Alain Goudsmet y Ludo Van der Heyden en INSEAD Knowledge del pasado 27 de mayo plantean que los
equipos con metas, valores, reglas , roles y procesos claros, apoyados en un
compromiso completo, se ven recompensados con un desempeño cumbre.
Los autores, basándose
en los resultados de sus estudios tanto en el mundo del deporte como en el de
las corporaciones, proponen una ampliación del modelo GRPI (metas, roles,
responsabilidades, procesos y relaciones interpersonales) desarrollado por
Richard Beckhard en 1972 para describir a los equipos excelentes., ya que
piensan que éste omite dos elementos esenciales: los valores y las reglas,
esenciales para la construcción de equipos que van más allá del simple
funcionamiento para destacar por su excelencia.
Su propuesta clasifica
las seis dimensiones en tres niveles: en la base están las metas, valores y
reglas que deben ser comunes para todos los miembros del equipo y fomentan la
solidaridad entre ellos. El segundo nivel incluye los roles y procesos que son
específicos para ciertos individuos o subgrupos y, finalmente, en la cumbre el
compromiso individual que es único para cada miembro del grupo. Es esencial
abordar todos estos elementos en orden secuencial si queremos alcanzar un
alineamiento total.
Los objetivos, valores
y reglas son tres formas distintivas y complementarias de unir a los miembros
de un equipo y juntos estos tres elementos crean la solidaridad necesaria para
que los miembros del equipo se conviertan verdaderamente en un equipo.
Las metas son el
elemento fundacional de los equipos ya que ofrecen un propósito y dirección
compartida a los esfuerzos del equipo. Una vez que se han establecido las metas
los valores y las reglas entran en juego para definir la forma en la que estas
metas se van a alcanzar.
Los valores son los
principios guía para interactuar unos con otros y con los agentes de interés
externos. Estos principios definen los comportamientos esperados dentro del
equipo, como por ejemplo: integridad, colaboración y confianza.
Las reglas traducen los
valores en acciones, son específicas y requieren ser cumplidas. Marcan límites
claros para la conducta del equipo y para asegurar que las acciones se alinean
con las metas y valores clave del equipo.
En el mundo de las
organizaciones estos tres elementos se pueden considerar como la trinidad
fundacional que define un proyecto de negocio o la misión de la compañía.
Desgraciadamente con frecuencia no son tenidos en cuenta o se consideran
apresuradamente durante la fundación del equipo. Este enfoque apresurado puede
conducir a muchas disfunciones y problemas en el desarrollo del equipo.
Una vez se ha
establecido cuál es la misión del equipo claramente, el paso siguiente consiste
en especificar cómo va a ser alcanzada. Aquí es cuando la delegación (roles), ajustes mutuos (procesos9 y compromisos
individuales entran en juego.
Los roles definen las
tareas que se tienen que realizar y las responsabilidades específicas de cada
miembro del equipo. Los roles claros ayudan al compromiso, previenen las
confusiones y promueven la cohesión de equipo y el compromiso.
Los procesos guían las
interacciones entre los miembros clave. Incluyen cómo comunicar, generar y
explorar opciones, tomar decisiones, acordar estrategias y tácticas,
identificar y anticipar nuevos retos y resolver conflictos potenciales entre
los miembros y con otros stakeholders. Los procesos viene definidos aseguran
una colaboración fluida, la solución de problemas eficaz y la colaboración
entre los miembros del equipo.
Finalmente, el éxito de
un equipo va a depender de los esfuerzos y contribuciones de cada miembro. Por tanto,
se debe prestar atención a las necesidades y motivación individual para
asegurar que cada miembro se sienta profundamente comprometido con la misión y
éxito del equipo. El compromiso individual, el ingrediente más importante, es,
por tanto, el elemento final necesario para construir y gestionar equipos
efectivos.
En un contexto
corporativo este modelo actúa como una valiosa guía para los directivos que
están preparando desde un proyecto a una simple reunión. Por ejemplo, un
responsable de proyecto, después de conocer el modelo, comentaba que había
cometido un error crítico: demasiado ansiosos por impresionar a su jefe había
aceptado demasiado deprisa un rol de líder de un proyecto sin comprender completamente
las metas del proyecto (demasiado elevadas) y las reglas que guiaban los
requisitos para petición de recursos
adicionales. Su rápida aceptación le puso en una situación proclive al fracaso,
al no haber discutido previamente las metas y la posibilidad de obtener más recursos para alcanzarlas.
Al abordar
proactivamente cada dimensión secuencialmente los líderes pueden crear equipos
de alto desempeño capaces de lograr metas destacadas. Este enfoque puede ayudar
a los equipos a evitar los problemas de las metas poco claras, de los valores
mal alineados y de los roles y procesos pobremente definidos. Asegura que todos
están trabajando hacia la misma misión, ofreciendo los resultados esperados y que
están preparados para adaptarse a cualquier reto que pueda surgir.
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