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miércoles, 21 de junio de 2023

CÓMO VENCER LA IRA: 5 SECRETOS

 


Eric Barker en su blog “Barking up the wrong tree” plantea que la indignación, la ira o el enfado son reacciones normales y naturales, aunque esto no implique que sean la mejor opción y la indignación crónica puede suponer un riesgo para nuestra salud. Puede no tener un buen propósito pero si tienen consecuencias y si se nos va de las manos puede destruir relaciones.

Debemos aprender a apaciguar la ira, preferentemente antes de que aparezca, y para ello debemos comprenderla, porque normalmente es resultado de nuestros pensamientos y creencias, cosas que normalmente están bajo nuestro control. Para hacerlo el autor recomienda la terapia conductual cognitiva y como guía “The cognitive behavioral workbook foranger” de William J. Knaus. Sus sugerencias son las siguientes:

1.- IDEAS BÁSICAS

Dar rienda suelta a la ira no funciona. Dormir suficientemente y comer bien y actuar de forma proactiva para estar preparados cuando pensamos que algo nos va a sacar de nuestras casillas puede servir de ayuda. Respiración profunda, relajación muscular y estar distraídos nos ayudan a volver a una situación más serena.

Lo más importante que podemos hacer cuando notemos que la ira está creciendo dentro de nosotros es ser conscientes de la situación y hacer una pausa.

2.- RECOSTARNOS

Es lo más cercano a una píldora mágica. Recostarnos formando un ángulo de 30 grados durante cinco minutos,  puede reducir el número de pensamientos nocivos que podemos tener.

También resulta de utilidad reconocer que estamos enfadados ya que vamos a pasar de la parte emocional y caótica de nuestro cerebro al nombrar los sentimientos a la parte pensante del mismo.

3.- COMPROBAR NUESTRAS PRESUNCIONES

Antes de que la ira crezca sin control es una buena idea de que nos aseguremos de que está justificada. No tolerar bien a los tontos puede ser una característica muy respetable pero tiende a molestar mucho a los tontos. Por eso es importante que nos aseguremos que tenemos razón antes de empezar a considerar que nos podemos enfadar.

Si analizamos las presunciones que estamos haciendo pueden ser, por ejemplo: “es su culpa”, “lo hicieron a propósito”, “no deberían haber hecho esto”, podríamos preguntarnos si son ciertas realmente, porque en caso de que no lo sean los que estaremos haciendo el ridículo seremos nosotros. Debemos recordar que el objetivo no es enfadarnos, aunque puede que tengamos que hacer algo, pero esa indignación posiblemente solo va a agravar una situación ya estresante.

4.- CUESTIONAR NUESTRAS CREENCIAS IRRACIONALES

La mayor parte del tiempo nuestras emociones proceden de nuestras creencias sobre una situación, no por los hechos en sí mismos. Por ejemplo alguien actúa como un tonto y pensamos que nadie debe actuar de una forma que no nos gusta y nos enfadamos con esa persona. Pero, podemos encontrar la creencia irracional que subyace en nuestro enfado (  “la vida tiene que ser exactamente como yo quiero que sea”) y cambiarla por una preferencia (“ preferiría que las personas sean siempre agradables, pero eso no es razonable, por lo que podría darle una segunda oportunidad”) y así nos sentiremos menos frustrados.

Si cambiamos nuestras expectativas estaremos cambiando nuestras reacciones. La clave está en la aceptación, pero ésta no tiene que ser pasiva. Si nos tratan mal no tenemos que ceder, hay que  luchar por lo que es justo y correcto pero sin sorprendernos si nos resulta difícil y requiere esfuerzo.

Si dedicamos unos segundos a ser honestos con nosotros mismos cuando estamos enfadados con frecuencia encontraremos tres creencias detrás de nuestro pensamiento: “ debo alcanzar la perfección o seré una persona horrible y fracasada”, “los demás deben tratarme como yo quiero o si no son horribles y merecen un castigo” y “ la vida tienen que ser justa y sencilla, si no es intolerable”. Todas tienen en común que no son realistas e implican que tenemos control sobre las cosas. Tendríamos que cambiar todos los derivados de los verbos deber por los de preferir, querer o gustar

5.- REEVALUAR

Debemos encontrar una interpretación  más caritativa de lo que está pasando, el enfado limita nuestro pensamiento, lo que mantiene la indignación. Por tanto, necesitamos ampliar nuestro pensamiento un poco y buscar una nueva perspectiva que reemplace a la antigua que ya hemos visto que es errónea al analizar nuestras creencias irracionales. Necesitamos explorar alternativas. Pensar, por ejemplo: “Esto no es una bronca, sino una oportunidad para practicar mis técnicas de gestión de la ira”.

Los semantistas D. David Bourland y Paul Johnston han encontrado que el que no nos gusten determinadas acciones ocasiona menor nivel de ira que el que no nos gusten determinadas personas. Por ejemplo decir a alguien que no nos gustan sus acciones tiene menos posibilidades de ser el origen de una pelea que decirle que pensamos que es idiota.

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