van,
por ejemplo, de utilizar oficinas abiertas sin despachos a considerarla como un
objetivo corporativo. Aunque muchos de estos enfoques pueden significar un
progreso, sobre todo por la creación de oportunidades para la colaboración o
por la demostración de un apoyo institucional, todas intentan influir en los
profesionales a través de medios superficiales que no generan colaboración
verdadera.
Lo que se necesita,
según la autora, es un abordaje
psicológico, ya que al analizar las colaboraciones sostenibles en un
variado espectro de organizaciones, lo que ha encontrado es que se
caracterizaban por presentar actitudes mentales comunes:
a).- Un respeto
extendido por las contribuciones de los compañeros.
b).- Una actitud
abierta y favorecedora hacia la experimentación de las ideas de los demás.
c).- Una sensibilidad
marcada hacia el modo en que las acciones personales pueden afectar al trabajo
de los compañeros y al resultado de la misión.
Pero estas actitudes
suelen ser raras y la mayor parte de las personas muestran la mentalidad opuesta
desconfiando de los demás y obsesionándose con sus propio estatus. La tarea de
los líderes, pues, debe ser fomentar una actitud más abierta en sus
colaboradores y neutralizar la tendencia que tenemos a centrarnos en nosotros (
lo que queremos decir y conseguir) en lugar de en lo que podemos aprender de
los demás.
Gino en sus
investigaciones ha encontrado que algunas organizaciones han logrado romper
esta situación y ha identificado 6 técnicas de entrenamiento que favorecen el
que los líderes y sus colaboradores puedan trabajar bien juntos, aprender de
los otros y vencer las barreras
psicológicas que se interponen para evitarlo, ayudando a las personas a
conectar de un modo más completo y consistente, transmitiendo a los
profesionales que existe un momento para escuchar y explorar las ideas de los
demás, un tiempo para expresar las nuestras y otro para criticar y analizar las
ideas para seleccionar aquellas que se deben seguir.
Estas técnicas son:
I.-
ENSEÑAR A LAS PERSONAS A ESCUCHAR Y NO A
HABLAR
El mundo de las
organizaciones valora las buenas presentaciones. Los profesionales dedican
mucho tiempo a pensar cómo causar la impresión correcta, cómo enmarcar sus
argumentos en las discusiones con los jefes, cómo defender sus puntos de vista
en las reuniones y a cómo persuadir o coaccionar a sus subordinados para que
hagan lo que ellos quieren. Esta situación es comprensible considerando la
naturaleza competitiva de los lugares de trabajo, pero tiene un coste. La
investigación realizada por la autora sugiere que con demasiada frecuencia
cuando los demás están hablando estamos preparándonos para hablar en lugar de
escuchando y esta tendencia se agrava al ascender por los niveles corporativos.
Dejamos de escuchar
porque nos sentimos ansiosos de nuestro propio desempeño, por estar convencidos
de que nuestras ideas son mejores que las de los demás o por ambas causas. Como
resultado nos vemos inmersos en conflictos que podrían ser evitados, perdemos
oportunidades de avanzar en las conversaciones, alienamos a las personas que no
han sido escuchadas y disminuimos la efectividad de nuestro equipo.
Por el contrario,
cuando realmente escuchamos, nuestros egos se apaciguan dando espacio para que
todos puedan comprender la situación y a unos y a otros y para centrarse en la
misión.
Podemos mejorar nuestra
capacidad de escucha por medio de las siguientes prácticas:
1.-
Hacer preguntas expansivas
Este es uno de los
comportamientos que los estudios de animación Pixar fomentan. Los profesionales
que acceden a roles directivos deben realizar entre otros cursos uno de 90
minutos de duración sobre el arte de escuchar, que se celebra en una sala de
conferencias decorada con posters de personajes de películas que recuerdan a
los participantes que deben mantener una actitud abierta y curiosa y construir
a partir de las ideas de los demás. En la clase los participantes analizan las
cualidades de personas que conozcan que se destaquen por saber escuchar muy
bien ( como la generosidad para reconocer
los puntos de vista de los demás) y practican la “escucha activa”, lo que
supone suprimir la necesidad de interrumpir o dominar en una conversación o de solucionar los problemas de nuestros
compañeros en lugar de concentrarnos en las implicaciones de sus palabras. En
uno de los ejercicios los participantes deben plantear preguntas abiertas en
lugar de cerradas que pueden liquidar una conversación. Por ejemplo, en lugar
de decir a alguien: “¿Intentaste pedir consejo a otras personas que han
trabajado en proyectos similares?”, preguntar “¿De qué forma has buscado a
otras personas para que ten den consejo?”.
2.-
Centrarnos en escuchar no en nosotros
En otro ejercicio los
coaches reproducen conversaciones para ilustrar las diferencias entre la
escucha activa y la falta de escucha. Uno de ellos puede decir, por ejemplo:
“he estado tan enfermo. Mi agenda está tan llena y tengo un viaje planeado para
ver a mi familia en Europa. Hay tanto que hacer y no sé cómo hacerlo”. En una
interacción en la que falta la escucha el otro coach contestaría “Al menos vas
a Europa” y en una en la que sí existe la respuesta podría ser: “Suena muy
estresante, como si te sintieses culpable por abandonar el trabajo y culpable
si no visitas a tu familia”. Los coaches después piden a los alumnos que
compartan sus reacciones y que practiquen el enfoque más efectivo en parejas.
3.-
Realizar autocomprobaciones
Otro ejemplo de empresa
que se está preocupando por conseguir que sus profesionales colaboren entre sí
es Webasto que en 2016 introdujo dentro de sus programas de formación uno
llamado “Listen like a leader” (escuchar como un líder) que incluye varios
ejercicios muchos de ellos similares a los de Pixar. Además en numerosas
ocasiones durante el desarrollo del curso los participantes deben realizar
autoevaluaciones para analizar y criticar algunas de sus tendencias. Los
alumnos, también, trabajan en pequeños grupos para compartir historias sobre fallos
suyos en la escucha a los demás y para reflexionar sobre las tendencias comunes
que aparecen en dichas historias.
La autocomprobación se
refuerza con otro ejercicio en el que los participantes se emparejan para
realizar varias rondas de role playing
dirigidas a que éstos experimenten lo que significa no ser escuchados. Uno de
los miembros de la pareja debe describir una situación relacionada con su
trabajo al otro mientras a éste se le pide que se muestre distraído en la
primera ronda, que repita como un loro lo que ha dicho el otro en la segunda y
que parafrasee al orador ( replantear el mensaje sin tener en cuenta los
sentimientos o perspectiva del orador) en la tercera. Los participantes
interpretan los dos roles para demostrarles que oír las palabras del otro no es
suficiente sino que tienen que considerar el tono, lenguaje corporal,
emociones, perspectiva y energía empleada en la conversación de los demás. Para
finalizar el ejercicio los alumnos comentan lo que se puede alcanzar con cada
tipo de escucha y cómo se sienten cuando son realmente escuchados.
4.-
Conseguir sentirnos cómodos en los periodos de silencio.
Esto no significa solo
el no hablar sino el transmitir atención y respeto mientras estamos callados,
lo que supone un reto especialmente para aquellos que adoran el sonido de sus
voces y que suelen ser los que no dan la oportunidad a que otros, que no son
como ellos o que necesitan más tiempo para pensar, expresen sus ideas.
II.-
ENTRENAR A LOS PROFESIONALES A PRACTICAR LA EMPATÍA
Mostrarnos receptivos
ante las opiniones de alguien con quien no estamos de acuerdo es complicado,
pero si enfocamos la situación con el deseo de entender nuestras diferencias el
resultado será mejor.
Cuando existe una
verdadera colaboración cada persona asume que todos los demás implicados,
independientemente de su puesto o antecedentes es agradable, se preocupa y está
totalmente comprometido. Este patrón mental ayuda a que los participantes
deseen comprender por qué los demás tienen puntos de vista distintos lo que
permite mantener conversaciones constructivas. Los juicios dan paso a la
curiosidad y las personas llegan a entender que las perspectivas de los demás
pueden ser tan valiosas como las suyas.
Dos enfoques pueden
ayudar a conseguirlo:
1.-
Expandir el pensamiento de los demás
En Pixar, por ejemplo,
un ejercicio llamado liderando de dentro a fuera pide a los participantes que
presenten un reto relevante a sus colaboradores en un proyecto. Sus compañeros
de equipo deben hacer preguntas pero no las deben utilizar para ofrecer sus
propias alternativas. En lugar de eso deben ayudar al que ha presentado el
desafío a que piense en él de forma diferente sin juzgar las percepciones de
éste o su enfoque ni de los otros compañeros que están haciendo preguntas.
Con este enfoque las
ideas consiguen ser consideradas y escuchadas, se generan soluciones creativas
y los miembros del equipo sienten que han sido realmente escuchados.
2.-
Buscar lo no dicho
Es importante prestar
atención para captar aquellos que los demás no están diciendo pero se puede
intuir si nos fijamos en sus expresiones, lenguaje no verbal, tono de voz,
posibles indecisiones, …
Cuando los miembros de
un equipo se centran en transmitir y mostrar empatía en lugar de en compartir
sus opiniones todos se sienten más satisfechos en el curso de la discusión.
Mostrar empatía favorece, también, que los demás quieran preguntarte sobre tus
puntos de vista y la colaboración va surgiendo de forma fluida.
Las dos primeras
técnicas facilitan más espacio a los demás para colaborar adecuadamente pero
también, en ocasiones, se necesita valor para mantener conversaciones difíciles
y para exponer nuestras opiniones con sinceridad. Las tres técnicas siguientes
van dirigidas a conseguirlo.
III.-
HACER QUE LAS PERSONAS SE SIENTAN CÓMODAS ANTE
EL FEEDBACK
Una buena colaboración
implica dar y recibir feedback bien y desde una posición de influencia en lugar
de desde una de autoridad. La autora propone los siguientes métodos para ayudar
a conseguirlo:
1,.
Discutir abiertamente la aversión hacia el feedback
Ésta es común ya que
desde la posición de dar queremos evitar hacer daño a los demás y desde la del
receptor sentimos la tensión entre el
deseo de mejorar y el de ser aceptados tal como somos. La discusión abierta
sobre las reservas y los retos que plantea el feedback puede ayudar a los
participantes a sentirse menos solos.
2.-
Procurar que el feedback sobre el comportamiento de los demás sea directo,
específico y aplicable
En Pixar y en otras
organizaciones se pide a sus profesionales que sigan las siguientes reglas al
dar feedback:
a).- Ser directo en la
forma de dirigirnos a la otra persona.
b).- Identificar el
comportamiento concreto que ha funcionado o no.
c).- Describir el
impacto de esa conducta en nosotros y en el resto de los compañeros.
De esta forma se evita
un problema común: que el feedback sea muy general.
3.-
Dar feedback sobre el feedback
De esta manera
conseguimos mejorar nuestra técnica para futuras ocasiones. Se puede pedir
antes de dar el feedback para evitar posibles errores o una vez ofrecido.
IV.-
ENSEÑAR A LOS PROFESIONALES A DIRIGIR Y A SEGUIR
Se ha prestado gran
atención en la literatura y en la práctica del management a lo que hace que un
líder sea verdaderamente eficaz pero se ha hablado poco de lo que hace que un
seguidor sea bueno y este es un aspecto también muy importante. Por ejemplo en
American Express los profesionales que colaboran mejor , aquellos conocidos por
añadir valor a las interacciones y por resolver problemas de manera que todos
queden mejor, son adeptos a liderar y seguir, lo que la autora llama “flexing”.
“Flexing” requiere
ceder cuando sea necesario el control a los demás por lo que nos resulta
complicado Gino recomienda una serie de ejercicios para lograrlo:
1.-
Incrementar nuestro auto-conocimiento
En algunas de sus
clases la autora pide a sus estudiantes que se valoren en relación con el resto
de compañeros de clase en tres áreas: su capacidad para llevarse bien con los
demás, su habilidad para tomar buenas decisiones y su honestidad y se puntúen
en cada una de ellas del 1 al 100. La mayor parte de ellos tienen una media
superior al 50% siendo lo más frecuente del 70 al 80% lo que demuestra que solemos tener unas
percepciones muy infladas sobre nosotros mismos.
Estas percepciones
excesivamente optimistas son las que van a condicionar el que permitamos que
otros tomen el control o no, por lo que es necesario ser conscientes de
nuestras capacidades para evitar problemas serios.
2.-
Aprender a delegar
Es fundamental, no solo
en el caso de los líderes, sino también es crítico para aquellas personas que
trabajan en colaboración con múltiples expertos o con distintos departamentos.
V.-
HABLAR CON CLARIDAD Y EVITAR LAS ABSTRACCIONES
En el caso de muchas
colaboraciones existen momentos que se pueden dedicar a discusiones
abiertas y otros en los que alguien sea
o no el líder, debe interrumpir la confusión y articular claramente un camino
para seguir adelante. Distintas investigaciones muestran que cuando nos
comunicamos con los demás con frecuencia somos muy abstractos e indirectos.
Nuestras palabras tendrían más peso si fuésemos más concretos y facilitásemos
imágenes vívidas de las metas.
VI.-
ENTRENAR A LOS PROFESIONALES A MANTENER INTERACCIONES GANAR – GANAR
En este tipo de relaciones
las personas deben mostrarse abiertas sobre cuáles son sus intereses personales
y sobre cómo piensan que pueden contribuir para resolver un problema o
situación. Esta transparencia permite que todos los participantes conozcan la
visión de cada uno de lo que supone tener éxito y ganar y a la larga obtener
mejores resultados.
Con un patrón mental
enfocado en ganar – ganar los colaboradores son capaces de encontrar
oportunidades en sus diferencias.
Como conclusión
Francesca Gino recuerda que estas 6 técnicas son complementarias y lo ideal es
que los profesionales aprendan a utilizarlas de forma regular. Es difícil
mantener interacciones ganar – ganar si solo hablamos nosotros, así como es
complicado llegar a conocer los intereses de los demás si no enfocamos nuestras
interacciones con empatía. Y las conversaciones no serán productivas si solo
escuchamos y no ofrecemos nuestro punto de vista. Por tanto el reto está en
encontrar el equilibrio.