Manfred Kets de Vries
en INSEAD Knowledge del pasado 20 de diciembre plantea que el fomento del pensamiento
independiente puede ayudarnos a superar peligrosos comportamientos de rebaño y
al pensamiento grupal.
Todos hemos vivido
situaciones en las que resulta más sencillo seguir a la masa que ir contra
ella. Cambiamos nuestra forma de pensar y sucumbimos a la presión del grupo
solo con que nos digan que la mayor parte de las personas piensan de una forma
determinada en relación con un tema. Al internalizar inconscientemente las
opiniones, sentimientos y estados de ánimo de los demás podemos terminar
pensando que sus ideas son las nuestras.
Aunque valoramos
nuestra individualidad y nos gusta imaginar que controlamos nuestras vidas,
estamos programados para imitar a los demás y a seguir al rebaño. Y, cuando
surgen situaciones de crisis estamos mucho más dispuestos a aceptar las
sugerencias de otras personas, sin mostrarnos críticos. Lo preocupante es que
nuestra mente mantiene la ilusión de que lo que hacemos está basado en nuestro
juicio independiente.
La mentalidad de rebaño
se encuentra en todas partes desde el sector financiero hasta los estallidos de
violencia de las masas, movimientos religiosos o políticos, eventos deportivos,
etc. En cada una de estas situaciones los individuos adoptan opiniones
basándose en lo que otras personas dicen, sin considerar las evidencias.
Muchas situaciones
amenazantes, reales o imaginarias, pueden provocar este comportamiento. Son
circunstancias no solo de riesgo físico, sino también ocasionadas por el temor
a ser considerados diferentes, dubitativos o los “raros”. Por ejemplo, las
personas pueden tomar decisiones irracionales o no óptimas y comportarse como
un rebaño cuando desean encajar, lo que puede ocasionar pensamiento grupal.
Sin el instinto de
rebaño nuestros antepasados no se habrían unido para luchar contra los animales
salvajes o no se habrían ayudado para recolectar comida. Aunque existen muchos
beneficios derivados de vivir y trabajar de forma cooperativa en grupos, el
comportamiento de rebaño puede hacernos muy susceptibles ante la manipulación.
Este es el caso particular, por ejemplo, en el contexto del liderazgo, de los
líderes neo-autoritarios que explotan la mentalidad de rebaño para lograr el
poder.
El lado oscuro de esta
conducta se manifiesta cuando el juicio individual y los proceso de formación
de opiniones se cierran. Esencialmente tiene lugar un proceso de contagio
social, lo que implica que surge la tendencia a automáticamente imitar y
sincronizar las expresiones, palabras, posturas y movimientos con otras
personas lo que contribuye a la convergencia en los comportamientos.
Solo se necesitan un 5%
de lo que los científicos llaman “individuos informados” para influir en la
dirección de una masa de personas, movilizando al 95% a que les sigan sin que
sean conscientes de ello.
Esta programación de “rebaño”
en nuestras mentes explica por qué personas sanas y sensibles pueden llegar a
rechazar el sentido común, por lo que no
nos debe sorprender que en momentos de incertidumbre miremos hacia los líderes
que muestran fortaleza para que guíen nuestro comportamiento.
De Vries recomienda
para no caer en esta mentalidad que:
1.-
Identifiquemos e indaguemos sobre nuestras creencias personales.
Fomentar la reflexión y el pensamiento independiente puede reducir el riesgo de
caer en comportamientos de rebaño. Necesitamos hacer preguntas, considerar
nuestras opciones y educarnos para poder tomar decisiones bien informadas,
aunque signifique correr el riesgo de parecer ingenuos.
Sólo por el hecho de
que los demás estén tomando una decisión rápida no quiere decir que ésta sea acertada.
Siempre va a ser la opción más cómoda el seguir al rebaño en lugar de realizar
juicios independientes. Por tanto, al hacer una elección debemos examinar
nuestros prejuicios y cuestionar sus fuentes.
2.-Evaluemos
y justifiquemos nuestras opciones. Aceptar la necesidad
de justificar nuestras opciones hará que nuestra tendencia ciega a imitar a
otras personas sea menor y a analizar las ideas antes de adoptarlas. Es tarea
nuestra el evaluar nuestras creencias personales cuando contradicen lo que los
demás están haciendo. Debemos dar la bienvenida a opiniones diferentes, pero al
mismo tiempo intentar comprender las razones por las que son tan diferentes,
Independientemente de
la postura que adoptemos siempre existirá una gran presión ( consciente o
inconsciente) para pertenecer a un grupo y será difícil oponerse a la opinión
de la mayoría. Siempre tendremos que luchar con la creencia, por muy irracional
que sea, de que un gran número de personas no pueden estar equivocadas.
Es nuestro desafío oponernos
a esta idea. No debemos asumir nunca que algo es correcto porque la mayoría de
las personas están de acuerdo con ello y si debemos preguntarnos si las
opciones que elegimos son realmente las nuestras o si hemos caído en un patrón
de rebaño.
3.-
Reflexionemos y demoremos la acción. Tenemos que ser
conscientes, también, de hasta qué grado el estrés está afectando nuestra
capacidad de toma de decisiones. Una
toma de decisiones reflexiva es fundamental cuando sentimos la presión de tener
que actuar con rapidez. Es aconsejable que demoremos el actuar hasta que
hayamos valorado la situación y seamos plenamente conscientes de lo que está
ocurriendo.
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