Manfred F. R. Kets de Vries
en INSEADKnowledge del pasado 18 de junio plantea que las personas no abandonan
los trabajos, abandonan a los malos jefes.
El estrés en el trabajo
debido a malos jefes es más frecuente de lo que pensamos. Tener que tratar con
jefes que se comportan de manera inadecuada, marcan expectativas irreales o no
apoyan que exista un equilibrio entre la vida personal y profesional, como no
nos puede sorprender conduce a resultado
en salud negativos.
Los entornos laborales
tóxicos se ligan a niveles altos de
ansiedad, depresión, trastornos del sueño, hipertensión y hasta envejecimiento
prematuro. Altos niveles de estrés en el trabajo pueden ocasionar
comportamientos y hábitos poco sanos y extenderse al bienestar del resto de la
familia, afectando negativamente a las parejas e hijos.
Los malos jefes existen
en todos los tamaños y tallas, yendo desde los narcisistas y bullies hasta los
microgestores. Entre ellos tenemos a aquellos con cambios de humor extremos, los
que mantienen expectativas nada razonables, los que atesoran la información y
no la transmiten, los que evitan los conflictos o los que nunca están
disponibles, por ejemplo. Cualquiera de estos rasgos hacen que sea muy difícil trabajar
con ellos.
Especialmente dañinos
son los jefes que tienen a la vez rasgos psicopáticos y narcisistas. Movidos
por esta “diada oscura” con frecuencia son muy maquiavélicos y tienden a
explotar a aquellos a los que dirigen, llevándose el crédito del a labor de
éstos, se muestran excesivamente críticos y suelen comportarse de forma
inapropiada. Además de ser una pesadilla a nivel individual pueden dañar
significativamente el clima de la organización. Sus demandas y conductas drenan
la voluntad y motivación de los profesionales, contribuyen a su fatiga mental y
perjudican el desempeño.
Más aún cuando estos
jefes tóxicos enzarzan a sus subordinados unos contra otros, una cultura de competencia
constructiva se puede tornar en una de desconfianza y de puñaladas en la
espalda. El impacto es severo y los empleados pueden perder muchos días de
trabajo debido a problemas mentales y otros abandonarán sus trabajos para
escapar del jefe tóxico.
El autor propone seguir
estas estrategias en estas situaciones:
1.-
Establecer barreras e intentar comprender las presiones del jefe
Uno de los primeros y
más importantes pasos consiste en marcar límites claros y explicar qué es lo
que estamos dispuestos a hacer y qué no estamos dispuestos a hacer. Establecer
límites implica el delicado arte de decir no ante expectativas poco realistas.
Un enfoque es hablar sobre nuestra carga de trabajo con el jefe procurando mantener
una conversación seria sobre plazos realistas. Durante la misma podemos aprovechar la oportunidad para
explorar las presiones a las que el jefe está sometido. Entender su situación
puede ayudarnos a alinear expectativas y encontrar soluciones ganar-ganar y podemos descubrir que nuestro jefe no es
tan complicado como pensábamos inicialmente.
2.-
Ofrecer feedback sobre el estilo de liderazgo del jefe
Si marcar los límites
no funciona y el jefe sigue presionando en exceso puede ser necesario abordar su
estilo de liderazgo. Pero expresar nuestras frustraciones puede ser una
conversación muy delicada, cuestionar un mal jefe puede implicar cuestionar a
aquellos que le nombraron y pedirles que se enfrentan a su comportamiento
disfuncional, algo que se pueden sentir reticentes a hacer.
Por tanto, si decidimos
plantear esta situación debemos considerar el pedir ayuda al departamento de
recursos humanos y pedirles que participen en la conversación. Para lograr su
ayuda debemos preparar bien nuestro caso, centrándonos en cómo el
comportamiento del jefe está afectando nuestra salud y la de otros y cómo
afecta al desempeño. Recoger y compartir datos detallados con recursos humanos
sobre la conducta disfuncional del jefe. Al hacerlo destacar los problemas
pero, también, ofrecer sugerencias concretas y constructivas sobre cómo mejorar
la situación.
3.-
Cambiar de puesto de trabajo
Si nuestro jefe no
puede o no quiere cambiar pero nos gustas trabajar en la organización otra
opción consiste en explorar oportunidades dentro de la misma, buscando un
cambio a nivel lateral, por ejemplo. Para ello debemos comentar a otros
ejecutivos nuestra disposición para abordar nuevas responsabilidades,
procurando no hablar negativamente del jefe, centrándonos en recalcar nuestras
fortalezas y logros.
4.-
Renunciar y buscar un jefe mejor
Si las alternativas
anteriores no han funcionado y la situación sigue impactando negativamente en
nuestra salud, autoestima y bienestar debemos buscar otro entorno de trabajo
donde nuestros talentos sean apreciados.
5.-
Buscar ayuda y valorar nuestras opciones
Cuidar nuestra salud
mental es fundamental para nuestra vid, por lo que si nos sentimos estresados
debido a una mala relación en el trabajo puede ser necesario buscar a un mentor
, coach ou otro profesional especializado que nos ayude a analizar nuestras
opciones.
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