Erica Dhawan en “Digital body lenguaje. How to build trust and connection no matter the distance”
decodifica las nuevas señales y signos que han reemplazado al lenguaje corporal
tradicional en un mundo digital.
Ninguno de nosotros
necesitamos un título de especialistas en lingüística para saber que las formas
en las que comunicamos un significado actualmente son más confusas que nunca.
La comunicación contemporánea se apoya en la actualidad, fundamentalmente, en
cómo decimos algo más que en lo que decimos. Este es el lenguaje digital
corporal.
Los correos
electrónicos, las videollamadas o los
mensajes instantáneos son formas visuales de comunicación. Actualmente casi un
70% de las comunicaciones que se establecen entre los equipos son virtuales. Un
profesional suele enviar de media 30 correos y recibe 96. Según el “Journal of
personality and social pshycology” en el 50% de las ocasiones el “tono” del
mensaje es malinterpretado y según el New York Times el 43% de los trabajadores
norteamericanos dedicaban antes de la pandemia algún tiempo a trabajar en
remoto, porcentaje de tiempo que se elevó drásticamente durante la pandemia Covid – 19.
Otro estudio mostraba que el 25% de los participantes referían que socializaban
más frecuentemente on – line que presencialmente. Una encuesta realizada por Pew en 2015
encontró que el 90% de los dueños de móviles los llevan consigo frecuentemente
y un 76% admitía que lo desconectaban rara vez o nunca. Las personas dedicamos
de media casi 116 minutos diariamente a las redes sociales.
Daniel Goleman fue el
primero que popularizó el concepto de inteligencia emocional en la década de
los 90 del siglo pasado. Ésta se refiere a nuestra capacidad para leer las
señales que envían otras personas y a nuestra habilidad para responder adecuadamente
mientras somos capaces de entender y apreciar el mundo desde otras
perspectivas.
En la actualidad inteligencia emocional y empatía son dos conceptos de moda que están en todas partes. Los líderes nos han vendido la idea de que ver las situaciones claramente desde otras perspectivas puede transformar los estilos de liderazgo, las culturas organizacionales y las estrategias de negocio. La empatía, parece ser que, fomenta la moral, promueve la innovación, moviliza el compromiso y la retención e incrementa los beneficios. Todos podemos estar de acuerdo en que necesitamos más empatía en el mundo.
Pero, pesar de todo nos encontramos ante una crisis
de malentendidos en el trabajo, en parte porque leer las emociones en el
entorno laboral digital actual es complicado. Cuando surgió el concepto de
inteligencia emocional la era digital se encontraba en su infancia, mientras
ahora muchas organizaciones y comunidades existen exclusivamente detrás de una
pantalla. Por tanto la forma en que establecemos contactos se ha modificado t
consecuentemente la manera que interactuamos y trabajamos con nuestros
compañeros, clientes, comunidades o audiencias.
La pérdida de las
señales corporales no verbales es una de las causas menos consideradas del
sentimiento que experimentan frecuentemente los trabajadores de falta de compromiso y de
desvinculación. Esto ocurre no porque las personas no quieran mostrar empatía sino
porque con las herramientas actuales no saben cómo hacerlo.
La mayor parte de los
entornos laborales actualmente minimizan las condiciones necesarias para
promover una comunicación clara, lo que conduce a la falta de confianza
generalizada, al resentimiento y a la frustración. Existe una mayor distancia
física entre los equipos y menos interacciones cara a cara, con lo que se
presentan pocas oportunidades de leer el lenguaje corporal. Además, cada pocos
meses las cosas parecen ir con más rapidez lo que no nos deja más opción que
irnos adaptando a la nueva normalidad. Nos volvemos más inconscientes,
aceptamos mejor las interrupciones y distracciones y nos mostramos más
indiferentes ante las necesidades y emociones de los compañeros de trabajo. Esta
desconexión digital nos lleva a malinterpretar, desechar o ignorar señales y
pistas lo que crea nuevas oleadas de disfunción en las organizaciones.
Esto ocurre en parte
porque como hemos comentado, las señales no verbales representan el 60 – 80 %
de la comunicación cara a cara. El antropólogo Edward T. Hall llama a estas
señales, como por ejemplo: postura, proximidad, sonrisas, pausas, bostezos, tono,
expresiones faciales, contacto visual, gestos con las manos y volumen, el “lenguaje
silencioso”.
Al no poder contar con
él nuestra capacidad de comunicar se ve comprometida. Si recordamos como un
apretón de manos tras un trabajo bien hecho nos hacía sentirnos valorados,
vemos como en la actualidad cuando los miembros de los equipos trabajan en
distintos departamentos, oficinas y países un apretón de manos resulta casi
imposible. También tenemos que si una persona está cerca de nosotros y nos hace
una pregunta le respondemos inmediatamente y sabemos cuándo una conversación ha
llegado a su conclusión natural, pero no
sentimos esa obligación a la hora de
contestar a los correos, con lo que si a un requerimiento urgente lo
respondemos cinco horas tarde normalmente dejaremos a quién lo ha hecho
sintiéndose ignorado y resentido.
Las pantallas han hecho
que alteremos nuestro lenguaje corporal tradicional. Cuando echamos un vistazo a
nuestros móviles o mandamos correos durante
reuniones de trabajo, por ejemplo, tendemos desconectarnos de lo que nos rodea
y podemos procurar terminar demasiado pronto una reunión, no percibimos las
expresiones fáciles, sonrisas o interés de nuestros compañeros.
La tecnología, asimismo,
nos ayuda a crear máscaras. Hoy todos tenemos la opción de esconder lo que
realmente sentimos y pensamos. Escoger enviar un correo o un mensaje puede
enmascarar sentimientos molestos pero también puede generar gran cantidad de
malinterpretaciones y ambigüedades. Para las personas que quieren mantener sus
pensamientos y sentimientos camuflados las pantallas son muy útiles.
La autora, ante esta
situación, sugiere que, para poder mantenernos auténticos y conectados aunque
exista una pantalla entre las personas, debemos comprender las señales que
estamos emitiendo con nuestro lenguaje corporal digital para poder gestionarlas
y crear mensajes claros y precisos.
Algunos ejemplos de
cómo el lenguaje corporal tradicional se puede trasladar al lenguaje digital
corporal son los siguientes:
LENGUAJE
CORPORAL TRADICIONAL |
LENGUAJE
CORPORAL DIGITAL |
La
cabeza se inclina hacia un lado lo que implica que la persona está escuchando
atentamente. |
Enviar
un comentario detallado verbalmente o en la bandeja de chats durante una
vídeo llamada cuando alguien expresa una idea, en lugar de decir solo “estoy
de acuerdo”. |
Acariciamos
nuestra barbilla o hacemos una pausa de unos pocos segundos para señalar que
estamos pensando en lo que se acaba de decir. |
Dedicar
unos pocos minutos extra antes de responder a un texto mostrando respeto por
lo que está escrito en el mismo. Escribir una respuesta larga y detallada a
un correo que muestre reflexión. Hacer
una pausa durante una llamada para absorber lo que se ha dicho en lugar de
responder de manera instantánea con lo primero que se nos ocurre. |
Sonreímos,
lo que es contagioso y nuestra sonrisa ilumina las zonas del cerebro ligadas
a la felicidad. Esta es la razón por la que las personas a las que sonreímos tienden
a devolvernos la sonrisa y a sentir una mayor conexión con nosotros. |
Utilizar
signos de exclamación y emoticones, pero sin excedernos. Finalizar
un correo por ejemplo deseando un feliz fin de semana. Reír
durante una reunión por vídeo. |
Asentimos
con la cabeza de forma que parecemos más interesados y accesibles. |
Responder
con rapidez a un mensaje mostrando interés al hacerlo añadiendo comentarios sustanciales. |
Para poder comprender
el nuevo ideal de comunicación tenemos que conocer las 4 leyes del lenguaje corporal digital:
1.-
VALORAR VISIBLEMENTE
La primera ley se basa
en el hecho de que las señales que tradicionalmente utilizamos para demostrar
nuestra apreciación de los demás como una sonrisa, un apretón de manos o una
nota escrita a mano de agradecimiento, o son invisibles en la comunicación
digital o requieren mucho esfuerzo o tiempo para su implementación.
Valorar visiblemente
significa que somos sensibles ante las necesidades de los demás o ante sus
agendas, que somos conscientes de que leer los correos que recibimos con
detenimiento y atención es el nuevo arte de escuchar, reconocer la incomodidad
de los otros sin tener la necesidad de arreglarla y resolverla, sino
limitándonos a estar allí, sin prisas.
Inevitablemente valorar
visiblemente conduce a mayores niveles de respeto y confianza. Siendo el
respeto el hecho de que los demás se sientan apropiadamente valorados,
incluidos y reconocidos. Implica revisar nuestros emails antes de enviarlos, no demorar mucho la
contestación de los correos recibidos, no cancelar reuniones en el último
minuto y escuchar cuando los demás hablan en una videoconferencia.
Valorar visiblemente
también implica reconocer que soluciones que pueden funcionar en un determinado
contexto pueden no hacerlo en otros y dedicar el tiempo y el esfuerzo para
comunicar el equivalente de una sonrisa o un agradecimiento a través de canales
digitales.
2.-
COMUNICAR CUIDADOSAMENTE
Esta ley se refiere al
esfuerzo continuo que hay que realizar para
minimizar los riesgos de malentendidos y malas interpretaciones al ser lo más
claros posible con nuestras palabras y lenguaje digital corporal.
Comunicamos
cuidadosamente cuando establecemos expectativas y normas claras sobre los
canales que utilizamos, sobre lo que incluimos en nuestros mensajes y sobre
quién forma parte de nuestra lista de
destinatarios.
Al hacerlo ayudamos
a eliminar la confusión ya que, también,
implica que los equipos y profesionales se mantienen adecuadamente informados y
que se realiza un seguimiento permanente para apoyar sus esfuerzos, evitando
duplicidades.
3.-
COLABORAR CON SEGURIDAD
La tercera ley se
centra en garantizar la libertad para tomar riesgos conscientes con la
confianza en que los demás van a apoyar la decisión.
Implica gestionar los
miedos, incertidumbres y preocupaciones que caracterizan a los actuales
entornos laborales y entender que cuando las situaciones se complican los
empleados están allí para apoyarse y trabajar juntos para evitar fracasos.
Supone, también, priorizar la reflexión para reducir el pensamiento grupal, por
ejemplo designando a un miembro del equipo que trabaje en remoto moderar una
reunión presencial para crear un sentimiento de inclusión, reduciendo, al
tiempo, los prejuicios que podemos tener en relación con los miembros de los
equipos que están físicamente presentes en el lugar de la reunión o utilizar el
chat virtual en una reunión por vídeo para recoger las opiniones de los
miembros de los equipos en lugar de escuchar primero a los que manifiestan sus
ideas con voz más alta y están de acuerdo unos con otros.
4.-
CONFIAR COMPLETAMENTE
Esta última ley se
cumple solo cuando las otras tres se han implementado ya que implica que
existen unos niveles muy elevados de fe en la organización y, por tanto, los
profesionales dicen la verdad, mantienen su palabra y son fieles a sus
compromisos. Significa que existe una cultura
abierta de equipos donde todos saben que son escuchados y pueden pedir ayuda a los compañeros.
Cuando creamos
seguridad psicológica en los equipos se prioriza cualquier cosa que implica
apoyo y cualquier cosa que lo impida se aborda y corrige.
Confiar plenamente no
significa que esta confianza incondicional se aplique a todos, especialmente a
personas con las que hemos tenido experiencias negativas o no resueltas en el
pasado. Si implica, en cambio , que todos se sienten seguros de decir lo que
piensan, de introducir perspectivas controvertidas o de manifestar que algo no
funciona para ellos sin temer que con ello se están creando nuevos enemigos.
Dhawan recomienda que
si queremos comunicar:
CONFIANZA |
COMPROMISO Y
ATENCIÓN |
ENTUSIASMO |
URGENCIA |
Lenguaje corporal
tradicional: Mantener
las palmas de las manos abiertas, no cruzar las manos ni las piernas, sonreír
y asentir con la cabeza |
Lenguaje corporal
tradicional: Inclinar
el cuerpo mientras la otra persona está hablando, descruzar los brazos y
piernas, sonreír y asentir, establecer contacto visual directo |
Lenguaje corporal
tradicional: Hablar
rápidamente, elevar la voz, expresar nuestro entusiasmo físicamente
moviéndonos o tecleando con nuestros
dedos en la mesa. |
Lenguaje corporal
tradicional: Elevar
la voz, hablar con rapidez, realizar gestos exagerados. |
Lenguaje corporal
digital: Utilizar
lenguaje directo y claro, finalizar los correos con un gesto amistoso (dime
si necesitas algo más o espero que esto te ayude, por ejemplo), imitar el uso
de emoticones o de puntuación informal
del remitente. |
Lenguaje corporal
digital: Responder
a tiempo, enviar mensajes que contesten a todas las preguntas o afirmaciones
de mensajes previos, mandar un simple: recibido si el mensaje no requiere una respuesta más
larga, utilizar emoticones positivos. |
Lenguaje corporal
digital: Utilizar
signos de exclamación, priorizar los tiempos de respuesta rápidos, mandar
muchos mensajes a la vez sin esperar respuestas, usar emoticones positivos. |
Lenguaje corporal
digital: Utilizar
lenguaje directo y frases que terminen con muchos signos de exclamación, optar
por una llamada o una reunión en lugar
de un mensaje digital, saltar las introducciones, emplear lenguaje formal,
mandar el mismo mensaje simultáneamente por múltiples canales. |
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