Vincent Sanderson en SmartBrief on Leadership del pasado 9 de octubre plantea que gestionar a un profesional
tóxico puede ser complicado si forma parte de nuestro equipo.
Lo primero que el autor
recomienda es ser conscientes de cómo estamos definiendo el comportamiento
tóxico, ya que puede ser que consideremos tóxico un comportamiento que no
deseamos o nos gusta y una vez lo etiquetemos de esa forma corremos el riesgo
de que contemplemos todo lo que hace el profesional desde esa lente. Por
ejemplo, si cuestiona a alguien, mantiene su postura o defiende algo porque
piensa que algo es importante, podemos asumir automáticamente que su
comportamiento está siendo complicado o tóxico. Pero este puede que no sea el
caso, por lo que debemos ser cuidadosos a la hora de juzgar a alguien a través de
un filtro negativo.
En lugar de saltar a
conclusiones podemos considerar la posibilidad de que el profesional esté
atravesando una época complicada. Con frecuencia estos comportamientos no
deseados son síntomas de que algo va mal en algún lugar. Pueden ser asuntos
relacionados con el trabajo o ajenos al mismo, o puede ser algo que lleve
coleando mucho tiempo.
El autor sugiere hacer
al profesional las siguientes preguntas:
a).- ¿Crees que encajas
en el equipo?
b).- ¿Sientes que tu
voz importa?
c).- ¿Te sientes
valorado como persona?
d).- ¿Te sientes
reconocido en el trabajo y apoyado?
Si la respuesta es
negativa a cualquiera de estas preguntas es probable que comportamientos
complicados empiecen a surgir. Lo primero que tenemos que hacer es empezar a
considerar como podemos abordar aquello que sienten que les falta. Por otro lado, si estamos seguros de que el
equipo está haciendo todo lo que puede para satisfacer las necesidades manifestadas
y los comportamientos continúan, es
tiempo de mantener otro tipo de conversación.
Podemos comenzar por
invitar a la persona para una reunión cara a cara. En ella debemos exponerle
los comportamientos que estamos observando. Un enfoque útil es el siguiente (O.I.R):
1.- O: ¿Cuáles son
nuestras observaciones sobre el comportamiento?
2.- I: ¿Cuál creemos
que ha sido su impacto en el equipo o en el trabajo?
c).- R: ¿Cómo podemos
redireccionar o reforzar distintos comportamientos para ir hacia delante?
Este enfoque nos va a
dar un buen punto de partida. Debemos recordar que el objetivo de la
conversación es escuchar y que nos es una confrontación en la que le decimos
que está haciendo algo mal y que se tiene que comportar mejor, ya que si lo
hacemos conseguiremos que se ponga el profesional a la defensiva, especialmente
si se siente ignorado o malinterpretado.
Es importante enfocar
la conversación estableciendo nuestra intención positiva, ya que estamos para
resolver problemas juntos y ofrecer nuestro apoyo. Empezar diciendo. “Esto es
lo que he observado y este es el impacto que creo que está teniendo. Hablemos
sobre ello”. Luego escuchar para entender, podemos decir algo parecido a “ Veo
que no estás de acuerdo” o “Me parece que te frustra hablar sobre esto”, para
mostrar que queremos entender su perspectiva y trabajar sobre ella juntos.
En estas conversaciones
iniciales no debemos decir lo que debe hacer y finalizar la discusión. Pero, si
después de la conversación nada cambia puede ser necesario que seamos más
directos y podemos utilizar un modelo de conversación C.T.R.M:
a).- C: ¿Te he aclarado
sobre lo que se espera de ti en términos de comportamiento o trabajo?
b).- T: ¿Te he ofrecido
la suficiente formación para poder cumplir esas expectativas?
c).- R: ¿He facilitado
los suficientes recursos? (Esta pregunta no siempre se puede hacer).
Si la contestación a
estas preguntas es afirmativa entonces hay que considerar el patrón mental y la
motivación, para lo que debemos tener una nueva discusión sobre lo que puede
estar evitando que cambien. Puede ser que realmente no crean que su
comportamiento sea un problema, puede ser que hasta nos lleguen a decir: “ No
es mi problema, la gente tiene que hacerse más dura y fuerte”. Este es el
momento en le que tenemos que cuestionarles el impacto que su comportamiento
está teniendo, ya que no se trata solo de ellos al tener que considerar el
equipo y el entorno de trabajo como un todo.
Si, a pesar de todo,
nada cambia, es el momento de marcar las líneas de lo que esperamos y los
límites que no pueden cruzar, explicando lo que va a pasar si el comportamiento
continua. No tenemos que olvidar que una manzana podrida desafortunadamente
puede estropear al resto, pero que si nos fijamos en las causas de que parezca
podrida podemos encontrar que no es una mala manzana después de todo.
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