Mark Mortensen en
INSEAD Knowledge del pasado 26 de septiembre propone un marco para ayudar a los
líderes a enfocar el problema del trabajo en remoto de forma más holística y
eficaz.
Las discusiones sobre
el trabajo en remoto se están tornando más conflictivas ya que muchos
trabajadores desean continuar trabajando así, mientras insisten en que las preocupaciones
de los líderes en relación con su productividad no tienen fundamento. Pero muchos
ejecutivos de alto nivel han manifestado su oposición como es el caso del CEO
de Morgan Stanley, James Gorman que ha declarado que trabajar en remoto no es
una elección de los trabajadores o Elon Musk que mantiene que trabajar desde
casa es “moralmente incorrecto”. Esta polarización de posturas está
dificultando el poder llegar a acuerdos entre ambas partes.
Mortensen recomienda
mantener diálogos que sean equilibrados y que permitan comprender las
necesidades de todas las partes, con el objetivo de encontrar la solución más
óptima para ambas, en lugar de buscar ganar. Para ello nos podemos centrar en
las cinco preguntas clave: ¿Por qué?, ¿Qué?, ¿Quién?, ¿Dónde ¿ y ¿Cuándo?
El punto de comienzo de
cualquier discusión productiva consiste en la alineación sobre el “por qué” el
trabajo flexible es cuestión de discusión. Para algunos puede ser por razones
de incremento o mantenimiento de la productividad y para otros, por ejemplo,
puede tener que ver con la retención o atracción de talento, la promoción y
mantenimiento de relaciones o el fortalecimiento de los lazos sociales.
Luego es importante
aclarar el “qué” definiendo los factores conductores. Por ejemplo, el desempeño
se puede considerar como el beneficio o el coste del trabajo en remoto. Esto es
porque rara vez estamos de acuerdo en la definición, en primer lugar, si, por
ejemplo nos estamos refiriendo a eficiencia, calidad o la cantidad de trabajo
generado.
Posteriormente debemos considerar
el “dónde”: el lugar de la organización en la que estamos evaluando el trabajo
en remoto. Cada organización es diferente y existen miles de caminos para
conseguir realizar distintos tipos de trabajo, por lo que tener en cuenta éstos
puede marcar los límites para las discusiones sobre política a seguir.
Los líderes y empleados
suelen tener dificultades al pensar en el “cuándo”. Ciertos beneficios
facilitados a los empleados pueden tener
beneficios a corto plazo, pero costes a largo plazo. Por ejemplo, conceder un
día adicional de flexibilidad puede tener el beneficio a corto de eliminar un
desplazamiento pero llevar a largo plazo a la pérdida de posibilidad de
mentorías cuando las agendas no puedan alinearse.
La raíz de la mayor
parte de las discrepancias está en el “quién”- Las políticas laborales afectan
a las personas de forma diferente y es importante considerar los efectos
individuales y colectivos. Una política que permita trabajar desde casa según
los deseos de los empleados puede beneficiar el equilibrio vida laboral
personal de los trabajadores pero dificultar la creación de un sentimiento de
cultura común.
Aclarar estas preguntas
puede ayudar a los líderes a pensar mejor en qué intereses o resultados están
priorizando al establecer las políticas de trabajo en remoto, Una vez
consideradas estas preguntas el paso crítico consiste en mantener la claridad
al asegurar que ambas partes las evalúan mediante un proceso estructurado y
objetivo de acuerdo con el siguiente marco:
1.-
Aceptar la responsabilidad mutua en los acuerdos
El diálogo no puede
tener éxito si ambas partes no aceptan su responsabilidad conjunta sobre el
acuerdo, incluyendo la responsabilidad sobre cualquier error que pueda
producirse en el camino. El propósito de la conversación es aprender y
conseguir mejores resultados.
Los líderes también
deben reconocer que el campo de juego puede no ser equilibrado, ya que se
pueden llegar a enfrentar al poder de la acción colectiva en forma de huelgas o
paros. Por tanto no es el momento de que se muestren arrogantes y demostrar
vulnerabilidad al reconocer que todos están haciendo las cosas lo mejor que
pueden para definir un camino a través de un terreno poco familiar es un
poderosos primer paso.
2.-
Establecer las expectativas y las reglas básicas
La psicología ofrece dos
herramientas poderosas para mejorar los resultados de las discusiones y
considerar las necesidades de los implicados. Éstas son la seguridad
psicológica y el patrón mental de crecimiento. Los empleados deben saber que no
van a existir represalias por manifestar sus opiniones y los líderes deben
poder hablar sinceramente sobre las presiones a las que están sometidos a nivel
organizacional. Esto permite que todos se impliquen para trabajar juntos hacia
una solución más óptima.
Resulta, también, clave
reconocer que las compañías operan en entornos permanentemente cambiantes y que
las políticas pueden tener que cambiar, no teniendo que ser considerados estos
cambios como fracasos sino como pasos importantes en un proceso de aprendizaje
(el núcleo de un patrón mental de crecimiento).
3.-
Eliminar el lenguaje negro y blanco
Un lenguaje negro –
blanco excesivamente simplista puede dificultar conversaciones productivas
sobre acuerdos laborales. Por ejemplo decir que el trabajo en remoto mata la
creatividad puede ser cierto en parte pero esta afirmación va a facilitar que
se enroquen las posiciones y el diálogo no avance.
4.-
Hablar
Espacio y tiempo son
necesarios para mantener discusiones significativas, pero aunque parece lo más
sencillo en muchas ocasiones reservar tiempo para mantener conversaciones es el
paso más duro del proceso. Formalizar estas discusiones para concederles
legitimidad y reservar tiempo en las agendas individuales para poder
mantenerlas es crucial.
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