Céline Schillinger, en “Dare to un-lead. The art of
relational leadership in a fragmented world”, plantea que observa que en la
actualidad existe una necesidad global de adaptar los modelos tradicionales de
liderazgo a otros que nos impulsen hacia el futuro con nuevas prácticas
colectivas de trabajo que respeten a las personas y promuevan el crecimiento
económico.
Desgraciadamente muchas
de las prácticas de liderazgo dominantes que se siguen utilizando ahora en el
mundo son herederas de la teoría de la gestión científica del trabajo y de sus
derivados. Pero, al acelerarse el ritmo de la globalización y de la tecnología,
así como nuestros valores y normas sociales, especialmente las relacionadas con
las jerarquías tradicionales y la autoridad que van evolucionando, el mundo de las
organizaciones tiene que actualizarse. Un nuevo modelo de liderazgo va a ser
necesario para ponerse al frente de los
cambios, si se quiere que éstos sean sostenibles y tengan un impacto positivo
en la sociedad.
La autora cree que este
nuevo modelo es posible si se apoya en tres
valores universales, que facilitan el camino para reinventar el liderazgo.
Éstos son:
1.-
LIBERTAD
La libertad actúa como
un acelerante en lugar de como un obstáculo en el funcionamiento de las
organizaciones. Permite que las personas puedan ejercitar su juicio, escapar de
los inconvenientes de la arbitrariedad y desarrollar sus agendas. La libertad
colectiva comienza con la emancipación del individuo, una experiencia
transformadora que sufre cualquiera que aspira a un cambio. Para extender la
libertad se necesita un tipo de
liderazgo distinto del tradicional, que aporte nuevos y en ocasiones
contradictorios principios a las prácticas directivas.
2.-
IGUALDAD
Las desigualdades en el
estatus y en el acceso a la información, así como las relaciones de dominancia
y obediencia se han convertido en obstáculos para el desempeño de las
organizaciones. Una apariencia de igualdad no puede enmascarar las dificultades
a las que se enfrentan las organizaciones ante la diversidad de sus
profesionales. Pero existe una magnífica oportunidad delante de nosotros en
forma de redes y de la tecnología y relaciones humanas que las permiten. Las
redes como principios de diseño organizacionales permiten muchas formas de
trabajo colectivo, reemplazando la dominación con el liderazgo colectivo que
tiene la capacidad de inspirar agilidad e innovación.
3.-
FRATERNIDAD
La fraternidad
constituye un reto en nuestra sociedad contemporánea marcada por el
individualismo, la desconfianza y la competencia. La verdadera fraternidad
surge de un compromiso compartido a una causa común.
En su libro. “An integrative theory of leadership”, Martin Chemers ofrece la siguiente definición de liderazgo: el
liderazgo es un proceso de influencia social por el que una persona consigue
reclutar la ayuda y apoyo de otros para cumplimentar una tarea común”. El
liderazgo, entonces, tiene varias consecuencias ya que las vidas de las
personas se van a ver afectadas y van a ser moldeadas por los efectos del
liderazgo.
Al pasar de una
sociedad fundamentalmente industrial a una del conocimiento el futurólogo canadiense
Michel Cartier ha identificado cinco crisis relacionadas con la economía, la
geopolítica, la ecología, las generaciones humanas y la energía que se están
produciendo de forma simultánea. A ellas hay que añadir desde 2020 una sexta
correspondiente a la pandemia del COVID. La autora piensa que si existe un
denominador común en todas estas crisis es el liderazgo, ya que si hemos
llegado a este estado de multicrisis es porque hemos estado anclados en un
cierto tipo de liderazgo que es profundamente negativo en el mundo actual.
Necesitamos líderes que
comprendan mejor el mundo que nos rodea , que faciliten conexiones entre los
distintos dominios y áreas de
conocimiento y de pericia y que nos permitan y fomenten cambiar lo que no
funciona.
Quizás, el liderazgo no
ha sido capaz de mantenerse al ritmo de los cambios dramáticos que nuestras
sociedad ha experimentado en el último siglo y que han ido transformando la
forma en la que nos comportamos, así como lo que valoramos. Los principales han
sido:
A).-
Cambios humanos
Colectivamente estamos
experimentando más fricciones y fragmentaciones que generaciones previas.
Nuestras vidas se han transformado bajo los efectos de la tecnología y las
ansiedades creadas por las incertidumbres contemporáneas, que han servido para
modificar el contexto en el que la toma de decisiones y el liderazgo tienen
lugar.
Nunca ha sido fácil que
las personas se pongan de acuerdo en algo. Esta es la razón por la que se han
establecido normas, reglas e instituciones: al canalizar las disensiones y al posibilitar un consenso han organizado
nuestra existencia. Pero es un proceso que cada vez se está convirtiendo en más
arduo. Entre las razones que dificultan la coexistencia tenemos:
a).- El incremento
demográfico y la mayor longevidad.
b).- El incremento de
la movilidad. Cada vez un mayor número de personas abandonan sus comunidades
locales debido al trabajo, estudios, pobreza, guerras o desastres ecológicos y
climáticos.
c).- El declinar de las
religiones en Europa y América implica que una gran parte de los jóvenes se han alejado de las prácticas normativas que han moldeado las vidas de sus padres y
abuelos.
d).- los efectos de la
globalización que generan una serie de interdependencias que pueden producir que
surjan antagonismos.
B).-
Cambios tecnológicos
La revolución
tecnológica está avanzando a pasos agigantados. James Susskind en su libro “FuturePolitics” considera que nuestro futuro estará en un modo de vida digital, esto es un sistema que ligará a los
seres humanos, las máquinas y los datos. Conocemos ya que la forma en que la
información es procesada, modificada y presentada afecta en la forma en que nos
comportamos, en lo que compramos y hasta a quién votamos, por ejemplo.
Pero Michel Cartier va
más allá y mantiene que cada disrupción tecnológica cambia la manera en la que
nuestra mente trabaja. Esto implica que somos ya diferentes de nuestros padres
y nuestros hijos son distintos a nosotros.
C).-
Valores sociales en evolución
Según los sociólogos
Michael Haralambos y Michael Holborn los valores sociales representan nuestra
creencia de que algo es bueno y deseable. Aunque están profundamente arraigados
en nuestro comportamiento colectivo, en nuestras tradiciones y en nuestras
instituciones evolucionan bajo el efecto de los cambios en las interacciones y
relaciones humanas.
Existen otros cambios
además de los asociados con los valores sociales que influyen en la forma en la
que lideramos, tomamos decisiones y trabajamos juntos. Algunos están relacionados
con la forma en que trabajamos, dónde lo hacemos y con quién, con cómo nos
organizamos y cómo estamos orientados hacia los resultados. Todos han tenido un
impacto en el paisaje de las organizaciones, estando el liderazgo
particularmente afectado por el cambio en nuestra consideración de la creación
de valor y por la evolución de las expectativas de los clientes.
Uno de los cambios más
visibles en relación con la creación de valor y con consecuencias para el
liderazgo ha sido el paso a una economía del conocimiento. Ésta consiste en un
sistema de producción y consumo que se basa en el capital intelectual, lo que
ha supuesto que el uso de la mano de obra manual se ha desplazado en gran parte
hacia la utilización del intelecto y los conocimientos digitales.
Thomas Davenport, por
ejemplo, mantiene que los trabajadores del conocimiento son muy diferentes de
otro tipo de trabajadores en sus motivaciones, actitudes y necesidad de
autonomía, por lo que requieren técnicas diferentes de management para mejorar
su desempeño y productividad, produciéndose el hecho que con frecuencia los
directivos y jefes de este tipo de trabajadores saben menos sobre el.campo de
conocimiento que aquellos a los que lideran.
En relación con los
clientes tenemos que los nuevos “consumidores” esperan libertad de elección,
respeto hacia quiénes son y confían en que
las organizaciones en las que se gastan su dinero demuestren responsabilidad
social y ambiental.
Desde una perspectiva
demográfica el mundo laboral actual es muy diferente del de hace treinta años. Múltiples
generaciones coexisten en los entornos laborales: los baby boomers todavía
están presentes, en muchos casos en las posiciones más elevadas de la jerarquía,
relacionadas con la toma de decisiones. Las generaciones más jóvenes están
introduciendo nuevos puntos de vista y expectativas al trabajo. Tienen estilos
diferentes, formas distintas de aprender y de compartir el conocimiento. La
tensión intergeneracional que se está convirtiendo en una preocupación cada vez
mayor puede afectar negativamente tanto al compromiso como a la
productividad.
Las personas van a
tener que convertirse en multidisciplinares y tener una capacidad de adaptación
rápida si quieren mantener cierta relevancia en el mercado laboral ya que van a
necesitar nuevas habilidades al ir evolucionando la tecnología y las
necesidades de los consumidores.
Por tanto, para un
entorno laboral que está cambiando constantemente, la organización tradicional
ya no sirve, ya que se construyó bajo los principios de la organización
científica del trabajo y solo se ha adaptado marginalmente desde entonces.
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