Joey T. Cheng, Elizabeth R. Tenney,
Don A. Moore y Jennifer M. Logg, en hbr.org del pasado 17 de noviembre ,
plantean que cuando una cultura de arrogancia permea toda una organización sus
profesionales, como ocurrió por ejemplo en el caso de Enron sienten que son
parte de un grupo de élite y que son más listos que todos los demás, con lo que
pueden tomar decisiones muy arriesgadas bajo la ilusión de su propia
invencibilidad.
Los autores han realizado recientemente una investigación para
analizar las razones por las que emergen y arraigan estas culturas de exceso de
confianza y sus hallazgos revelan que el contagio social puede jugar un papel
crucial pero escondido.
Los equipos y las
organizaciones poseen distintas culturas y exhiben valores y normas algunas de
las cuales son producto de la selección de los profesionales y de los
mecanismos de reconocimiento. Por ejemplo este es el caso de las compañías que
ofrecen grandes incentivos a los empleados que muestren un comportamiento muy
competitivo o tomen muchos riesgos, con lo que fomentan los sentimientos de
invencibilidad. Pero otra fuerza igual de importante ( y menos obvia) es el
entorno social de la organización. Los humanos somos seres muy sociales y
aprendemos de los demás, desde el lenguaje y los rituales religiosos hasta
nuestras preferencias alimentarias o valores
morales. Cuando entramos en un entorno social en el que la arrogancia es la
norma tendemos a adquirir este patrón mental.
En su investigación los
autores han encontrado que las personas tendemos a volvernos arrogantes cuando
los que nos rodean expresan un exceso de confianza en sí mismos, con la
consecuencia final de que la cultura y las normas de la compañía terminaran
fomentando esta conducta.
En uno de los 6 estudios realizados
los autores han examinado si este fenómeno de contagio se manifestaba fuera de
los límites de los grupos y han hallado que el exceso de confianza es
contagiosos cuando proviene de un miembro de nuestro propio grupo y no cuando procede
de alguien externo ya que as personas tendemos a adaptarnos selectivamente a
las prácticas, estrategias y creencias de aquellos que son similares y con los
que compartimos una identidad social o la adscripción a un equipo. Por tanto,
los hallazgos sugieren que los profesionales sienten una mayor propensión a que
se les “pegue” la arrogancia de sus supervisores directos o compañeros de
equipo.
Gran cantidad de investigaciones
ponen de manifiesto que los líderes que muestran un exceso de confianza ponen
en situación de riesgo a sus compañías. Pero como parecen mostrar los estudios
de Cheng y colaboradores el caos que pueden originar se extiende más allá de su
temeraria toma de decisiones ya que pueden ser la primera pieza de domino en
caer arrastrando a su empleados que a su vez influyen en sus compañeros. Inspirar una cultura de exceso de confianza de
esta forma es muy peligroso. Una de las lecciones a prender de Enron es que el
éxito de una organización depende de cultivar las normas y clima social
adecuados, que estén enraizadas en la realidad y no en delirios de grandeza.
Comprender el peligro de contar con un grupo de profesionales que muestren un
exceso de optimismo que nos hacen olvidar las cautelas e inhiben nuestra capacidad
de tomar decisiones informadas y correctas nos puede ayudar a identificar las raíces
de las disfunciones y a cultivar un proceso de toma de decisiones más prudente
y diseñar, de esta forma, organizaciones
pujantes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario