Massimo Backus en SmartBrief on Leadership del pasado 10 de septiembre plantea que en un mundo que con
frecuencia asimila liderazgo con movimiento sin descanso y perfeccionismo ha
llegado la hora para un nuevo enfoque y en lugar de ser cada vez más
demandantes sobre nosotros mismos como líderes o luchar por un ideal
inalcanzable podemos aceptar nuestra humanidad y liderar con autocompasión.
Muchos líderes piensan
que todo lo que no sea la perfección constituye un fracaso. Este patrón mental
conduce al burnout, a la frustración y a un profundo sentimiento de
inadecuación. Pero en realidad no solo no es sostenible, sino que es
contraproducente.
Investigaciones
realizadas por Kristin Neff han mostrado que ser amables con nosotros mismos
ante el fracaso conduce a una mayor resiliencia y efectividad. Los líderes que
practican la autocompasión suelen aprender más de sus errores, mantienen su
motivación y crean equipos más fuertemente cohesionados. La autocompasión no
implica una bajada de nuestros estándares o aceptar la mediocridad, sino reconocer
nuestra humanidad compartida y entender que la perfección ni es posible ni
necesaria.
El autor mantiene que
este tipo de liderazgo se apoya en tres pilares:
1.-
Conciencia de nuestro estado interior, de nuestros
pensamientos, emociones y reacciones. Requiere tener la capacidad de
observarnos a nosotros mismos sin juzgarnos. Cuando somos conscientes de nuestras
experiencias interiores podemos
responder a los retos de forma más eficaz, en lugar de reaccionar de forma
impulsiva.
2.-
Aceptación. Implica reconocer nuestras
imperfecciones y limitaciones sin una crítica severa. No significa
complacencia, sino que somos un trabajo en marcha para progresar como todo el
mundo. Cuando nos aceptamos como somos liberamos la energía que dedicábamos
previamente a juzgarnos a nosotros mismos, permitiendo que nos centremos en
nuestro crecimiento y desarrollo.
3.-
Responsabilidad, no solo con relación a los demás sino
también hacia nosotros mismos. Implica responsabilizarnos de nuestros actos y
de su impacto, mientras nos mantenemos amables con nosotros mismos cuando
fallamos. En el contexto del liderazgo autocompasivo se refiere a mantener
estándares elevados pero comprendiendo que los errores son oportunidades para
aprender, no evidencias de fracasos.
Los beneficios del
liderazgo autocompasivo se extienden más allá del líder individual. Cuando los
líderes lo adoptan crean una cultura de seguridad psicológica en sus organizaciones.
Los miembros de os equipos se sienten más cómodos asumiendo riesgos,
compartiendo sus ideas y aprendiendo de sus errores, lo que conduce a una mayor
innovación, colaboración más profunda y a una organización más resiliente. Según un estudio publicado en Catalyst, las
organizaciones lideradas por líderes autocompasivos consiguen que las tasas de
compromiso de sus profesionales sean un 76% más elevadas que las lideradas por
líderes más críticos.
Daniel Goleman ha
enfatizado desde hace tiempo la importancia del autoconocimiento y de la
empatía para el liderazgo. En su ausencia los líderes corren el riesgo de
sentirse desconectados emocionalmente e incapaces de conectar con sus equipos.
Cuando los líderes cultivan la autocompasión crean un entorno en el que la
empatía y la conexión pueden prosperar, lo que conduce a mejores resultados
para todos los implicados.
El liderazgo debe centrarse en mostrar la humanidad, no en la
perfección. Consiste en reconocer que nuestras imperfecciones no son debilidades sino oportunidades de crecimiento
y conexión.
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