Steven G. Rogelberg en “The surprising science of meetings. How you can lead your team to peak performance”,
que estamos comentando, plantea que el potencial de una reunión procede de los
conocimientos, habilidades y aptitudes de las personas que toman parte en la
misma.
Por tanto podíamos pensar
que si el número de participantes se incrementa más recursos y perspectivas se
aportarán para alcanzar los objetivos de la reunión, con lo que aumentaría su
efectividad. Desgraciadamente este no parece ser lo que ocurre como muestran
diversos estudios como por ejemplo los realizados por Marcia Blenko, Michael Mankins y Paul Rogers que encontraron
que si tenemos un grupo formado por siete miembros por cada participante
adicional la eficacia de las decisiones se reduce en un 10% aproximadamente. Otro
estudio publicado recientemente en Group Dynamics; Theory research and practice
examinaba la relación entre el tamaño del equipo y la calidad de la experiencia
grupal: en un análisis de 97 equipos de
trabajo los equipos más grandes se
comprobó que referían experiencias de trabajo peores y un mayor número de
comportamientos nocivos, tales como agresiones interpersonales, conductas
egoístas y mala utilización de recursos que los de menor tamaño.
Otro efecto negativo que
se produce al crecer el tamaño de los asistentes a una reunión es que se
incrementa la probabilidad de que aparezca el fenómeno conocido como de “holgazanería social”. Consiste en la tendencia humana a reducir el esfuerzo y la motivación
cuando trabajamos en una colectividad; es similar al hecho de esconderse entre
la masa. Max Ringelmann, profesor de ingeniería agrícola, descubrió este
fenómeno de forma casual al realizar un experimento utilizando el juego de la
soga. Los voluntarios debían tirar de la soga lo máximo posible pero lo hacían
en grupos de distintos tamaños. La
cuerda estaba atada a un mecanismo para medir la fuerza y el esfuerzo para que
los investigadores supiesen la fuerza con la que tiraban los individuos y los
grupos. Los resultados mostraron que al incrementarse el tamaño del grupo el
desempeño colectivo era sensiblemente inferior de lo que se podía esperar de la
adición simple de desempeños individuales. Los individuos formando parejas
mostraban un desempeño que suponía un 93% de sus capacidades, en tríos
alcanzaban un 85% y en grupos de 8 personas no superaban el 49% de media. Estos
hallazgos se han replicado en una variedad de diferentes contextos lo que
parece demostrar que está claro que nos esforzamos menos cuando sabemos que hay
otros para “tirar”.
Al incrementarse el
número de participantes en una reunión las ineficiencias y problemas en el
proceso de la misma se elevan debido entre otras causas a las dificultades de coordinación,
por lo que la clave está en convocar al número adecuado de personas, ni muchos,
ni pocos. Esto no es sólo bueno para los resultados de la misma sino también
para el profesional ya que investigaciones muestran que cuando una persona
asiste a una reunión que no es relevante para su trabajo su compromiso se va
erosionando.
Definir el tamaño
adecuado comienza por considerar los objetivos de la reunión. Para cada uno de
ellos el líder debe plantearse las siguientes preguntas:
a).- ¿Quién tiene la
información y conocimiento sobre el tema en particular?
b).- ¿Quiénes son las
personas clave para tomar una decisión y los grupos de interés relevantes en el
tema?
c).- ¿Quiénes son las
personas que necesitan la información que va a ser discutida en la reunión?
d).- ¿Quiénes son las
personas que deben implementar cada una de las decisiones o actuar en el tema?
Estas preguntas nos
pueden ayudar a identificar las partes necesarias y relevantes que deben
asistir pero pueden implicar todavía a un número excesivo de personas. Para solucionar
este problema Google, por ejemplo, procura que sus reuniones no superen los diez
participantes o Amazon utiliza lo que llama la “regla de las dos pizzas”: las reuniones no pueden incluir más
personas que las que puedan ser alimentadas por dos pizzas. Otra regla que se
menciona en la literatura sobre el tema es la de 8-18-1800 que sugiere que si
queremos resolver un problema no debemos convocar a más de 8 personas o menos,
si es para realizar un brainstorming puede llegar a 18 y si es de tipo meramente
informativo no importa que asistan 1800
personas o más.
El autor propone 7 o menos
asistentes si se trata de tomar decisiones o resolver problemas que pueden
llegar a 12 si el líder tiene una capacidad extraordinaria para dirigir
reuniones y si queremos generar ideas o fijar agendas el número ideal no debe
superar los 15 individuos.
Las quejas sobre el
exceso de reuniones son habituales en la mayoría de los entornos laborales. Pero
peor que sentir que tenemos que asistir
a un número excesivo de reuniones es el sentimiento de que somos excluidos de
las mismas. No recibir la convocatoria para una reunión cuando creemos que el
contenido nos atañe aunque sea superficialmente nos provoca preocupaciones
sobre una posible marginación, aislamiento e impotencia. Por mucho que nos
duela reconocerlo el ser invitado a una reunión con frecuencia se contempla
como un indicador de nuestra importancia dentro de la organización y nos hace
sentirnos valorados.
Muchos líderes de reuniones
quieren evitar que se produzcan estos sentimientos de exclusión, especialmente
si quieren defender valores organizacionales que reflejen altos niveles de
colaboración, participación e inclusión, por lo que piensan que deben invitar a
muchos profesionales para demostrar que lo están haciendo. Más aún reconocen la
importancia política que rodea a las reuniones invitando a determinadas
personas pensando que es lo políticamente correcto desde un punto de vista
estratégico.
Los líderes, por tanto,
se enfrentan al problema de que son conscientes de que reuniones con muchos
participantes no son óptimas ya que conducen a disfunciones e insatisfacciones,
pero si excluyen a individuos aunque
solo sean tangencialmente relevantes para las mismas pueden crear recelos,
miedos y la posibilidad de “quemar puentes” con esas personas. El desafío se
encuentra en saber cómo se pueden evitar los espectadores en las reuniones sin
generar problemas.
Para incluir solo a
aquellas personas que son fundamentales para una reunión el autor sugiere
emplear alguna de las siguientes técnicas:
I.- Examinar la agenda y
los objetivos y ver si se puede dividir
la reunión, de forma justificada, en dos
más pequeñas en lugar de celebrar una más amplia. De esta forma podremos
controlar el tamaño de cada reunión incluyendo a todos los interesados.
II.- Los límites de la
reunión son porosos lo que permite que unos individuos se incorporen en
determinados momentos y abandonen la reunión en otros. Esta es una opción ideal
para ser muy inclusivos sin sentir el peso de demasiados asistentes. Para que
esta técnica funciones se debe controlar muy bien los tiempos de participación
y ser muy rigurosos en mantener rigurosamente el horario establecido en el
orden del día.
Una variante consiste en
ordenar los puntos en el orden del día de forma que los primeros asuntos a tratar
sean relevantes para un gran número de personas, pero cuando ya se hayan
discutido parte de los asistentes abandonen la reunión permaneciendo sólo los
individuos que tengan relación con el resto de los temas.
Diversas investigaciones
han mostrado que pedir su opinión a los demás aunque no faciliten ninguna
engendra sentimientos de compromiso e inclusión. En esta idea se apoyan las
tres técnicas siguientes:
III.- Recabar ideas y
sugerencias de profesionales antes de la reunión en lugar de requerir su
asistencia. Por ejemplo en el caso de que existan determinados individuos cuyos
conocimientos y experiencia pueden ser relevantes para una reunión en
particular pero que no son de extrema importancia. Si queremos que sientan que
tienen voz podemos de manera formal o informal podemos pedir que nos den sus
opiniones con antelación para luego discutirlas o no en la reunión. Pueden ser
sus ideas sobre los temas a tratar, sus reacciones ante un tema o propuestas de
ideas a abordar en la reunión posterior. En estos casos no se debe requerir una
respuesta ya que la clave se encuentra en la oportunidad de expresar sus ideas.
En el curso de la reunión cuando surja el tema el líder comentará las ideas
recibidas de los profesionales que no han sido convocados para su discusión y
posteriormente comentará a éstos cuál ha sido el resultado de la reunión.
IV.- Recoger
minuciosamente por escrito todo lo que se dice en la reunión y enviarlas a los
asistentes y a los que no lo han hecho pero pueden verse afectados por lo
planteado en la misma. Esta técnica complementa la anterior y es útil, sobre todo, para:
a).- Ayudar a que los
asistentes recuerden todo lo que se ha tratado en la reunión.
b).- Confirmar que lo que
los asistentes han expuesto es lo que se ha entendido y recogido y que no se han
malinterpretado sus intervenciones.
c).- Promover actuaciones
tras la reunión acordadas en la misma.
d).- Facilitar los
sentimientos de inclusión entre los que no han asistido a la reunión. En este caso la invitación a que revisen las
notas sobre la reunión es muy apreciada por los que pueden verse afectados por
lo tratado en la misma pero son considerados grupos de interés secundarios y
evita que se sientan aislados y marginados.
El autor propone la
siguiente guía para redactar las notas:
1.- Incluir los hechos
importantes (quién, qué, cuándo y dónde).
2.- Recoger las
decisiones clave y los planes de acción que se aprueben en la reunión.
3.- Registrar las
preguntas planteadas y sus respuestas, así como las ideas facilitadas por el
equipo.
4.- Centrarse en los
puntos importantes. No incluir los comentarios o información que no beneficien
a alguien.
5.- Considerar la
posibilidad de establecer un turno rotatorio para los responsables de tomar
notas.
6.- Excluir de la toma de
notas al director de la reunión.
7.- Incluir la fecha, la
lista de asistentes y los principales objetivos de la reunión en las notas.
8.- Revisar tras la
reunión inmediatamente las notas tomadas para clarificar errores y comprobar
que no hemos olvidado incluir algo.
9.- Distribuir las notas con
premura mientras la reunión está fresca en las mentes de los asistentes. De esta
forma les recordaremos las tareas que tienen asignadas cada uno tras la misma.
10.- Almacenar las notas
en un lugar accesible ( como por ejemplo Dropbox).
V.- La última técnica que
recomienda Rogelberg para disminuir el tamaño de las reuniones es la que se
conoce como de “las voces representativas”. En ella el líder de la reunión pide
a determinadas personas que representen de forma explícita a un conjunto de miembros
de los grupos de interés, como un rol adicional que el individuo asume. Por
ejemplo, una persona además de su propia perspectiva, representa las voces de
aquellos que trabajan en marketing o ventas. Para poder adoptar este rol se
espera que el que va a representar a otros primero comience por conectar con
los que realizan las funciones antes de la reunión para conocer su opinión, que
les mantenga informados posteriormente y que vaya pidiendo el input que vaya necesitando.
Esta técnica sirve para reducir el número de asistentes a una reunión mientras
se mantienen los sentimientos de inclusión.
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